lunes, 24 de octubre de 2016

La memoria narradora

Quien se enfrenta con ansiedad a la hoja en blanco parece que su problema es la carencia de método, o lo que es lo mismo, que no sabe de la existencia en la literatura de lo que llamamos método. El escritor que teme la hoja en blanco es el que nada tiene que contar.
En contraposición, la experiencia es el mar en el que navega toda narración. Será preciso, por tanto, buscar en la memoria los argumentos y los hechos narrativos. Sólo es preciso mirar a la experiencia para que se te vengan encima todos esos acontecimientos que deseas narrar, por supuesto, utilizando el orden como único recurso narrativo. Podemos decir entonces, que lo que no puede incluirse en una novela no existe. ¿Alguien creería que hubo un romano que quería ser ascensorista? ¿A qué no?


Las novelas, por eso, podría decirse de ellas que todas están basadas en hechos reales. Pero el orden de los acontecimientos parece ser el único condimento. ¿Podíamos afirmar que todo lo que existe en la memoria pasa a la narración? Claro que sí. Y después se puede decir que la memoria -toda- se trasforma en fantasía, y concluir, entonces, que la memoria es el órgano de la imaginación, de la fantasía.
La hoja en blanco, ese mito, sólo existe para los que no miran a la experiencia, para los que carecen de memoria, para los que no tienen la memoria narradora. Ese es el método, mirar a la memoria.


7 comentarios:

  1. Una vez más estoy muy de acuerdo con tu reflexión. Experiencia y memoria como elementos esenciales o necesarios de la creación narrativa, peor cómo explicarías la diferencia entre experiencia y acontecimiento? Todo lo acontecido supone una experiencia para quedar plasmada en un hoja? Supongo que como escritor tienes un criterio. Gracias

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    1. Gracias Lago de Como por tu comentario.
      Sí, creo que existe una diferencia. El acontecimiento es algo puntual, al menos eso parece de manera intuitiva. La experiencia, por el contrario, se presenta como una facultad del entendimiento, lo que la hace parecer como más grandiosa, como la suma de todos los acontecimientos.
      Todo lo acontecido puede ser plasmado en una hoja, por supuesto, aunque yo sólo me refiero a la literatura, a eso que el orden puede embellecer. Y sí, todo lo que es novelable tuvo que pasarle a alguien, lo que obliga a que antes fuera un hecho experiencial.

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  2. La pregunta que te ha realizado "Lago de Como" me parece muy buena, estoy deseando que la contestes. A mí me parece genial el ejemplo que pones de lo que ni tan siquiera puede ser imaginado: "un romano que quiere ser ascensorista". Pero a veces la imaginación va tan lejos que me gustaría que me pusieras otro ejemplo de este tipo de imposibilidad. Gracias

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    1. Gracias Elena por tus palabras.
      Lo del romano ascensorista creo que es una buena imagen. Me pides otro ejemplo, y no es fácil. Lo intentaré.
      En general se pueden encontrar casos en el cine histórico, que pretende muchas veces no respetar el desnivel del tiempo: el amor, tratado en el medievo, a menudo se muestra con tintes románticos, lo que es absolutamente imposible; cualquier gesto romanticoide en el siglo XII, podría ser muy comercial, pero falso.

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  3. Y ¿Qué decir del ojo que se enfrenta a lo escrito cuando no puede adoptar más que su propio punto de vista? o del oído del que escucha y encuentra inmediatamente un "no estoy de acuerdo". Gracias porque ampliáis mi mirada y mis acuerdos.

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    1. Gracias Begoña por tu comentario.
      Sí, aquellos que no adoptan el perspectivismo, sea para la escritura, o para la lectura cometen un error garrafal. Es preciso un baño de polifonía para entender el mundo o para crearlo.
      Un saludo y muchas gracias por tus palabras.

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