miércoles, 28 de diciembre de 2016

Del trampantojo al "trampancoco"

El trampantojo pretende engañar al ojo construyendo un mundo ilusorio. Es un artilugio que contiene una persuasión, un hacer creer, que no tiene por qué ser falso: es una ilusión óptica que además, en muchos casos, contiene un mensaje, como por ejemplo en el cuadro del catalán Pere Borrell del Caso titulado "Escapando de la crítica" de 1874 y que se encuentra en la exposición del Prado "Metapintura. Un viaje a la idea del arte". El muchacho sale del cuadro y se escapa, tal vez de la crítica, o tal vez de los límites del cuadro. 


Se me ocurrió, hace años, una analogía entre la pintura y la literatura e inventé un concepto: el "trampancoco". Con él pretendía ocasionar un engaño en la mente del lector. Motivo por el que escribí una novela que representaba una fantasía tan real que asustaba, titulada El fósil vivo. El "trampancoco" consistía en confundir al lector hasta tal punto que donde había fantasía sólo viese realidad. Mi fósil parlante parecía tan real como su cuidadora. En su portada necesitaba colocar un trampantojo,  que materializó mi amiga Victoria Ocio. Me encantó introducir un  trampantojo en un "trampancoco", o viceversa.


2 comentarios:

  1. Siempre me ha interesado la figura del trampantojo en el arte. Según he leído, se han recogido discusiones sobre el tema en la época griega y romana. El trampantojo de "El fósil vivo" es muy bueno, te puedo asegurar que mis amigos no conseguían ver la "camiseta" del cuadro como algo anómalo. ¡Curioso! La analogía con el "trampancoco", con la ilusión de la mente, me lleva a plantearte una cuestión. Es cierto que cuando lees tu novela tienes la sensación de que Ausonio, el fósil parlante, es totalmente de carne y hueso; pero, ¿qué diferencia hay entre un "trampancoco" como el que empleas y cualquier personaje de la literatura de ciencia ficción?

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  2. Gracias Elena por tu comentario.
    Es verdad, a mi también me ha ocurrido que muchos lectores no encuentran la camiseta intemporal de Ausonio en el cuadro de Velázquez.
    Y sí, hay una diferencia con la ciencia ficción, porque Ausonio, mi fósil vivo, no pretende que el lector alucine con lo nuevo del mundo propuesto, sino que la mente engañada del lector imagine que es posible lo imposible con una fantasía exacta y mágica, además, que dicho extrañamiento le sea atractivo, entrañable y querible a ese lector. Más aún, podrías decirme que esta pretensión también está presente en las obras de ciencia ficción, pero hay una diferencia fundamental, en mi novela hago posible que un "objeto", un fósil, hable y que sea totalmente plausible.

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