sábado, 15 de abril de 2017

Mis quemados siguen vivos: ¡pobres!

Mis tres quemados favoritos no acaban de morir. Parece que una vez  que han sido creados se resisten a desaparecer.
Se me hacía imposible que ciertas personas prestaran sus dolencias para que yo las convirtera en personajes. Fueron muy generosas conmigo, aunque es verdad que tuve que exagerar sus daños psicológicos para que dieran la talla. 
1) Mi monológico chipirón (Máximo Alegre) representa la astucia encubierta; es el ser que se esconde tras el silencio, miente sin remedio, y se me presentaba difícil de curar. Pese a su avería cognitiva intenté introducirle un halo de simpatía, lo que me fue complicado a causa de lo mucho que este tipo de individuo incomodaba mi existencia. Le tenía comprensible tirria a cualquier monológico que se cruzaba en mi vida. Así era esa bestia silenciosa, y personalmente le tenía tanto asco como miedo. 
2) Sazonado Corazón (Ángel Torrado) era el hombre con la dolencia más odiada por mi, la que propugna el amor químico, y exclusivamente carnal. Enfermedad que tan mal soporta la racionalidad. Algo semejante a la fuerza del enamoramiento por el poderío de una pasión que puede coagularse, al usarla con exceso roce, y sin la autoridad del raciocinio.
3) Sebastian (el hombre de oro) no parecía contener una dolencia muy extrema; mi personaje se movía por cuestiones crematísticas, era un hombre apegado al patrón oro, sólo por esa motivación sería capaz de actuar. No lo tenía como un gran enemigo, simplemente me repugnaba que hiciera caso omiso a otras facultades queridas por mí, más relacionadas con el pensamiento, como la literatura o la filosofía.
Tras definir sucintamente a mis tres quemados principales, con sus respectivas patologías, me dedicaré a explicar mi mapa de la fantasía.

¿Cómo fue posible que de esas tres dolencias mentales, aparentemente vulgares, nacieran tres grandes imperios casi mágicos? Eso lo consiguió mi imaginación, después de inventarse mi personaje estrella, Ruta, que se moverá por esos tres mundos, con tal destreza que parecen creados para ella, para que con sus infalibles mañas los destruya, con su inapelable fuerza. Son tres imperios: La Sima de los Bestiarios, Bucolitas y Tierra Negocia. Fue fácil tarea, después, adjudicarle un imperio a cada una de las tres dolencias psíquicas.
En mi mapa imaginario surgió Arcano; así se llama el mundo en el que creció La princesa Ruta, el mundo en el que ella acumula toda las fuerzas, su agresiva mirada insobornable y todo su odio, que incluye a su Dios, ese "que se esconde tras una nube". De Arcano extrae Ruta toda su fuerza, su rabia, y ensañamiento hacia cualquier debilidad. Me hacía falta su odio exagerado para atacar con él a los tres imperios; o lo que es lo mismo, mi odio se me hacía insuficiente.
La estructura parece simple: primero Ruta se presenta en cada imperio, después, hace sus cálculos para atisbar cómo desencastillar a sus merodeadores, quienes serán muy adictos a sus respectivos emperadores. Para alcanzar su meta deberá emprenderla contra todos los lacayos con su logos bien dispuesto, más algún que otro mamporro táctico, con más o menos esgrima.
La Sima de los Bestiarios es la más grande hondonada que podamos imaginar, tan sólo repleta de silencio monológico, algo que Ruta, tan aparentemente simpática, odia, pues para ella, el que calla siempre miente. Para que los bestiarios abandonen la sima ella provoca un naufragio boca arriba. 

En Bucolitas donde nadie deja un coito por cumplir, Ruta la emprende contra los encantos de la gran ciudad. Utiliza esa vehemencia un tanto rural y ñoña contra los ciudadanos de Civilitas que se apelmazan unos sobre otros, en esos edificios modernos, "habiendo tanto espacio como hay en el mundo".

Tierra Negocia es La Martingala, el mundo de las subcontratas, un mundo en el que fluye el oro tras un sinfín de transacciones. La Martingala está repleta de hombres prácticos, que sólo se mueven por su afán propio, obsesionados con repletarse los bolsillos; nada existe en La Martingala que se parezca a la moralidad de Ruta.

Toda la historia de Ruta será contada por ella misma, en el marco de una utopía rural que creé con doce familias, que habitan el campo con una única propuesta: el trueque de productos, alimentos y demás enseres. Esa fue la motivación que tuve para mi novela: plasmar la realidad de mi personal utopía y trasladarla con toda mi imaginación a la novela.
Acabo de comentar la estructura de Residencia de quemados, parece que he escrito un mapa para la lectura de la novela y no era esa mi intención. Esto parece un cómo lo hice. Lo que quería era explicar cómo a los tres quemados les cuesta morir: no se dejan, no abandonan al escritor cuando han sido personajes con fuerza. En definitiva, quieren instalarse en el sueño del escritor.

5 comentarios:

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  2. Hola Alfredo, tienes razón que la entrada parece un "Cómo se hizo", pero para los lectores es muy instructivo saber los entresijos que se trae entre manos el autor cuando está creando su obra. No me extraña que tus queridos "quemados" no se dejen morir, me recuerda el cuadro "El sueño de Dickens", dónde el escritor inglés se ve rodeado de muchos de sus personajes. Me gustaría saber si estás pensando escribir una nueva novela en la que aparezcan alguno de tus "quemados favoritos". También quería preguntarte por qué "La mujer fantástica" no está entre tus favoritos y si el hecho de no contar con tu predilección fue la razón para no atribuirle ningún imperio en la novela. Los demás quemados, como bien señalas, tienen sus imperios, ¿por qué ella no?

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    1. Querida Elena, me encantará contestar tus pequeñas apreciaciones y por supuesto, muchas gracias por tu comprensión; parece que uno escribe gracias a la inteligencia de sus lectores. Creo que escribo para contentarte a ti y a otros lectores.
      La analogía que propones del sueño de Dickens me parece acertadisima, como creo haber reseñado ya antes en los fantasmas del escritor.
      Sí, algún quemado quisiera ser más y como personaje parece que podría tener un hueco en mi literatura, aunque no creo que otra historia fuera tan potente como Residencia de quemados.
      Lo de "la mujer fantástica". Otra vez veo que te has dado cuenta. No se te escapa una, y que buena lectora eres. Este comentario me recuerda a Ausonio, en 238 del "Fósil vivo", la anécdota de Joe Observanciez, cuando le pregunta, tras escuchar toda la noche una historia disparatada: ¿Qué pasó con la esposa de don escoria? ¿la gorda con la que matrimonió el pecador?, a lo que mi Ausonio contesta: ¡Qué buen escuchador es usted!
      Creo que Observanciez es tan buen escuchador como tu lectora.
      Yo esperaba que alguien se diera cuenta de lo de la "mujer fantástica", y sí, ella no la tenía entre mis predilecciones odiosas, por lo que no merecía un imperio. Desde luego, nada tuvo que ver con esa recomendación a la que tanto recurren los malos editores de meterle un tajo a la historia, para dejarla en historieta.

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  3. Felicidades, Alfredo, por esta entrada, lúcida y brillante. En la anterior hablas de Elena, de còmo su fantasia creó la fantasía de Ruta. Y ahora me pregunto, en este mapa de fantasía, dónde queda Elena? Qué fantasía crearías para ella? Gracias.

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  4. Gracias Lago de Como por tus palabras amables al respecto de mi entrada.
    Elena es algo más que mi personaje regulador; ella es toda fantasía, y toda la novela es posible gracias a ella; Elena es la única capaz de representar toda la fantasía.

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