martes, 27 de marzo de 2018

Las ideas magníficas: "no abro los cajones por no encontrar bocetos"

Los escritores también abrimos los cajones. En ellos reposan los recuerdos, que comparten su hueco, con esas fotos de colores apagadas por el tiempo; pero hoy quiero hablar de los bocetos literarios, de esos ladrillos con los que se construyen los relatos, esos cuatro trazos o apuntes que pretenden condensar una novela  todavía no escrita.
En los cajones de un escritor se encuentran bocetos que, con sólo una mirada, resumen la trama, la forma, la intención, el estado de ánimo del escritor cuando puso en ellos sus pensamientos. Ardua es la labor de abrir los cajones, sobre todo si te tropiezas con ese boceto, con esa idea magnífica -al menos así te lo parecía un día-, una idea propia de una literatura sin modas, que intenta denunciar o resolver problemas universales. Esos que aparecen en cualquier espacio y tiempo, en todos los "érase una vez".
Añoro la capacidad del escritor, la capacidad de trabajo, para trazar esos bocetos, los que resumen reflexiones de posibles proyectos, como si el tiempo no corriera por su cuenta, como si el tiempo corriera sólo de nuestra parte. ¡Qué tontos!
A veces, cada lectura de un clásico se nos presenta como un boceto, pero cada clásico se forja en un tiempo y en un espacio imposible de igualar, espacio y tiempo que todos hubiésemos querido atrapar.
El escritor pretende simplificar su trabajo con esas fotos-boceto que reposan en los cajones, pero no puede hacerlo, no puede recuperar la reflexión completa que tuvo lugar en el momento en el que realizó el boceto.
¿Qué hacer con estos bocetos, con estos ladrillos literarios todavía sin cocer? Se pueden leer, esperar que vuelvan a reencontrar su momento.



¿Los bocetos pertenecen al patrimonio del escritor aunque no hayan sido desarrollados como novelas? Pertenecen a su manantial, y a veces, parecen tener más de lo que prometen, lo que hace que sea doloroso recurrir a ellos.
En música existen los bocetos como apuntes en partituras pequeñas, como cuatro notas que darán pie a una sinfonía. Más fácil es encontrar una analogía con la pintura; ese trazo escueto, esquemático, con el que un pintor pretende atrapar su tiempo, como si fuese una caricatura.



Algo parecido, en mi opinión, le ocurre a las novelas de ideas: una idea te pertenece y puedes anotarla en tu bocetario, pero esa idea en huesos o esquemática, esa idea pre-reflexionada, precisa luego de todo el proceso de la narración: colgarle unos personajes, un tiempo, un espacio y unos hechos que sean apropiados para el mágico mundo de la literatura.
Ojo con la fantasía que el boceto produce: puede que sea más pequeño que todo lo que promete.

4 comentarios:

  1. Qué comparación tan acertada entre bocetos artísticos! Los bocetos en la pintura llegan a estar valorados dependiendo del autor, crees que en literatura podría llegarse a cotizar de la misma manera una idea?

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  2. Me gusta mucho tu entrada, Alfredo. Me hace reflexionar sobre varios aspectos de la creación artística. Me da la sensación que ningún autor, o pintor o músico, se pone a desarrollar su obra de manera autómata, inspirado por las musas. Sabemos que detrás de toda obra hay un trabajo de construcción arduo, con esos ladrillos literarios de los que hablas. Lo que me gustaría preguntarte es por qué crees que hay bocetos literarios que nunca llegan a desplegarse, a expandirse y a alcanzar su plenitud como obra literaria. ¿El mismo boceto puede ser genial y de tan genial difícil de crear? Estoy pensando en el cine, hay determinados directores que confiesan la imposibilidad de llevar a término un guión, ¿por lo genial o complejo del guión? ¿Cómo ves este aspecto en el mundo literario?

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  3. Gracias por tu comentario. Sí, en la pintura algunos bocetos son ya muy cotizados porque aparentemente son una miniatura estética de la propia obra de arte. En la literatura también puede cotizarse un boceto, pero en este caso es más abstracto, ya que el boceto representa una idea, una forma, o un catálogo de recursos literarios.

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  4. Muchas gracias Elena por la comprensión de tu comentario.
    Varias pueden ser las razones por lo que ciertos bocetos es difícil llevarlos a cabo. A veces la imposibilidad radica en uno mismo, en la dificultad que todo reto posee. Pero otras veces, es imposible terminar el boceto porque te has propuesto -sin quererlo- inventar un género literario. Es mi caso, muchos bocetos desarrollan vueltas y giros a una anterior novela; eso me ocurrió con la cuarta novela, y que está a punto de publicarse; esta novela me inspiró La Novela Circular, la que intenta dar vueltas a una misma historia, o a un personaje, siempre y cuando, sea un personaje difícil de olvidar. En el cine, como dices, hay directores que ven imposible llevar a término un determinado guión. Existen imposibilidades de todo tipo, algunas monetarias y otras de la propia capacidad mental.

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