jueves, 3 de octubre de 2019

De un malogrado suicidio a un proceso de creación

Foto: joserodríguez.info

Lo primero fue narrar un texto utópico, el Relato total, capaz por sí solo de apaciguar la maldad de los tiranos y dar fuerzas a los lacayos de este mundo. Eso fue obra de mi princesa Ruta, la versión  activista y revolucionaria de mi personaje principal de Residencia de quemados. En este texto virulento se muestra la fuerza del Relato total:



En el Relato total ya se podían vislumbrar mis pretensiones literarias, pero estas necesitaban una nueva concreción, el activismo precisó dar un salto más, y fue ocho años después cuando  nació Tomoko.  
Mi novela sobre Japón, no sólo  contiene una novela dentro de otra,  da un giro más e inventa a Charles; este sabio se saca de su manga un nuevo género. Intentaré explicar un poco dicho proceso de creación.
Charles, en el capítulo "La trinchera de Charles", le cuenta a su biógrafo cómo se encontraba de maltrecho tras su malogrado suicidio, en el precipicio, un acantilado, "uno grande, de esos que construye la naturaleza para usarse, de esos que no suelen dejar heridos". Desde su personal trinchera, junto a un sin fin de artilugios para apaciguar los dolores, se `propuso esperar la muerte con dignidad´ y entonces los médicos unieron a su trinchera una joven también herida de muerte, llamada Jane, malherida en un desafortunado accidente. Los dos "sólo hablábamos de nuestras anteriores vidas, culpándonos de no haberlas empleado de otra manera". Ambos intentan paliar sus dolores físicos y psíquicos en una magnífica expresión de la voluntad. Charles y Jane se encontraban "colgados días y días, boca arriba y boca abajo, en nuestra sala sin noche ni día, en nuestras respectivas norias leíamos y leíamos y tomábamos drogas para no dormir, como si tuviéramos prisa". Bromeaban constantemente con tener una existencia rica, literariamente hablando.





Pero Charles  no  sabía que su "maldición por el exceso de arrogancia iba a ser sobrevivirle a la muerte" [...] "Mi muerte se hacía crónica" sentencia, al final del capítulo, a su biógrafo. "Hacer planes para morir resultó ser la mejor manera de vivir". 
Estas son las tres frases que pueden explicar la actitud de Charles, que sin proponérselo, había creado un taller de escritura, después de inventar un género, con sus capacidades cognitivas a punto de reventar. 



En todos mis proyectos quise dar carpetazo a la artificial disociación entre las palabras y las cosas, siempre debieron estar juntas. Las palabras siempre ingrávidas, y las cosas tan pesantes y sonantes, que nunca se  han querido mezclar, lo que hace que el mundo se disuelva entre las idealizaciones y los tan tozudos hechos materiales. Mi taller de escritura pretende obligar a que las palabras hagan las cosas, y que no se limiten a describirlas, siempre obsesionadas con narrar el mundo de los objetos, los hechos, en definitiva, las cosas. Las palabras quieren ser jóvenes, vocablos trasparentes, viajar hacia el futuro, tener derecho a otros significados, quieren encender las luces, quieren hacerse históricas, desearían ser la caricia, la bofetada, anhelan ser la lluvia cálida. Algo así desearía mi personaje Charles que fuera su taller de escritura.




2 comentarios:

  1. Cuando leí esa parte de la novela "Tomoko", más concretamente el capítulo titulado "La trinchera de Charles", me suscitó una duda. Me gustaría que me respondieras como autor de la obra: ¿Silvestre/Charles intenta quitarse la vida como un acto de redención hacia Tomoko? Y, por otro lado, Silvestre tras su intento dejará de ser Silvestre para transformarse en Charles, un personaje alejado del judo y partícipe, nada menos, de un taller de escritura como el que describes, ¿era necesario esa muerte figurada para poder ser otro?

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  2. Muchas gracias Elena por tu comprensión, nuevamente.
    Nunca pensé en lo del acto de redención, más bien el acantilado era necesario para `matar la vida´ muerta, para cambiar la piel vieja, la de un luchador que ya no podía ser más en ese mundo de brutalidad y sudor. De todos modos, es fácil pensar en la novela que Tomoko es la única causa de la muerte de Silvestre, pero, la nueva sensibilidad de mi protagonista, de Silvestre, ya no le deja ser un buen luchador.
    Lo del taller de escritura es más literario, más utópico, más como un deseo que algunos escritores, en mi imaginación, desearían crear. La muerte esta necesaria para poder así cambiar de logos entre los dos personajes tan opuestos, Silvestre y Charles.

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