sábado, 19 de octubre de 2019

Del anacronismo al "anatopismo". Con "Tomoko" quería controlarlo todo




Puse tal fuerza en mi novela Tomoko que pretendía que fuese más allá de la historia, por lo que necesité controlar hasta sus ficticias repercusiones literarias, las que provocase Charles Sánchezland. Con este fin,  escribí la ficción de la ficción, el mayor reto al que me he enfrentado nunca. Narré las influencias en la Literatura que alcanzaba mi personaje Charles; mucho más ambiciosas, incluso, que las repercusiones que todo autor desea: es lo que le pasa a la ficción, cuando se enreda con todo lo que el futuro desea.
Lo primero que un autor debería controlar son las fórmulas ocultas e ideológicas que se mueven por su libro, de aquí para allá. Sólo hablaré en esta entrada de dos de ellas.
La primera, más que una fórmula al uso, supone un guiño en la mirada, unas maneras juveniles de analizar la realidad: el gusto de mi narradora Tomoko por su Japón antiguo, que constantemente choca de bruces con el moderno Occidente. Japón versus Occidente, y también pasado contra futuro. Como puede notarse, dicha fórmula, lejos de ser concreta, tiene ese toque abstracto que la hace tan peculiar: engloba todos los matices que le caben a mi narradora, su sensibilidad, su gusto exquisito, la fuerza de su amor, al que se le une la crítica al Japón que no la deja amar como es su deseo. 


Con esta fórmula intenté que mi narradora estuviese obsesionada con las costumbres de su Japón -su siempre se hizo-, las ancestrales costumbres, que poco a poco las pondrá en entredicho.

Mi segunda fórmula es más ideológica: "el germen de una cosa también se encuentra en lo que guarda su contrario". Efectivamente cada hallazgo de la humanidad contiene, cual germen, cualquier hallazgo totalmente contrario; entre las tripas de aquello que se ha superado, se encuentra uno con los adelantos contrapuestos. Sería algo así, como que cada superación contiene todos sus adelantos y también sus retrasos. Sin esta fórmula, sin esta analogía entre el germen y su contrario, mi novela sería otra.



Dicha fórmula la vio claramente una de mis mejores lectoras. 

El poder del autor sólo acepta el límite que él mismo se da. Como autor quise controlar hasta las capacidades de mis lectores. Para lograrlo necesité el anatopismo, un concepto nuevo que me surgió en simple analogía con anacronismo. Si este establece un acontecimiento que repugna al tiempo, mi anatopismo repugnaría al espacio, a los lugares, aunque a los lugares le uní las costumbres y sus idiosincrasias. La palabra no existe en el DRAE, pero sí el concepto, aunque muchos estiran el anacronismo para que este englobe tanto el espacio como el tiempo; como me parecía escaso para mis intenciones algo exactas, le di al concepto de anatopismo la amplitud concreta que requería mi forma de concebirlo.
Me  inventé  una expresión que  en  Japón  no podría existir jamás, -"cada hombre tiene su baldosa"-, para dar a entender que los hombres en Japón no pueden estar aquí o allá, o al tresbolillo, sino que existe un lugar exacto, para que todo en Japón se encuentre en su sitio. Se puede decir que le puse al lector alguna trampa. En este caso sólo un joven lector japonés se dio cuenta enseguida y me dijo: "¡eso de la baldosa no me parece muy japonés!", y tenía razón. Era difícil en Japón encontrar algo parecido a una baldosa, ya que ellos todo lo sustituyen por tatamis.


En realidad, además de la pequeña broma, quería demostrar con el asunto de la baldosa, que aunque la narradora es una japonesa, "desde el moño hasta las chanclas", el autor no tenía más remedio  que conformarse con haber nacido en el Mediterráneo. 








2 comentarios:

  1. Por otras entradas tuyas conozco la importancia de las fórmulas en tus novelas. ¿Tú crees que todos los escritores son conscientes de sus fórmulas o las buscan intencionadamente? Por otro lado, me gustaría saber si estás de acuerdo en que la fórmula "el germen de una cosa también se encuentra en lo que guarda su contrario" se podría ver como una fórmula general de "Tomoko", tu novela, que explicaría la relación entre Oriente y Occidente. Y, por último, ¿estre anatopismo que presentas es intencionado? ¿es un recurso que utilizas muy habitualmente?

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  2. Muchas gracias Elena por tu comentario.
    Lo del concepto de `fórmula´ no lo he visto en otros escritores, por lo que, sólo, supongo, que antes de escribir todo escritor debería tener esas ideas magníficas a las que yo llamo fórmulas; muchos autores sólo se ocupan de estereotipos artísticos o de recursos previos al momento de la creación. Otros autores, en cambio, ni siquiera piensan en eso antes de escribir.
    Respecto a mi fórmula sobre "el germen", sí: mi intención fue en toda la novela usar lo binario, el germen y su contrario, la bella y la bestia, la educación exquisita de Tomoko y las malas maneras de Silvestre... o mejor aún, como ya te has dado cuenta, Oriente contra Occidente.
    Lo del anatopismo fue intencionado, como prueba o examen a mis lectores, para que se mantuviesen alerta, y no lo he utilizado habitualmente.

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