tag:blogger.com,1999:blog-22719056352833396052024-03-19T01:56:29.454-07:00El fósil vivoAlfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.comBlogger147125tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-71070931317232342532024-01-09T01:12:00.000-08:002024-01-10T05:04:18.217-08:00La fascinación por el costumbrismo: el narrador paleto en Navidad<p style="text-align: justify;"> <span style="font-size: large;">Comenzaré esta reflexión recordando el último párrafo de mi antigua entrada del 12 de Julio del 21. Así concluía esta: </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div style="text-align: justify;"><blockquote><span style="font-size: large;"><i>Invento -o creo- una mente distorsionada:<b> mi narrador paleto</b>, sin talento para la narración. Esa, y ninguna otra, es su valía. Necesito dar visos de congruencia a la total incongruencia. Apostarlo todo a un narrador tan paleto que se cree un superdotado ¡Anda que no es difícil!</i></span></blockquote></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Esta novela -<i>La Paraeta</i>- será la primera en la que utilizaré mi nuevo costumbrismo; lo llamaré el costumbrismo de la <i>Montañeta,</i> o el costumbrismo de <i>Arcanente</i>. Con dicha novela comienza mi homenaje a Edith Warthon. Es verdad que cualquier costumbrismo se asienta en el conocimiento de los paletos, unos más listos que los otros, pero paletos al fin.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">De la misma forma en la que Warthon describe su Manhattan, y su Quinta Avenida antes de ser lo que ahora es -</span><span style="font-size: large;">magnífica obra <i>La edad de la inocencia</i>-</span><span style="font-size: large;"> yo describo mi pueblo, su avenida principal con su <i>Fuente de las ranas,</i> la avenida que al llegar a su final nos lleva a la <i>Montañeta</i>. En dicho pueblo al que yo llamo <i>Arcanente </i>-porque de su verdadero <i>nombre no quiero acordarme</i>- nace mi narrador paleto, un levantino de pura cepa, o lo que sin ser lo mismo es igual, un valenciano de interior, por mucho que diga haber nacido en el Mediterráneo. Cada lugar tiene en exclusividad sus paletos. De dicho `pueblecillo´ extraje la figura del paleto socarrón, de ese lugar surge el costumbrismo de la <i>Montañeta.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Mi nuevo costumbrismo imita a Edith Warthon, pero rompe con los anteriores costumbrismos. ¿A quién le interesa lo cercano, algo que está arrinconado en la literatura? Pues a todo el mundo parece interesarle, a todos agrada que alguien hable de las creencias estúpidas de su pueblo. Me pregunto, ¿será por eso por lo que el costumbrismo produce tamaña fascinación?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">¿Y qué es un paleto? Un paleto es para mí un "glocalista". intentaré explicar esto. En este mundo tendente a la globalización, un filósofo como Ulrich Beck sacó de su manga el término "glocal", y usando una simple analogía con la palabra globalización -y siendo un tanto imaginativo- se me ocurre el término "glocalización". ¿A quién no se le ocurriría eso? Resumiendo, mi "glocalista" no es otra cosa que alguien con una manera peculiar de mirar, alguien que disfruta de su estado mental, el del lugar en el que nació, pero, que al mismo tiempo, tiene aspiraciones globales. Estirando un poco, con un pasito cortito, podríamos decir que la "glocalización" es el<i> paletismo de los pueblos camuflado con tintes universales.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Este costumbrismo, al ser tan inusual, contiene una forma peculiar de narrar. Es fácil deducir que hablo, no de una novela al uso, sino de una antinovela. Pero ¡qué difícil se me hace pensar en una antinovela, sin tener diseñado de antemano un narador-personaje!, la figura de la que hablé en la anterior entrada.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">¿Qué es para mí, a grandes rasgos, la antinovela? Ya hablaremos de ello, porque es el momento del costumbrismo y el paleto lo que nos ocupa. Solo apuntaré algunos parámetros, por ejemplo: que la antinovela se muestra -para mí- en contra de toda la literatura descriptiva, esa que desborda su belleza de bote; está en contra, además, de los narradores superdotados, de los que se muestran rellenos de recursos estéticos literarios, sí, de esos narradores que se salen de listos, con su chola a rebosar de tanta omnisciencia; y sobre todo, la antinovela pone en cuestión las relaciones -estereotipadas- con los lectores, quiero decir, se mantiene en contra de satisfacer a los lectores.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Esta Navidad se me está haciendo muy larga divagando con ese costumbrismo tan recalcitrante.<br /></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p>Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-90404576820199783282023-12-16T01:08:00.000-08:002023-12-16T01:17:10.386-08:00 Mi reto: el narrador-personaje <p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Estos son mis planes de Navidad. Para los que me siguen, este mes hablaremos del narrador-personaje, y lo haré desde <i>La Paraeta</i>, ya que es en esta novela en la que utilizo dicha figura literaria. Parece una tarea imposible, la de unir estos dos conceptos -el de narrador y el de personaje- en uno solo.<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"> <span> </span>Por lo general, el narrador, por muy peculiar que se presente, suele quedar, si no al margen de la historia, sí en la segunda fila de los caracteres importantes. Mi narrador de <i>La Paraeta,</i> en cambio, goza de toda la relevancia, llegando a ser un personaje principal. Para que pudiera narrar tuve que hacer un esfuerzo inusual, tuve que meterme en su <i>piel cognitiva </i>-si puede llamarse así-, en la que además de contener toda una idiosincrasia de
un personaje de ficción, funciona con su <i>cabezota </i>repleta por
toda la <i>sittlihckeit</i> -lo que en ética </span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;">llamamos, <i>lo sabido y querido por todos</i>-.</span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"> Lo que he apodado como la <i>piel cognitiva</i> no es otra cosa que toda la basura que se nos pega al nacer, todos esos juicios y prejuicios propios de la zona donde somos alumbrados. Mi narrador-personaje contiene esa <i>Sittlichkeit</i>, por haber nacido en un pueblo del Levante, de cuyo nombre no puedo acordarme. <br /></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span> </span>Por si fuera poco, mi narrador, como
cualquier humano -mal que le pese-, contiene una subjetividad muy sofisticada, o sea, que para escribir esta novela </span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;">tuve que meterme en otro mundo y así lo hice:</span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"> me introduje en el mundo de un tío mío, en esa chola tan..., tan variopinta; me apropié de todos sus recuerdos, y los puse al servicio de los míos.</span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"> <span> </span>Pondré solo un ejemplo del tono de este narrador-personaje que había escogido. Miren cómo habla</span></span></span></span><span style="line-height: 200%;"><span style="font-size: large;"> este fenómeno de la Naturaleza en las primeras páginas de<i> La Paraeta,</i> concretamente en el epígrafe "Dos cajones y la travesura de Cloti":<i> </i></span></span></p><div style="text-align: justify;"><blockquote><span style="line-height: 200%;"><span style="font-size: large;"><i>Yo no quiero que quien
lea esto sienta que le quiero convencer de algo. Las novelas modernas muestran,
no sientan cátedra. Yo no quiero llevar a nadie de la mano, sino que saque cada
cual sus conclusiones</i>.</span></span></blockquote><span style="line-height: 200%;"><span style="font-size: large;"> <span> </span>Aparentemente, solo aparentemente, tiene buenas intenciones ¿verdad? Hay que seguirle -y con arrestos- para conocer sus adentros.</span></span><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span> </span>Esto pensaba cuando entró en mi cabeza el reto de <i>La Paraeta</i>, y de esta manera escribí mis propósitos, hace bastante tiempo, en una entrada del 12 de Julio del 21. Me gusta recordarlo:</span></span></span></span></div><div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><i><span><span style="font-family: Cambria;"><blockquote>En
este momento me propongo algo más difícil: intento que la omnisciencia
clásica del narrador -esa que a todos tanto apetece, y a la que nadie
hace ascos-, esté en entredicho, es decir, que mis narradores dejen de
ser unos superdotados repletos de metáforas, y que todo parecen saberlo,
pues nada se les escapa; necesito que se comporten tan solo como
simples humanos. </blockquote></span></span></i></span></div><p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;">Como podéis imaginar es difícil narrar sin la omnisciencia a la que la literatura nos tiene acostumbrados. </span></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;">Próximamente -dios mediante- hablaré de mi nuevo costumbrismo, un costumbrismo que imita a </span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;">Edith Wharton, pero con un baño socarrón. De dicha conjunción</span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"> -si es eso posible- extraje la figura de <b>mi narrador paleto</b>, </span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;">un levantino de pura cepa, o lo que es lo mismo,</span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"> un valenciano de interior, por mucho que se crea nacido en el Mediterráneo. </span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><br /></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><br /><br /></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"> <br /></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"> </span></span></span></span></p><p style="text-align: left;"><i><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><br /></span></span></span></span></i></p><p><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"> </span></span></span></span></p><p><i><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><br /></span></span></span></span></i></p></div>Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-53018399700097009852023-08-07T09:36:00.004-07:002023-08-07T09:55:55.472-07:00 El carácter de Elena Hierro, mi pseudónimo preferido<p>
</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Elena Hierro
Guerrero fue mi pseudónimo favorito. </span></p><span style="font-size: large;">
</span><div style="border-bottom: dotted windowtext 3.0pt; border: medium none; mso-element: para-border-div; padding: 0cm 0cm 31pt;"><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Un
día como hoy -un cinco de agosto, con todo el calor-, pero treinta años más
tarde que yo, nació Elena, mi pseudónimo favorito, por eso celebro ambos
cumpleaños este día. </span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Elena
escribió <i>Residencia de quemados</i> ingresada en un psiquiátrico de donde
extrajo su odio a los psicólogos. ¡Qué bien le
salió su propuesta de un <i>Relato total</i>! En <i>Residencia de quemados</i>
ella se convierte en un personaje más de la novela que detesta a los psicólogos
y a todos los que acuden a ellos por una presunta debilidad de carácter. </span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Más
tarde la emprendió en <i>El Fósil vivo</i> contra los peregrinos, contra los
turistas, con los que se ensaña a su gusto, y para ellos escribe el <i>Sacrotocho</i>,
que contiene la historia de ficción de Don Modesto Bauer; el <i>Sacrotocho</i>
es el libro por el que los peregrinos lucharon. Elena para conocer a sus
turistas, los llamados bichanclos, tuvo que hacer -al mismo tiempo que yo- un
cursillo intensivo en las playas de Valencia, y así comprenderlos, verlos en su
salsa </span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Hoy
sigo con el mismo tema, aunque me centraré en otros aspectos. Primero hablaré sobre
`la arrogancia de Elena´. Ejemplificaré tal arrogancia con una cita sacada del capítulo "No dar un tonto por perdido" de <i>El fósil vivo</i>. En este capítulo arremete
con agresividad contra el hombre sin dos dedos de frente y deja a todos los
tontos despellejados. Palabras demoledoras las de Elena:</span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;"> </span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;"><i>¡Qué
hallazgo! “¡No demos un tonto por perdido!” ¡Qué solidaridad! Imagine la horda
de noventaysietizantes peregrinando sin descanso por cada rincón o allende,
entregándose al prójimo en razones, y eso que el autoritativo rupestre en su
autodefensa sentenciaba intelectuaciones y torturas dolorosísimas contra los
eruditos </i></span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><i>(“La nueva solidaridad: ¡no dar un tonto por perdido”, El fósil vivo, Oviedo,
Luna de Abajo, Capítulo XVIII).</i></span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;"> </span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Ella
podía decirlo, yo no. ¿Les parece poco arrogante? Me moría de risa solo de
pensarlo. Como ya expuse en el blog, a Elena la caractericé con una fuerte
arrogancia de pensamiento, y sobre todo unas maneras de escribir extravagantes,
al margen de mí. Elena saca de su cabezota -en <i>Residencia de quemados</i>- al personaje más arrogante que antes
yo haya leído, Ruta, la princesa que -como la misma Elena hace- critica todo lo
que se mueve: padres, imperios, autoridad, etc.</span></p><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjt0f7tD7xBytUc0iijScwsPTMWc9H2IWhSSeef0rxYQkHnXwlROVLszC5BWsZJNGK-9zpX7wnVpntX1M0ZZW324TO6LKp_RZMhdqT7-JdvdhLH2k9Inb4UL6_LRLEF_YdyLoa4icjoAh3RSk9CRmouJFgPAOdxgaET_jiANW4Lqtwb1Jq8R8631ymmU8M/s960/IMG_0478.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="720" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjt0f7tD7xBytUc0iijScwsPTMWc9H2IWhSSeef0rxYQkHnXwlROVLszC5BWsZJNGK-9zpX7wnVpntX1M0ZZW324TO6LKp_RZMhdqT7-JdvdhLH2k9Inb4UL6_LRLEF_YdyLoa4icjoAh3RSk9CRmouJFgPAOdxgaET_jiANW4Lqtwb1Jq8R8631ymmU8M/s320/IMG_0478.JPG" width="240" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Diseño: Pandiella y Ocio<br /></td></tr></tbody></table> </span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">¿Cómo
me imaginaba a Elena? ¿A qué se dedicaba? ¿Qué pensaba de la vida? Todo eran
preguntas pertinentes para crearla y, sobre todo, quería responder a cómo
influía en mi vida. Para contestar a todas estas preguntas, intentaré explicar qué
motivación tenía para crear mi pseudónimo. Necesitaba un narrador capaz de
decir las cosas que yo no me atrevía ni a pensar siquiera. Como puede verse me
encontraba siempre, un día y otro día, autocensurado y ella, en cambio, habló siempre
sin censura. Ella y solo ella rompió mi autocensura, el miedo que da decir
verdades dolorosas. </span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Todo
pseudónimo se encuentra camuflado en nuestra cabeza, tan dentro de ella que es
difícil desincrustarlo. Usurpaba mis pensamientos y me anulaba, como hacen los
espíritus que nos poseen.<i> </i>Y esto me gustaba, me sentía cómodo al tenerla
en mi cabeza.</span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Como
siempre quería controlarlo todo, tuve que saber cosas de su vida para comprender
lo que escribiría ella. Por todo ello quiero decir algo más de su biografía. </span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Elena
era mi amiga imaginaria, mi única amiga ficticia, Elena la arrogante Elena,
lista como una ardilla hablaría por sí sola, yo solo tendría que dejarla
hablar. Elena era una mujer amargada, de mal carácter, mala en general, en
absoluto apacible y muy maleducada. Ella estaba ya sentadita a mi lado cuando
estudiaba filosofía, estudiaba conmigo, pero en las mismas clases aprendió una
filosofía distinta. ¿Cómo diría yo? Aprendió una filosofía trivializada. Ella sabía
cómo trivializarla, lo que es harto difícil, para ello cogía una idea <i>gorda</i> -profunda- y
a fuerza de <i>aflacarla</i> -como solo ella sabía hacer-, la dejaba donde más
dolía. Al trivializar esta materia la ponía a su servicio, la hacía más
comprensible, sobre todo, conseguía que esta disciplina académica se ocupase
de cuestiones más humanas, más actuales, en general, más cotidianas. </span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Mi
cabeza la imaginaba estudiosa de la filosofía y también de la literatura, extrayendo
de ambas disciplinas su lado más mundano, ese que a ella tanto le
interesaba. Toda su biografía podéis encontrarla narrada por ella misma
al final de <i>Residencia de quemados</i>.</span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Para
finalizar, Elena nació el mismo día que yo, pero treinta años más tarde. </span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Como
ya he dicho en otra entrada del blog: Elena nació en el Mediterráneo, no en sus
profundidades, fue en las veredas, muy cerquita del barro, donde murieron un
montón de griegos, o donde sintieron traiciones sus enemigos los romanos. Luego
fingí su muerte en un epílogo, el de <i>Residencia de Quemados</i>, en una
salita decentemente decorada y encontrándose al límite de sus fuerzas. </span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Pero
Elena realmente murió hace solo quince años. Se la llevó mi enfermedad mortal,
fue estando en mi coma cuando no tuve más remedio que firmar su defunción -y
eso que tenía muchas cosas que decir.</span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;">Posteriormente
la enterré y como dice su sobrina en la novela:</span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;"> </span></p><span style="font-size: large;">
</span><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;"><i>Nada
que contar. Mi tía entró en el nicho sin rechistar</i>.</span></p><p class="MsoNormal" style="border: medium none; mso-border-bottom-alt: dotted windowtext 3.0pt; mso-padding-alt: 0cm 0cm 31.0pt 0cm; padding: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;"> </span></p>
</div>Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-45322001648116934102022-08-05T00:33:00.004-07:002023-02-18T07:06:29.318-08:00Una biografía imaginaria<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Sigo con la entrada anterior, la del 29 de Abril. Ahora deseo centrarme en los aspectos más, ¿cómo diría?, los aspectos más humanos de este ente tan inmaterial: el pseudónimo que vivió solo en mi cabeza, con una existencia efímera en el tiempo, aunque mucho más prolífica de lo que jamás hubiese imaginado. ¿Cómo podemos hablar de la vida de un pseudónimo? Difícilmente, sí. Intentaré hacer algún esbozo de su <i>biografía imaginaria</i> creada mientras escribía sobre vecinos de aquí y amigos de allá, tal como me convenía. Cada conocido tenía un defecto, o una virtud, ambos siempre valiosos, para que el pseudónimo hablara.<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Le puse por nombre Elena Hierro Guerrero ¡Menudo pseudónimo! Me la imaginaba activa cerebralmente, con su cabeza repleta de ideales inactuales, ideales que a cualquier lector le parecerían de otro mundo, ideales obsesivos para cualquier humano que conozcamos. ¿De dónde sacaría Elena esos ideales? Tuvo que ser de donde nació, porque como tantos otros nació en el Mediterráneo. Le presupuse estudios -de oídas, autodidacta- estudios de filosofía en la facultad de Valencia. Como buen pseudónimo siempre estaba camuflada, aunque la tenía pegada en mi cabeza, incluso a veces usurpando parte de ella, como la obsesión recurrente de quien nos anula, como cuando un espiritu nos posee.<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">De Elena necesité el odio a los <i>bichanclos</i> -esos turistas que se mueven en masa-, y que después fue fácil introducir en el argumento de <i>El</i> <i>Fósil vivo,</i> y<i> </i>desde una visión muy mágica del mundo. Más tarde le vino el odio a la psicología clínica -la psicología barata-, que tanto daño le hizo a mis más queridos amigos, sobre todo a uno de ellos, -mi amigo el inombrable- mi talentudo también autodidacta y que jamás quiso estudiar, que solo miró de reojo a la Universidad. Elena, igualmente, quería ser esa sabia sin estudios que cree saberlo todo. Su pésimo carácter, como</span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> una amargada incomprendida, poco a poco </span>se me echaba encima.<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">Elena no pone límites a su odio, sentimiento que le viene de dentro, desde la Albufera al Mediterráneo hasta que sustantiva su odio contra el turismo de masas, y ¡cómo odia a los psicólogos! tan permisivos con las depresiones que confunden una facilona tristeza con una profunda depresión. Hoy día odiaría a los psiólogos diagnosticadores de las ansiedades provocadas por nuestro modo de vida. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Como siempre quise controlarlo todo, no me conformé con crearle una vida ¡quería más! por eso le puse la arrogancia en el pensar, y sobre todo unas maneras de escribir extravagantes, al margen de mí. Elena siempre estuvo presente en mi vida como el azote a mis convicciones: me enamoré de esa cabeza tan recién estrenada. Pondré un texto significativo de su forma de pensar sobre la escritura, texto que recoge las palabras de Elena a su sobrina poco antes de morir:<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1Rwoas5PVT2D_iQKw_gEts3TwZvZ3ZLPRZ1WxIkidytngfomCB_TIdtdxQ5dKhDuuX8IYUnEwkgZGKAFRNKf28_wWsMeUjpbmGx3ddPRHHe1ou3cPEuBPOnZdME0XPddaLVbiOok8au_NBfg4LW9km_HM7OGgJ1jOHn5yE0cGCUL8RtLiP3xNfQDC/s320/IMG_0580.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="240" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1Rwoas5PVT2D_iQKw_gEts3TwZvZ3ZLPRZ1WxIkidytngfomCB_TIdtdxQ5dKhDuuX8IYUnEwkgZGKAFRNKf28_wWsMeUjpbmGx3ddPRHHe1ou3cPEuBPOnZdME0XPddaLVbiOok8au_NBfg4LW9km_HM7OGgJ1jOHn5yE0cGCUL8RtLiP3xNfQDC/w300-h400/IMG_0580.jpeg" width="300" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Como dije más arriba Elena nació en el Mediterráneo, no en sus profundidades, fue en las veredas, muy cerquita del barro, donde murieron un montón de griegos, o donde sintieron traiciones sus enemigos los romanos. Luego murió -o mejor la maté- en un epílogo, el de <i>Residencia de Quemados</i>, en una salita decentemente decorada. </span></div><p style="text-align: justify;"></p><p style="text-align: justify;"><br /><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><br /> </b></p><br /><p><br /></p><p><br /></p>Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-28102238638201737742022-04-29T06:40:00.000-07:002022-04-29T06:40:35.978-07:00La metaliteratura como recurso y motivación. Un "pseudónimo multi-tarea" como nueva figura<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>La metaliteratura es un recurso empleado en mis primeras novelas. Necesitaba hablar de quién narraba mis novelas y porqué lo hacía, esta era la motivación fundamental para utilizar tal recurso.<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>En esta entrada pretendo explicarlo con un ejemplo, el de Elena Hierro Guerrero, el personaje-narrador que precisé para mi</span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> primera y tercera novela</span>. Elena me sirvió para inventar una nueva figura, un recurso literario: <b>el pseudónimo multi-tarea. </b>Elena Hierro montó mis dos novelas vistiéndose con un disfraz, se metió entre los ropajes de un pseudónimo fingido, lo que me pareció novedoso, al menos, nunca lo había encontrado en anteriores lecturas. Elena no es un narrador más, porque ella extrae de su cabeza imaginaria la historia de las dos novelas en las que aperece como personaje. Eso sí, muestra diferencias en una y otra obra. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>En el caso de <i>Residencia de quemados</i>, Elena se convierte en personaje capaz de forzar la manera de ser de Clara -mi otra protagonista-, manipulando su carácter para que deje de lado su debilidadd. Elena, para conseguir eso, inventa los acontecimientos de la </span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">princesa Ruta, </span>un personaje imaginario construido a la medida de sus propósitos.<b> </b>De esa manera pretende cargarse la presunta debilidad de carácter de Clara. Por si fuera poco, al final se atreve a aconsejar a los futuros escritores con su teoría sobre los diferentes estilos. </span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">Su carácter debería ser
crítico contra todos, incluso la emprende contra los que presumen de
relumbrones estéticos en sus escrituras. Elena, la escritora que vende
libros, nos da lecciones en este párrafo de cómo se debería escribir:</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiz3mQRIVfWV-Bus2nJMFNQ3v_gpSDcCw-C6t2OrzyyhltyiVKZ5P6Q0Z8DfU3Id56uJJapAo87XlCMx3YA2lOQUVq1iY0VM6t1tABdwCuwuvUyVaYQ9fnQfsOrZZB4bGU0y-mrv-CHDS85rQGj8Y9euRSPMeeqaCz4nwDyHuXvCxw2HEYgOZMz2f3S/s1024/IMG_0578.PNG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiz3mQRIVfWV-Bus2nJMFNQ3v_gpSDcCw-C6t2OrzyyhltyiVKZ5P6Q0Z8DfU3Id56uJJapAo87XlCMx3YA2lOQUVq1iY0VM6t1tABdwCuwuvUyVaYQ9fnQfsOrZZB4bGU0y-mrv-CHDS85rQGj8Y9euRSPMeeqaCz4nwDyHuXvCxw2HEYgOZMz2f3S/w480-h640/IMG_0578.PNG" width="480" /></a></span></span></div><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> <span> </span></span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Se atreve a dar consejos sobre la escritura, se lo cuenta a Elenita, su sobrina, por supuesto hija de Clara. <br /></span></span><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span><span><span>En<span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> <i>El fósil vivo, </i>al contrario, no solo saca de su cabeza un mundo imaginario, además, no para de <i>fardar</i> del poderío de su imaginación, a la que apoda, de manera peculiar, la </span></span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><i><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">fantasía exacta</span></span>.</span></span></span></span></span></i></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span style="font-size: large;"><span><span style="font-size: large;"><i><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"></span></span></span></span></span></i></span></span></span></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span><i><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioTELEyBysYZ3fzyRPRc3M5Zhp6UE62OmwI_HmtTgAJp8nhpSRANUBstKz6FNVu-1gLUrpUVcb7feyYm2eE1yRZeEiscTsoQpsG0Kp_k3jH2a-yYxBpL0KhPub0bwkCFRdvWeSUkSe2YGOwLlqCUwiL4ufYT3mV6YnLFca3P92MH0joDOUA7OnWaI0/s1024/IMG_0576.PNG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioTELEyBysYZ3fzyRPRc3M5Zhp6UE62OmwI_HmtTgAJp8nhpSRANUBstKz6FNVu-1gLUrpUVcb7feyYm2eE1yRZeEiscTsoQpsG0Kp_k3jH2a-yYxBpL0KhPub0bwkCFRdvWeSUkSe2YGOwLlqCUwiL4ufYT3mV6YnLFca3P92MH0joDOUA7OnWaI0/w400-h300/IMG_0576.PNG" width="400" /></a></span></span></span></span></span></i></span></div><span><i><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><br /> </span></span></span></span></span></i></span><span> </span>Elena la sabihonda siempre se divierte, se siente ufana y chula, y no para de fardar, aunque por lo menos se escuda en que era "joven y arrogante".<br /><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Elena Hierro Guerrero fue mi mayor hallazgo; no solo inventa historias, además es capaz de imaginar mundos inexistentes, y en el caso de <i>El Fósil vivo</i> ese mundo imaginario lo viste con un vocabulario exquisito, construido con un logos diferente, acorde con la fantasía de ese mundo, y sacado de su manga</span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">.</span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> <br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>¿Cómo me la imaginaba yo? Elena debía ser un personaje muy peculiar. Su talento tendría que ser... ¿cómo diría yo?... sería un talento <i>indirecto, </i>pues le viene de algo que tiene a desmano, de mi imaginario. ¿Y su carácter? </span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">Elena
tenía que ser obsesivamente repugnante, valiente y metomentodo, siempre enemiga de todo hombre acuclillado, o mejor dicho, de cualquier hombre arrodillado. </span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Era maravilloso tenerla como narradora principal, siempre fue mi máxima colaboradora: Elena dictó casi aldedillo dos de mis novelas y lo hizo con un gran instinto literario.</span></span><br /></span></p><p style="text-align: left;"><br /></p>Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-70635696576179393812022-04-01T07:11:00.000-07:002022-04-01T07:11:51.811-07:00Vademécum de los recuerdos o catálogo abierto<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Esta es mi última incursión sobre los recuerdos. Me centro en dos tipos de recuerdos. Los primeros los llamaré los <b>cansinos</b>, esos que son más usuales -los recuerdos sin más-, o <b>recuerdos de tertuliano</b>, como también se llaman. ¿Porqué quién no tiene un recalcitrante en casa siempre presto para hacer las tertulias más pesadas? Y los segundos, los que tienen otra vida, los recuerdos anotados en una libreta, esos bosquejos ansiosos por mostrarse al mundo, que por lo tanto, se convierten en carne de novela, siempre ansiosos por querer ser más, siempre alerta con la conciencia de convertirse en papel, y muy "propensionados" en hacerse públicos por ser los guionistas de su novela, recuerdos sin ese secretismo que da el anonimato.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Ahora me centraré en configurar un listado o catálogo -un a modo de vademécum- de todos los recuerdos que se me ocurran, por supuesto, el catálogo -como cualquier buen catálogo- quedará abierto. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span> El primer tipo del catálogo incluye los <b>recuerdos de la vida real</b>, que abarca los recuerdos sensitivos o sensoriales: los del oído, como son los musicales, o cualquier otro "estruendo", o simplemente los sonidos naturales, como por ejemplo, el canto de los pájaros; y los de la vista, también llamados por algunos los recuerdos visuales o visionados, siempre capaces de perfilar imágenes, como hace una vulgar foto. Cada sentido tendrá sus recuerdos propios, nada diré del sentido del olfato ni del sentido del tacto, de los que habría mucho que hablar. También son importantes los recuerdos de una escena, más o menos cotidiana, la cual se puede trasladar a una novela tal cual, sin retoques, o el recuerdo de un objeto, porque ¿acaso alguien se ha podido olvidar de su tropiezo con una oreja gigante de escayola -que esquematiza el oído interno-, en el armario de su clase de biología en el instituto? </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>En contraposición a los de la vida real, y como segundo tipo del catálogo, se encuentran los <b>recuerdos de la vida imaginada</b>, como son los recuerdos de texto -imaginados por una mente creativa-. Estos recuerdos serán los más literarios.<span> </span>Como ejemplo de recuerdo de la vida imaginada, citaré el inusual e imaginado párrafo con el que sueña todo padre, ya sea minero o funcionario. </span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEittlarwsnQx7_78FLN9Qg4pK_MBYWmVDjzjA2NXq0EBy0k3VtLpoLS2oD3OZg6HOfUoCW1iu42tQhQvPipGeN4eWEP7m0__f98WESmNruS8Je6Tt9ecM30l7bXuePEbfoa_q6NNxYxAgwjeWddvkf6vzzl4rwbRX4Zr0SFSZKae25VHx7ZFBZtdp2a/s320/IMG_0561.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="320" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEittlarwsnQx7_78FLN9Qg4pK_MBYWmVDjzjA2NXq0EBy0k3VtLpoLS2oD3OZg6HOfUoCW1iu42tQhQvPipGeN4eWEP7m0__f98WESmNruS8Je6Tt9ecM30l7bXuePEbfoa_q6NNxYxAgwjeWddvkf6vzzl4rwbRX4Zr0SFSZKae25VHx7ZFBZtdp2a/w400-h300/IMG_0561.jpeg" width="400" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiN77kDyIxmNwCk8dmlU6CXf8MjRsQVBqV5C2pZ8CDze8df_tYStzFeQszAZk7EW_G-irUkpo5iV55yMjfWzKC6hV0f2TwLA7BTwKs6ivfLLoH56KrDRWmarKbkODV7L6nwpqIDUqcH7YxuaruKitxz7t3aTEyfvTU3baJpFf96xK_zXJdOprOhCDpu/s320/IMG_0562.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="320" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiN77kDyIxmNwCk8dmlU6CXf8MjRsQVBqV5C2pZ8CDze8df_tYStzFeQszAZk7EW_G-irUkpo5iV55yMjfWzKC6hV0f2TwLA7BTwKs6ivfLLoH56KrDRWmarKbkODV7L6nwpqIDUqcH7YxuaruKitxz7t3aTEyfvTU3baJpFf96xK_zXJdOprOhCDpu/w400-h300/IMG_0562.jpeg" width="400" /></a></div><span style="font-size: large;"><span> </span>Este párrafo es ejemplo de recuerdo de la vida imaginada, es un texto, y lo extrajo mi imaginación de los pensamientos desordenados de mi progenitor,
cuando le hablaba a mi madre sobre cómo deseaba que fuera su hijito, y fue en una conversación que tuvo con ella en una <i>salita decentemente decorada</i>.</span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span> Ejemplo de un recuerdo sensitivo visual:</span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjp2YXAnqiZpW1dR_J44KswY0i0iVcKnh7GcJjKsUf7c_SbhhgdLXJiFVSCLkiM19OIzPQsqfnhGbyzBjUuZrOb-qnmD4UXdryZPWL_2U2Afkfbj2AoJ72xLnsjCPcLZFaBK1lPEgtcEqRp7EYyaHd36l16_iHALOI94BSkNzqfCGzmLRgCg1JR3HlY/s320/IMG_2265.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="320" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjp2YXAnqiZpW1dR_J44KswY0i0iVcKnh7GcJjKsUf7c_SbhhgdLXJiFVSCLkiM19OIzPQsqfnhGbyzBjUuZrOb-qnmD4UXdryZPWL_2U2Afkfbj2AoJ72xLnsjCPcLZFaBK1lPEgtcEqRp7EYyaHd36l16_iHALOI94BSkNzqfCGzmLRgCg1JR3HlY/w400-h300/IMG_2265.jpeg" width="400" /></a></div><span style="font-size: large;"><span> </span>Es sensitivo este recuerdo por todo lo que expresa, un grupo de mineros harapientos, pero con la chulería de los cordobeses, con sus boinas-casco ladeadas. Ambos ejemplos -el párrafo y la foto- se circunscriben a <i>La Venganza del objeto. </i></span><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Me parece que lo del vademécum es imposible abordarlo en toda su profundidad, además, esta entrada pretendía ser la cuarta sobre los recuerdos, con ella quería darle acabo a la memoria y a su única herramienta, el recuerdo. Esto ahora me parece algo imposible.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Se me ocurren una infinidad de modelos, como por ejemplo, los <b>recuerdos cruzados</b>, que serían recuerdos mezclados, o recuerdos al gusto, para poder usarlos en las novelas, sin nombrar a los recuerdos intelectuales, muchos de ellos representados con frases lapidarias. ¡Ah! se me olvidaban, están los <b>recuerdos estructurales</b>, para mí los más importantes, pues son ellos solos los que producen la motivación de una novela. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Pondré algún ejemplo de estos reduerdos estructurales:</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>En <i>Residencia de quemados</i> sin ir más allá, me centré en dos de ellos: 1) lo que me dijo un amigo al respecto de lo que parecía mi casa, una residencia psiquiátrica o mejor aún una residencia de quemados; 2) el segundo se vincula a esas cenas de los sábados en las que mis amigos de antaño y nosotros hacíamos un trueque de productos agropecuarios. Ambos recuerdos estructurales se mostraban como un cajón en el que cada escena de
mi novela cabía. Este último recuerdo estructural es también un <b>recuerdo guía</b>, un recuerdo desde el que monté un desiderátum, la utopía que en mí latía.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span> Recuerdo estructural: <br /></span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgu-KK19ML7j89colRpBclMIRfRshMszUwtFf9fdU2IuzXasURANUotEUHaRfC8_cMOJv5u_FcV3cTUPJgSDUBMM3TSNg3Cw1SYhDm0_JPsHqw0O2cxXNCpdl52B_GfLX8iEapodF7Nc7jyhCKEGwr_3kOopaKAccvV2_q6CDnE84-cthK12AClYTaR/s1024/IMG_0573.PNG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgu-KK19ML7j89colRpBclMIRfRshMszUwtFf9fdU2IuzXasURANUotEUHaRfC8_cMOJv5u_FcV3cTUPJgSDUBMM3TSNg3Cw1SYhDm0_JPsHqw0O2cxXNCpdl52B_GfLX8iEapodF7Nc7jyhCKEGwr_3kOopaKAccvV2_q6CDnE84-cthK12AClYTaR/w400-h300/IMG_0573.PNG" width="400" /></a></div><span style="font-size: large;"><span> </span>Así construye la imaginación un recuerdo guía. De esta manera tan inusual describía mi mente -todavía un tanto <i>adolescente</i>- mi desiderátum. Como buena utopía no era posible, o sea que no pudo ser.<br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Solo me queda hablar de otro tipo de recuerdo, los <b>recuerdos del revés</b>. Estos podrían ser esos tan modificados por la
imaginación que se verían como contrarios a la realidad, lo que les haría pertenecer a la vida imaginada; nadie podría imaginarse un
recuerdo al revés, sin pasar este antes por la fantasía ¡Madre mía! esto no me lo esperaba. Estamos hablando de recuerdos que todo escritor utiliza, sin conocerlos, sin saber que existen y sin saber nada de ellos. Se me hace que deben ser recuerdos tan fuertes que necesitan ser modificados -colocarlos del revés-: el recuerdo de un valiente vale para definir a un
cobarde, o el recuerdo de algo muy alegre que ocurrió servirá para relatar una
escena super triste. No parece que nadie pueda encontrar la diferencia entre los recuerdos contrarios y los del revés. Desde luego ambos forman parte del repertorio que todo escritor sueña con tener.<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><br /><p><br /></p><br /><p><br /></p>Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-19815093307230646302022-03-15T08:53:00.004-07:002022-03-16T07:14:11.515-07:00II. La otra vida de los recuerdos. Recuerdos de "La Venganza del objeto" y de "Residencia de Quemados"<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span><span style="font-size: large;">Continúo la temática de la última entrada. Esta vez reflexiono sobre el pasado como el auténtico motor de los recuerdos, y del rastro que siempre este deja, la nostalgia. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>El presente de nuestras historias se relata desde el pasado, es este quien reescribe cada historieta, eso sí, con las herramientas cognitivas del presente, como por ejemplo la actitud o la motivación, ambas dictan las maneras del relato, o el tono predominante, ya sea este crítico o simplemente descriptivo. El pasado es el único constructor de recuerdos, y al mismo tiempo construye la nostalgia; el pasado la crea, pero igualmente la daña. La nostalgia al notarse en peligro se revuelve, esconde en nuestros huesos sus rastros; puede recluirse, pero se siente tan poderosa que jamás acepta ser borrada. La nostalgia vive por su cuenta, y no existe quién pueda engullirla ¿Qué bicho podría tragarse -sin apenas masticar- la bolsa mohosa repleta de nostalgia? </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span><span style="font-size: large;">Vuelvo con la otra vida de los recuerdos, cuando se hacen carne de narración. Me referiré a las dos primeras novelas que escribí: </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span><span style="font-size: large;"><i>Residencia de quemados</i> fue la primera. Necesitaba darle forma a los aspectos de mi carácter adolescente, y lo
hice desde la exageración llevada a la hipérbole. De esa forma entró en mi
cabeza el personaje principal de <i>Residencia de quemados</i>. Ruta surgió como la
unión de la justicia y la fuerza. ¡Qué difícil aunar la justicia con la fuerza! Estas dos virtudes parecen repelerse siempre que miramos los aconteceres históricos. Pondré algún ejemplo de cómo esquematicé las virtudes de Ruta:</span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi6UlT7m6jEDtkWwreh7jODLmEebJUhX2SumTt7o07BQB7S4uaq-Dgk5c4i9XRHI4OURALmki0iuK2wR2uGIYd6SdEvKK_GE1C25uK4wmYqvITs1OazJmzAFvf5SPJfl1eYxkQfWSg0GBsb7iNq8Pmlw0Y8ebJHxPvOSv3paOd8ivnConIyPuObIhjy=s1024" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi6UlT7m6jEDtkWwreh7jODLmEebJUhX2SumTt7o07BQB7S4uaq-Dgk5c4i9XRHI4OURALmki0iuK2wR2uGIYd6SdEvKK_GE1C25uK4wmYqvITs1OazJmzAFvf5SPJfl1eYxkQfWSg0GBsb7iNq8Pmlw0Y8ebJHxPvOSv3paOd8ivnConIyPuObIhjy=w300-h400" width="300" /></a></div><span style="font-size: large;"> <span><span> </span></span>De esta forma tan poco usual describo el corazón de Ruta, como un
carácter cuasi militar, tal es su arrogncia.<span> <br /></span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span><span> </span></span><span style="font-size: large;">Observe el lector cómo ve Ruta sus estudios. Parece una propuesta imposible de un plan de estudios, de una escuela donde la princesa Ruta apuntaló sus conocimientos entre chozas y Talentos. Así es <i>La aldea de la razón, </i>tal y como yo veía facultad de filosofía. La educación hecha añicos:</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEihUb5TiUtFaehlCLDhS1Al_UMfd_REodHvaJmACqQThfkXAMJszcV9nfzoQEQBB09dDtRB1Xt04s7E5m2K0G8jiveFa3lm77b6kjR-5yhH3AgJ6RZK-SvmYvZoMiyMxAFW3vc6aYOSIO2Eu11di0rzgMEPN-MiojMqlLvMFaqXbyQdSCfJPDy6oDO7=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEihUb5TiUtFaehlCLDhS1Al_UMfd_REodHvaJmACqQThfkXAMJszcV9nfzoQEQBB09dDtRB1Xt04s7E5m2K0G8jiveFa3lm77b6kjR-5yhH3AgJ6RZK-SvmYvZoMiyMxAFW3vc6aYOSIO2Eu11di0rzgMEPN-MiojMqlLvMFaqXbyQdSCfJPDy6oDO7=w400-h300" width="400" /></a></span></div><span style="font-size: large;"> <span> </span> <span></span>Esta era la estructura de <i>La aldea de la razón</i> con sus profesores o Talentos: </span><span style="font-size: large;">¡Alucinante! el mundo imaginario de la `princesita´.<br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span><span style="font-size: large;">De forma más intelectual se narran los defectos psicológicos. Me centré en los más patológicos, o al menos los que más daño me hacían. Mi personaje Clara los trata desde su profesional punto de vista, desde la psicología. Tenía tal fijación por los problemas psicológicos que los metí en mi novela a ver qué pasaba. Una de esas patologías era la monología, los monológicos se me resistían. ¿Quién no tiene cerca una de esas bestias?:</span></p><p style="text-align: justify;"><span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh9aqz2T6bkfIxiyi4iV48vUEC6wadcJ0YGnjYU6XuCZTLt8UUDIeLHLKc70n78tk4yTRpeS2OzdbGM0u7wAZ2xMuY1DlpXjvMli1RpSu9J97AwfuaT4wCeRdcvARF0bAn8rK3t1Dx1dzRIs22mg-vmFbvPp5tQvrlljI15grvCYmrtLhBLW1Uw9H73=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh9aqz2T6bkfIxiyi4iV48vUEC6wadcJ0YGnjYU6XuCZTLt8UUDIeLHLKc70n78tk4yTRpeS2OzdbGM0u7wAZ2xMuY1DlpXjvMli1RpSu9J97AwfuaT4wCeRdcvARF0bAn8rK3t1Dx1dzRIs22mg-vmFbvPp5tQvrlljI15grvCYmrtLhBLW1Uw9H73=w400-h300" width="400" /></a></div><br /> <br /><span style="font-size: large;"></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span> </span></span>Mi fantasía los metió a todos dentro de una sima: la sima de los <i>bestiarios</i>. </span><span style="font-size: large;">Como se puede observar cada patología tenía su <i>psiquiátrico natural</i>. Los <i>bestiarios</i> (los monológicos ancestrales) habitaban encerrados en una sima. En la novela cada patología tiene su propio `imperio´ en el que esta se cobija: </span><span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhCntzTkE6wMU7W42jW-FY6tHqXCApGOn1FgjmUcD9zs5dxbBcuaR6ymeKYWaKj-kWvoZ7ldF25YSxP8xJXSFLaldeJ2jcrIm5sgNcYyK1dCuqf8iFIwN5WZ5aZyPiICnaY84x9_thYrtWYMfPshaEHisNzOyfaB2pskValeZpuCeN_ZrOxr6Vp8uLZ=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhCntzTkE6wMU7W42jW-FY6tHqXCApGOn1FgjmUcD9zs5dxbBcuaR6ymeKYWaKj-kWvoZ7ldF25YSxP8xJXSFLaldeJ2jcrIm5sgNcYyK1dCuqf8iFIwN5WZ5aZyPiICnaY84x9_thYrtWYMfPshaEHisNzOyfaB2pskValeZpuCeN_ZrOxr6Vp8uLZ=w400-h300" width="400" /></a></div><br /> <span style="font-size: large;"><span></span><i>Sazonado corazón</i> es el personaje con la patología que más daño me hacía, y tenía, por supuesto, un referente vivo: el innombrable le llamabamos cariñosamente. Ese era mi amigo, el paladín de tamaña anomalía psíquica: <br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgYS-ePgv5ovov5mvuDQg1pDYBDsPDTJZyW2JaTOPf-A4WUiuZInYV0UKFgbcegj3yBKICapUQCNwPluMTVmGUKxDrkAeI1lPDWJyBAuUnE4l4uVDmD1dZDS6jYwsIyuxX0CXFvhtMOOXSSShBHL0tXFVoSYLb5_NoqwPZpzCza-fMQKSIMpdSejfL1=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgYS-ePgv5ovov5mvuDQg1pDYBDsPDTJZyW2JaTOPf-A4WUiuZInYV0UKFgbcegj3yBKICapUQCNwPluMTVmGUKxDrkAeI1lPDWJyBAuUnE4l4uVDmD1dZDS6jYwsIyuxX0CXFvhtMOOXSSShBHL0tXFVoSYLb5_NoqwPZpzCza-fMQKSIMpdSejfL1=w400-h300" width="400" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiCo-Z9z2IOIIeIfrV-fOXkeaaWYBlLQQ8hkEIFBbf5w4aR6jh0OLIGHwdFJBwSYV7PJMUXlpvWlXg0nKEeDuN2N70io6aZcGu7dRK6tKN773geFq5Z1IrgypNtkGUPzXB68MXbUMtqXxJQIOVjZZV7x63szZAUeGfIzc0B3hXArGDLBDrJIop72RUK=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span></span></a><span style="font-size: large;"><span></span>Otro era <i>El hombre de oro,</i> el espécimen obsesionado con el dinero, con el negociado y las empresas. Este era otro de mis problemáticos psiquícos:</span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span> </span><br /><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiGQ7yYjsdunU8uDdQlG1CQVjrVFgKSQCKSYFni1P-B1OhqI8g_bo9LNIkpdAaYvxJvbZx-Xtq1GvMxyp-GVv-7zXuhBg6cWoyv44TgYSQIqJHSOSXv0XHGFtcP4FUAXuHlrLDbDGutRFfUoeIkY8yaFZtYOYVOajU-Hpdrf5JCF8S-1CCbien2G1ho=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiGQ7yYjsdunU8uDdQlG1CQVjrVFgKSQCKSYFni1P-B1OhqI8g_bo9LNIkpdAaYvxJvbZx-Xtq1GvMxyp-GVv-7zXuhBg6cWoyv44TgYSQIqJHSOSXv0XHGFtcP4FUAXuHlrLDbDGutRFfUoeIkY8yaFZtYOYVOajU-Hpdrf5JCF8S-1CCbien2G1ho=w400-h300" width="400" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span> </span></span>La mujer fantástica se limitaba a las actividades manuales de manera obsesiva: <span> </span> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgOLfn-1h93JFojVD1ZTuJMNn7VEH5ASAXEl4TzqVZQ78_7GI_eVr_PEPuFJgKNZapn1xBAQjo84yVHcGtwUh3mHYnZLJnoTmY43n63rrDQ2bVDALqW6FWyzTlbuoqovDykGGValA6MORFMB8t2CDmiYNWSg94OXVpPRocooVE6o32wxWlGjLT_5cS8=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgOLfn-1h93JFojVD1ZTuJMNn7VEH5ASAXEl4TzqVZQ78_7GI_eVr_PEPuFJgKNZapn1xBAQjo84yVHcGtwUh3mHYnZLJnoTmY43n63rrDQ2bVDALqW6FWyzTlbuoqovDykGGValA6MORFMB8t2CDmiYNWSg94OXVpPRocooVE6o32wxWlGjLT_5cS8=w400-h300" width="400" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><br /> </span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>La novela nació de conversaciones en mi casa con buenos amigos, de un montón de cachitos de recuerdos y con ellos monté la novela ¿Qué más podía yo hacer con estos rastros de nostalgia?<u><br /></u></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span><span style="font-size: large;">De la segunda novela, <i>La venganza del objeto,</i> solo extraeré dos recuerdos ordinarios. Mis
primeras incursiones al campo asturiano.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjtYZPOqxe4L7Uitj-FEQ1wvtSF7b263qyrUiuX9b8GbRjAUgCrmZLvvfzpumOZi7gPcBMqiOyLgJOdWcwjoADQ6AKyH2f25aYczSyFyrYlOejtlmyttBTfDfRUkB_1A5HiNuV49rOLxE3k32oz78agWLR5lBjCMZDuOIS2WQwWgEIMLSWP03BwGCb9=s640" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="359" data-original-width="640" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjtYZPOqxe4L7Uitj-FEQ1wvtSF7b263qyrUiuX9b8GbRjAUgCrmZLvvfzpumOZi7gPcBMqiOyLgJOdWcwjoADQ6AKyH2f25aYczSyFyrYlOejtlmyttBTfDfRUkB_1A5HiNuV49rOLxE3k32oz78agWLR5lBjCMZDuOIS2WQwWgEIMLSWP03BwGCb9=w400-h225" width="400" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span> </span><span style="font-size: large;"> </span><span style="font-size: large;">¡Qué difícil es narrar un sonido! ¡Difícil darle musicalidad a las palabras!</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh4f9VQZRDTTUvbhwi03OwwTg_ldWevjEZqnooR8sCm8fzupTYoM5DvZryoROLR1SadOf6XC5-i8k8-ze6DF8m9vjx1bvQZl2wRKWMmTOtoLGXZ2wD_WsJVGJ9DNOlSxLOq3D1uw44Enw-sLfDSw2vSXQb8HFHkYvkeC6IbsqxF0kx9HkAo5NLXy6Ep=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh4f9VQZRDTTUvbhwi03OwwTg_ldWevjEZqnooR8sCm8fzupTYoM5DvZryoROLR1SadOf6XC5-i8k8-ze6DF8m9vjx1bvQZl2wRKWMmTOtoLGXZ2wD_WsJVGJ9DNOlSxLOq3D1uw44Enw-sLfDSw2vSXQb8HFHkYvkeC6IbsqxF0kx9HkAo5NLXy6Ep=w300-h400" width="300" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><i><span> </span>La venganza del objeto</i> es mi novela más emotiva, en ella tuve que seguír las señales del <b> </b>rastro<b> </b> que deja la nostalgia y ¿cómo se ordena la nostalgia? Solo podía intentarlo ordenando los recuerdos de mi padre, por lo que tuve que introducirlos en un "Devocionario" -un diario sentimental, un calendario emocionante-, cuyo contenido extraje de una cinta -una cassette-, donde se escondía el último testimonio de mi padre. No se le puede tener manía al tiempo por mucho que le dé por triturar recuerdos. El tiempo no solo los tritura, porque además tiene un afán, allanar el pasado, o lo que es lo mismo, iguala los recuerdos, hasta los más estructurales, o los más configurativos; mi cassette era uno de ellos ¿Habrá otras nuevas cassettes? ¿Cuántas cassettes le quedan al mundo? Las novelas perduran y yo a eso le doy las gracias. </span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span><span style="font-size: large;">La narración de <i>La venganza del objeto </i>era tan compleja que precisaba plasmar mi ideología dentro del "Devocionario". Pondré un ejemplo. La obsesión que tenía con las malas artes de los escritores -antes incluso de ser uno de ellos- me llevó a plasmar una pequeña taxonomía de cómo eran los diferentes tipos de escritores. Tal que así me los representaba:<span> </span> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgygRjVRVXR_oQIFSZDcS5q7hgS7DyUOxNwTxkjbb3rg_cKkjgTQwzUAdSRP8kKN3PMSIsgXDwvzrH8k5eRlQ87_0kjxK_ltrY2bWS_kNWIThEfvHfbR5kZQFgDQxcBEBWv0ZyOdrUMCRkYjD4E5bnDGZ-Ya1B3QUGVI6JCpGF9aO5R4boKGKlvQMe8=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgygRjVRVXR_oQIFSZDcS5q7hgS7DyUOxNwTxkjbb3rg_cKkjgTQwzUAdSRP8kKN3PMSIsgXDwvzrH8k5eRlQ87_0kjxK_ltrY2bWS_kNWIThEfvHfbR5kZQFgDQxcBEBWv0ZyOdrUMCRkYjD4E5bnDGZ-Ya1B3QUGVI6JCpGF9aO5R4boKGKlvQMe8=w400-h300" width="400" /></a></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhwEulJMzbKl_H3K0dTMo68S6ISKbIY2BOudZ4gHJbVkpLy9U9-VWIl0YoTgAT3ADvcNOd4myEoXFa9h6z9NWPxwSDmP0RemTMBielET-mZrs93xhcmzm2ocxtaIOIOzBckpFU8ei6RW_cPWfIYmVBE98yePXcitTEiB8quQ2MrVvgKmR-lhhPS3Pcg=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhwEulJMzbKl_H3K0dTMo68S6ISKbIY2BOudZ4gHJbVkpLy9U9-VWIl0YoTgAT3ADvcNOd4myEoXFa9h6z9NWPxwSDmP0RemTMBielET-mZrs93xhcmzm2ocxtaIOIOzBckpFU8ei6RW_cPWfIYmVBE98yePXcitTEiB8quQ2MrVvgKmR-lhhPS3Pcg=w400-h300" width="400" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span></span><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span><span style="font-size: large;">Mi narradora Nativela narra así mi recuerdo.</span></span><br /></div>Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-21595526710513926642022-02-24T02:45:00.001-08:002022-02-24T08:32:35.942-08:00I. La otra vida de los recuerdos. Recuerdos de "El Fósil vivo" y de "Tomoko"<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Es fácil aceptar que hay al menos dos tipos de recuerdos: los que sirven para alimentar la
melancolía de sus protagonistas -con la que se aburre a conocidos y extraños-, y los que encuentran otra vida, una vez se han postulado como carne de novela. Me interesan estos últimos, al ser ellos con los que se escriben las novelas. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Para que los recuerdos adquieran la condición de ser ladrillos de construcción narrativa deberán perder su exactitud -esa tozudez obsesiva que tiene lo recordado por permanecer invariable-, o lo que es lo mismo, que necesitarán unos retoques para transformarse en carne si quieren formar parte de la vida de ficcion. Buscaré algún ejemplo en el que un recuerdo, de pronto, decide ser carne de novela. Como ya he dicho, lo que no será posible si los recuerdos mantienen su obsesión por permanecer exactos. Aparentemente puede parecer un mecanismo fácil, pero para que un "triste" recuerdo adquiera la pesantez necesaria que todo buen relato requiere, como mínimo, necesitará de adiestramiento, así la exactitud perderá su resistencia. Después, la fantasía -como facultad necesaria- mezclará los recuerdos para crear una novela.<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">De <i>El Fósil vivo</i> se me ocurren cuatro ejemplos. El primero: cómo me vino a la cabeza el personaje de Modesto Bauer, de lo que ya hablé en la entrada "La fuerza de un adjetivo" del 28 de diciembre del 2018. En ella explicaba cómo de las anécdotas de un ser real extraje mi <u>personaje</u> inusual. De una conversación con algunos comensales, en la que uno de ellos contó la terrible historieta de un joven (en extremo atacado por la decencia) que pugnaba por una plaza en la enseñanza, y que solo consiguió antes de morir. En este caso, mi personaje fue producto del recuerdo de esa anécdota. Así lo escribí ese día: </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> <i>"Fue
en una comida cuando uno de mis maestros filósofos contó las
"aventuras" de un conocido, un hombre eternamente obsesionado con sacar
una plaza en "salvaje" oposición, pero la anhelada plaza se le resistía.
Al final, ya en su lecho de muerte consiguió ganar el concurso; era un
hombre tan decente que tuvo que esperar la muerte para conseguir su
reconocimiento, porque en nuestra sociedad parece difícil que la
decencia sea amiga del éxito. Como puede verse es una historia usual,
pero a mí me produjo mucha ternura, me conmovió, a pesar de que al
comenzar a escuchar la historia todos nos reímos mucho".</i></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>El segundo recuerdo del que deseo hablar lo escribí tal como lo recordé -el recuerdo era exacto-, sin pasar por los retoques de la fantasía. Lo llamaremos "La chinita", la joven con la que me tropecé en el vestíbulo del <i>Art Institut</i> de Chicago. Este recuerdo, sin ser intimo, daba <u>veracidad </u>y realismo al relato. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjWh5amXVJjppmhBMtb5ljb0Gag5nU82fycJXTUbT3rEk89y6sUun7s4lWUtZNyMR3asExq5PqUFsIL-z5NugWrQmO9Gv2rThFNMwXb_fHVeP4X4KLlz8VRQaNatFNYy_r3Wi_p9AqbwAPc4BDOMINqVK_zRkLkxz2PaDSJyhHCcH9Rbt2uK4XNteba=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjWh5amXVJjppmhBMtb5ljb0Gag5nU82fycJXTUbT3rEk89y6sUun7s4lWUtZNyMR3asExq5PqUFsIL-z5NugWrQmO9Gv2rThFNMwXb_fHVeP4X4KLlz8VRQaNatFNYy_r3Wi_p9AqbwAPc4BDOMINqVK_zRkLkxz2PaDSJyhHCcH9Rbt2uK4XNteba=w400-h300" width="400" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><span> </span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>El tercero es el cuadro en el almanaque: me encontraba en la sala de espera de mi dentista para que me sacaran una muela. El cuadro es archiconocido, por lo que tuve que meterle toda la imaginación y la fantasía para extraer de él una <u>escena</u> entera para mi novela: así escribí la escena:</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> <br /></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh_tbF6fb8SpctgDqe-_I8bCynvPsK2BXC89vsUWlq2jlfJzwgSWBuhIBGbLWdMNvpAHKxgQzz0zeF83zWW4cHIX9__QENQIbUtB0ThzcvNCJNtDB21ViTx__aCOZeXTylx1sS7blIvq5XGHOalYoceYUBY4YUvBGAvW73t2NthOMdrVKKk43MNJPZ4=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh_tbF6fb8SpctgDqe-_I8bCynvPsK2BXC89vsUWlq2jlfJzwgSWBuhIBGbLWdMNvpAHKxgQzz0zeF83zWW4cHIX9__QENQIbUtB0ThzcvNCJNtDB21ViTx__aCOZeXTylx1sS7blIvq5XGHOalYoceYUBY4YUvBGAvW73t2NthOMdrVKKk43MNJPZ4=w300-h400" width="300" /></a></span></span></div><span style="font-size: large;"><span> <span style="font-size: small;">Descripción del cuadro en <i>El fósil vivo. </i>Luna de abajo</span><br /></span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhzelA23P-jbPOHSZ022WOKNEC9HK_SbVR0xIOkm005RfQBcVM0RLIdVmm70HOazcbn3xOqN7QIQqxJ7sReXyfPSpkCCWPJA2ROmircTGBXTpxMvtgEOtYNHyQBblm7HOoXHwdVc3hMJgcv9peUm6Uix-dWyEdBCY75gR8Ye7keuOAjuv18dtiXNoU5=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhzelA23P-jbPOHSZ022WOKNEC9HK_SbVR0xIOkm005RfQBcVM0RLIdVmm70HOazcbn3xOqN7QIQqxJ7sReXyfPSpkCCWPJA2ROmircTGBXTpxMvtgEOtYNHyQBblm7HOoXHwdVc3hMJgcv9peUm6Uix-dWyEdBCY75gR8Ye7keuOAjuv18dtiXNoU5=w300-h400" width="300" /></a></span></div><span style="font-size: large;"> <span style="font-size: small;">Parte de la portada de <i>El fósil vivo</i>. Luna de abajo</span> <br /></span><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEguKN9jz1GQbo1IeDJkg3fG-yNCpXP1_K2fKcLarB0vuj4EXDYNmFDeZ8u-jQxwb8wDcTCrx89b4PIg3XUsSwXLr1ro4sn6y7Oro4LCPbL7acDeVj0W6EhKBRkKb97_XhxgWf2hNnEgICIxPZnby0bqJadz-Rgzrnd7aq0DJ9Rb2WfL0XOnyUVBRxc3=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEguKN9jz1GQbo1IeDJkg3fG-yNCpXP1_K2fKcLarB0vuj4EXDYNmFDeZ8u-jQxwb8wDcTCrx89b4PIg3XUsSwXLr1ro4sn6y7Oro4LCPbL7acDeVj0W6EhKBRkKb97_XhxgWf2hNnEgICIxPZnby0bqJadz-Rgzrnd7aq0DJ9Rb2WfL0XOnyUVBRxc3=w400-h300" width="400" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><span> </span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>El cuarto recuerdo expresa mi estado mental de ese momento, mi odio atroz hacia los turistas del montón, y que no tardé en definir como los bichanclos. Esa era mi <u>ideología </u>contra ese movimiento mundial en favor de la playita, la neverita de hielo y la sombrillita pertinente. Mi narrador, obsesionado con sus notas mentales -los apuntes de sus libretas- tuvo que inventarse una lucha sin cuartel contra algo tan... tan natural como irse a la playa.</span></span><span style="font-size: large;"><span> ¡Menudo compás! ¡Menudo ritmo para novelar!</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjM35cMKVhKcaXvN0EQNiiJTRDunPtV8qvKBDau6tKblHHgFtfRkvNgHEKSLQ50C8myfwG4IV6I_aY2bXEtWVuMq0hqJ5LBqJBm06FdK75u1C8Q3_Zjv95aeVmsfyBbsGPHF8Kni_SkDAIKRhTnCX-eHe9wdAvvuiIptGWRJDSELSf89u1vUT6iNijV=s320" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="320" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjM35cMKVhKcaXvN0EQNiiJTRDunPtV8qvKBDau6tKblHHgFtfRkvNgHEKSLQ50C8myfwG4IV6I_aY2bXEtWVuMq0hqJ5LBqJBm06FdK75u1C8Q3_Zjv95aeVmsfyBbsGPHF8Kni_SkDAIKRhTnCX-eHe9wdAvvuiIptGWRJDSELSf89u1vUT6iNijV=w400-h300" width="400" /></a></span></div><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgdsSSDuFYV8pFsBFJtqOrlEscGvU-76gVayEZApLuGuwOF3elOuVNxpP5Ybz-GSQs-FjBrKDOMrP_EmvBf7tw-Nk71M2yO2LYDzcifEtMlTfxs4ObDf64rEFcH2P7R9z3Tgo0oMDagJINLGsQo7-dDnozZw2vN7z4uzondXLDJXYBa406_7UFTH8TK=s320" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="320" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgdsSSDuFYV8pFsBFJtqOrlEscGvU-76gVayEZApLuGuwOF3elOuVNxpP5Ybz-GSQs-FjBrKDOMrP_EmvBf7tw-Nk71M2yO2LYDzcifEtMlTfxs4ObDf64rEFcH2P7R9z3Tgo0oMDagJINLGsQo7-dDnozZw2vN7z4uzondXLDJXYBa406_7UFTH8TK=w400-h300" width="400" /></a></div><span style="font-size: large;"> <span style="font-size: small;">Cuadros de Ana Canal</span><br /><span> </span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>Puede el lector extraer de estos cuatro recuerdos cuatro categorías trascendentales que se pueden encontrar en mi novela <i>El Fósil vivo</i>: personaje, veracidad, escena e ideología.<br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>En mi novela <i>Tomoko</i>, en cambio, es más fácil lo de rectificar la exactitud de los recuerdos. En <i>Tomoko</i>, cada recuerdo revolvía mis sentimientos, cada combate, </span></span><span style="font-size: large;"><span>cada anécdota, al ser novela biográfica estaba llena de recuerdos; hay que tener en cuenta
que mis experiencias nada tienen que ver con el argumento. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhfWaZRWvIh_y5PjoY9FG3DGwssKHtGyeoAgNY1B7Pv65RFWzNlc9QCg3TkSpFJC8KzY1QkY3I5IjJPJ5xP77_qYX9xyY3cBrxRwz_BQxcUTz-sSgDKZohq6woqYOXtDEQ2lxMkxB6qVf4HB9kfcMulUBI8-96LLZx4eT6nK295khjQlb1IWD5z-IDI=s960" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="960" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhfWaZRWvIh_y5PjoY9FG3DGwssKHtGyeoAgNY1B7Pv65RFWzNlc9QCg3TkSpFJC8KzY1QkY3I5IjJPJ5xP77_qYX9xyY3cBrxRwz_BQxcUTz-sSgDKZohq6woqYOXtDEQ2lxMkxB6qVf4HB9kfcMulUBI8-96LLZx4eT6nK295khjQlb1IWD5z-IDI=w400-h300" width="400" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><span> </span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span>Cada razonamiento mío al respecto del <u>costumbrismo</u> de Japón era verídico, bien cuando lo ponía en boca de mi narrador, o si era la joven Tomoko quien lo expresaba.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj5PgR8IqOJAJdK0zVNgUqe9jHWUSZx1eRfsVx8GWKGJi6_ASzVDI8SMB7Q0tGSJUCRrJfREZQQwGR9H_gYqBa5DuO_-BbKfRGnL4RbH77kWx8snQPHsrfQLZgMxqBt1LlNWo8K3JyXS6qCnqHyXQLre9dVJMl8JKZOl_IxEvDZESEBIUI105wpjT3U=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj5PgR8IqOJAJdK0zVNgUqe9jHWUSZx1eRfsVx8GWKGJi6_ASzVDI8SMB7Q0tGSJUCRrJfREZQQwGR9H_gYqBa5DuO_-BbKfRGnL4RbH77kWx8snQPHsrfQLZgMxqBt1LlNWo8K3JyXS6qCnqHyXQLre9dVJMl8JKZOl_IxEvDZESEBIUI105wpjT3U=w400-h300" width="400" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><span><span><span> <span style="font-size: small;">Texto de la novela <i>Tomoko. </i>Luna de abajo</span><br /></span></span></span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span>Por último, quería comentar algo sobre cómo era mi estado mental: me encontraba en la esquizofrenia
entre la lucha y el pensamiento. Me miraba hacia dentro, y me venían a
la cabeza viajes por el mundo, mientras soñaba con combates de judo, al mismo tiempo que me veía leyendo libros de filosofía y literatura. Esa y no
otra era la <u>psicología </u>que tenía en ese momento, así era mi motivación que se debatía constantemente entre la brutalidad y la intelectualidad.</span></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiS5D2TjMajpcoGDdN3NgtwRVxOx6Jv2-rB9jApp8_eRIlFl-DzKnu_W-VxbQjvIHWp6LTH6LfPD7KC3QYygI4nlLJO3faLfgZ8pk5joF1gIFvSalNIqBvVaNYProVCUPxdsRhKkNGWYUSYOqB7WgnxmhUIZwRRQg0JzfmjFBsCC7Kk3-tfDXvoeRTr=s960" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="960" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiS5D2TjMajpcoGDdN3NgtwRVxOx6Jv2-rB9jApp8_eRIlFl-DzKnu_W-VxbQjvIHWp6LTH6LfPD7KC3QYygI4nlLJO3faLfgZ8pk5joF1gIFvSalNIqBvVaNYProVCUPxdsRhKkNGWYUSYOqB7WgnxmhUIZwRRQg0JzfmjFBsCC7Kk3-tfDXvoeRTr=w400-h300" width="400" /></a></span></span></div><span style="font-size: large;"><span><br /> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiAdjMElryqxLvaYWRUAAVb4_lySSiN0dLYH6JP-tLOpJTff7JIc8BIefAX_sQ0IQPg4eyAt1ozPgQLfZOVOOS6KPM4dElGs6almSek5qnJZ7f2LBbYD5Ivm52rTiwdisAbZ7WU4YrpayG2EBP-HHTtcSBX2BjBy3CWTUqGLAK8FzStWNhZ39V6wsg4=s960" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="960" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiAdjMElryqxLvaYWRUAAVb4_lySSiN0dLYH6JP-tLOpJTff7JIc8BIefAX_sQ0IQPg4eyAt1ozPgQLfZOVOOS6KPM4dElGs6almSek5qnJZ7f2LBbYD5Ivm52rTiwdisAbZ7WU4YrpayG2EBP-HHTtcSBX2BjBy3CWTUqGLAK8FzStWNhZ39V6wsg4=w400-h300" width="400" /></a></div><br /></span></span><p></p><span style="font-size: large;">Dos categorías nuevas en mis maneras de novelar, el costumbrismo y la psicología.</span><br /><p><style>@font-face
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que adquiera la textura de la experiencia. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">De todo lo anterior se deduce que un recuerdo no es otra cosa que una
experiencia, eso sí, una experiencia arregladita. Entonces sería fácil inferir que los rcuerdos -las experiencias- son el material principal que tenemos para
hacer las novelas ¿Son los recuerdos el único material para construirlas</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhlorZX48KJQJ_gti5dR9M_C_gDGfrEms0ESgwsIP23tefWJVPWFCa4aVGdCpnuBWSPI1Iwf8OMJbD4HS0hvRq3mwW0NuCIs5cP_bY7dh7WG-QQb8SFnMPkkbdx300xO7UWP6wOCEpcVRrT7JVMy3Zo0eX-oOZAOILXHzZYSBzsrfLVMvZs-3pVuXVB=s320" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="320" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhlorZX48KJQJ_gti5dR9M_C_gDGfrEms0ESgwsIP23tefWJVPWFCa4aVGdCpnuBWSPI1Iwf8OMJbD4HS0hvRq3mwW0NuCIs5cP_bY7dh7WG-QQb8SFnMPkkbdx300xO7UWP6wOCEpcVRrT7JVMy3Zo0eX-oOZAOILXHzZYSBzsrfLVMvZs-3pVuXVB=w400-h300" width="400" /></a></span></div><span style="font-size: large;"> <span style="font-size: small;">Recuerdo de "El Cañón del Colorado" en color</span><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Esta reflexión precisará de dos entradas posteriores: la primera llevará por título "La otra vida de los recuerdos. Recuerdos de <i>El Fósil Vivo</i> y de <i>Tomoko</i>", y la segunda, titulada "La otra vida de los recuerdos. Recuerdos de <i>La Venganza del objeto</i> y de <i>Residencia de Quemados</i>", que tendrá la misma estructura que la primera. Las fotos me parecen una buena manera de esquematizar los recuerdos, son una magnífica opción; las fotos son un recurso, todavía mejor para el propietario del recuerdo que para el receptor de esa información. </span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg5WACnu9fuxnSBZvs-myc6PlJm6fkMQ2oeik2K3Xb_SSeB_Z51PPA-69RGacxnq_qsT7ZlqS6lYFiK8uxnjZwV97KsSyMK6A2kcWF_NukHgttGlWpVk03HKDPggwGUMxTERuojAoikvGkrGF6kZvJ33Y8UzUsFCDm8-tpzjFMRkNIafVcwSfttWrkA=s320" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="320" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg5WACnu9fuxnSBZvs-myc6PlJm6fkMQ2oeik2K3Xb_SSeB_Z51PPA-69RGacxnq_qsT7ZlqS6lYFiK8uxnjZwV97KsSyMK6A2kcWF_NukHgttGlWpVk03HKDPggwGUMxTERuojAoikvGkrGF6kZvJ33Y8UzUsFCDm8-tpzjFMRkNIafVcwSfttWrkA=w400-h300" width="400" /></a></div> <span style="font-size: small;">Recuerdo de "El Cañón del Colorado" en balnco y negro</span><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><br />Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-71158807042731544292021-10-24T07:56:00.001-07:002021-10-24T08:00:48.595-07:00 La analogía entre la literatura y la vida: la falacia de lo global<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> <span><span> </span></span></span><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-size: large;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span class="d2edcug0 hpfvmrgz qv66sw1b c1et5uql b0tq1wua a8c37x1j keod5gw0 nxhoafnm aigsh9s9 d9wwppkn fe6kdd0r mau55g9w c8b282yb hrzyx87i jq4qci2q a3bd9o3v b1v8xokw oo9gr5id hzawbc8m" dir="auto"><span>Estamos en octubre, buen mes para pensar en algo tan poco cotidiano como la analogía -en absoluto facilona-, entre la literatura y la vida; todavía se nos muestra menos evidente, si le metemos dentro una máxima algo oscura: `lo global es una falacia´. La globalización, que para todos era algo inevitable, ahora, para algunos, puede parecer falaz. ¿Cómo una cosa que siempre se nos presenta como un imposible, un desiderátum, incluso como un imponderable, contiene dentro una falacia? </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-size: large;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span class="d2edcug0 hpfvmrgz qv66sw1b c1et5uql b0tq1wua a8c37x1j keod5gw0 nxhoafnm aigsh9s9 d9wwppkn fe6kdd0r mau55g9w c8b282yb hrzyx87i jq4qci2q a3bd9o3v b1v8xokw oo9gr5id hzawbc8m" dir="auto"><span><span> </span>Efectivamente, todo lo que a simple vista puede parecer global, para algunos seres vivos, es algo que precisa de un agarradero. Necesitamos de un nuevo concepto, con el que guerrear contra esa inexpugnable globalidad. Para que mis personajes actuales se convirtieran en <b>la carne de</b> mis próximas<b> novelas</b> tuve que apostar por el <b>Paletismo Municipal. </b>Este es mi agarradero literario y lo tengo en exclusividad.<br /><b></b></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-size: large;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span class="d2edcug0 hpfvmrgz qv66sw1b c1et5uql b0tq1wua a8c37x1j keod5gw0 nxhoafnm aigsh9s9 d9wwppkn fe6kdd0r mau55g9w c8b282yb hrzyx87i jq4qci2q a3bd9o3v b1v8xokw oo9gr5id hzawbc8m" dir="auto"><span><span> </span>Como se trata de un concepto nuevo tengo que explicarlo. Mis nuevos personajes son tan paletos y diminutos que solo pueden expresarse con un lenguaje chabacano y nada poético. Ellos necesitan esa manera de hablar para mantener su textura tan... ordinaria, alejada del buen código universal de la elegancia. Mis paletos municipales se expresan con la turbulencia de la simplicidad, y se alejan constantemente de la literatura clásica, esa que siempre apuesta por situarse en la posición exacta, en el acierto de lo expresado. </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-size: large;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span class="d2edcug0 hpfvmrgz qv66sw1b c1et5uql b0tq1wua a8c37x1j keod5gw0 nxhoafnm aigsh9s9 d9wwppkn fe6kdd0r mau55g9w c8b282yb hrzyx87i jq4qci2q a3bd9o3v b1v8xokw oo9gr5id hzawbc8m" dir="auto"><span><span> </span>Me siento obligado a pronunciar -por primera vez- el nombre del personaje principal de mi primera antinovela, <i>La Paraeta,</i> la obra que tengo horneando... ¿qué digo? Ya está en el gratinador. Severo se llama "mi titán, el hombre que se habló de tú". <span> </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-size: large;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span class="d2edcug0 hpfvmrgz qv66sw1b c1et5uql b0tq1wua a8c37x1j keod5gw0 nxhoafnm aigsh9s9 d9wwppkn fe6kdd0r mau55g9w c8b282yb hrzyx87i jq4qci2q a3bd9o3v b1v8xokw oo9gr5id hzawbc8m" dir="auto"><span><span> </span>Severo, él solito, contiene toda la psicología del paleto municipal, y, sin apenas notarlo, porta sobre su inmensa espalda chepada una roca de cientos de kilos. En su ofensiva chepa le caben un sinfín de narraciones estereotipadas, de héroes con una retahíla de narradores insufribles. Hablo de esos literatos "oficialísimos" e incansables, siempre obsesionados con adornar </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-size: large;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span class="d2edcug0 hpfvmrgz qv66sw1b c1et5uql b0tq1wua a8c37x1j keod5gw0 nxhoafnm aigsh9s9 d9wwppkn fe6kdd0r mau55g9w c8b282yb hrzyx87i jq4qci2q a3bd9o3v b1v8xokw oo9gr5id hzawbc8m" dir="auto"><span><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-size: large;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span class="d2edcug0 hpfvmrgz qv66sw1b c1et5uql b0tq1wua a8c37x1j keod5gw0 nxhoafnm aigsh9s9 d9wwppkn fe6kdd0r mau55g9w c8b282yb hrzyx87i jq4qci2q a3bd9o3v b1v8xokw oo9gr5id hzawbc8m" dir="auto"><span>cada rincón de su narración,</span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span> con el adorno de sus bellísimas palabras, como si eso fuera posible. ¡Cuántos años -incluso siglos, diría yo- le caben a Severo en sus espaldas!<br /></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> <span><span> </span> </span></span><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span class="d2edcug0 hpfvmrgz qv66sw1b c1et5uql b0tq1wua a8c37x1j keod5gw0 nxhoafnm aigsh9s9 d9wwppkn fe6kdd0r mau55g9w c8b282yb hrzyx87i jq4qci2q a3bd9o3v b1v8xokw oo9gr5id hzawbc8m" dir="auto"><span> Las raíces de Severo son pantanosas, pero son solo suyas y de su pueblo. Severo es un hombre municipal, es de talante tranquilo, suave, amoroso con su Juana. Severo, mi protagonista lacónico -aunque, quien de verdad lo conozca le parecerá un simple paleto-, tiene una mirada que aparenta ser casi cosmopolita, sí, pero sin escapar de su pueblo; por eso el cosmopolitismo del que goza será tan paleto como municipal. Sus hijos y nietos, todos sus ancestros pasados -personajes también de mi novela-, desean ver que el mundo entero reconozca a Severo </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span class="d2edcug0 hpfvmrgz qv66sw1b c1et5uql b0tq1wua a8c37x1j keod5gw0 nxhoafnm aigsh9s9 d9wwppkn fe6kdd0r mau55g9w c8b282yb hrzyx87i jq4qci2q a3bd9o3v b1v8xokw oo9gr5id hzawbc8m" dir="auto"><span><span style="font-size: large;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span class="d2edcug0 hpfvmrgz qv66sw1b c1et5uql b0tq1wua a8c37x1j keod5gw0 nxhoafnm aigsh9s9 d9wwppkn fe6kdd0r mau55g9w c8b282yb hrzyx87i jq4qci2q a3bd9o3v b1v8xokw oo9gr5id hzawbc8m" dir="auto"><span>como un hombre sin igual.</span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span> Ya hablé de mi método empleado en <i>La Paraeta </i>en la entrada del doce de Julio<i>.</i> Por si alguien no lo recuerda, decía: </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span class="d2edcug0 hpfvmrgz qv66sw1b c1et5uql b0tq1wua a8c37x1j keod5gw0 nxhoafnm aigsh9s9 d9wwppkn fe6kdd0r mau55g9w c8b282yb hrzyx87i jq4qci2q a3bd9o3v b1v8xokw oo9gr5id hzawbc8m" dir="auto"><span><span> </span>"<i>(...) mi nuevo método para contar historias, método que precisa colocar las experiencias de una determinada manera: las esperiencias deberán desenfocarse, con permiso, por supuesto, de la imaginación que siempre está activada".</i> </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span class="d2edcug0 hpfvmrgz qv66sw1b c1et5uql b0tq1wua a8c37x1j keod5gw0 nxhoafnm aigsh9s9 d9wwppkn fe6kdd0r mau55g9w c8b282yb hrzyx87i jq4qci2q a3bd9o3v b1v8xokw oo9gr5id hzawbc8m" dir="auto"><span><span> </span>De esta forma explicaba el método para escribir las antinovelas. </span><br /></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span> </span>A este método le faltaba algo, necesitaba unas nuevas maneras de narrar, un sonsonete, tipo infantil o caja de música, al que que llamé <b>costumbrismo narrativo. </b>El tema se las trae. Lo retomaré en entradas posteriores.</span></span></span></span></span></span><span style="font-size: large;"> <br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span> </span>Como puede observarse, en este octubre, parece que necesito hablar sobre entradas del pasado. De esta manera explicaba cómo es, para mí, una antinovela:<i> </i></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span> </span><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><i><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;">"Si
el objetivo es una novela ordinaria, el
método será presentar las experiencias al gusto del escritor; pero, si
el objetivo es una antinovela </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></i><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;">-y esto es lo que es novedoso-, </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span><i><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;">el método
será algo más sofisticado. En una anti-novela la distorsión de las
experiencias tendrá que ser, como mínimo, a la carta, ya se trate de una
anti-novela con narradores algo deficientes, personajes un tanto
peculiares, o, simplemente se trate de una anti-novela con su historia
un poco rara."</span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></i></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span> </span>Severo es el protagonista de <i>La Paraeta</i>. El argumento de la novela me vino a la mente al dictado, por una inolvidable experiencia, la de un tio mío moribundo</span></span></span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;">. De nuevo se nos mete la analogía entre la literatura y la vida. Lean lo que dio de sí una simple experiencia: </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span> </span>Mientras le llegaba la
muerte -a mi tío- un puñado de hijas -tres- se arremolinaban ante él con muchas lágrimas, con la tristeza anticipada por todo lo que se les avecinaba. Antes del último suspiro llegó la
nuera en discordia -la nuera indeseable-, la que estaba casada con su
único hijo varón, y mi tío, antes de expirar extrajo de su ánimo todo el perdón de los
acontecimientos que habían tenido lugar. Dicho perdón venía muy a desmano, por todas las actos anteriores del varón. La escena estaba preparada para
que el lector sufriera, pero se me ocurrió darle un toque cómico, y que el lector se riera un poco; por eso, años después de haberla
vivido, la puse sobre el papel ya reciclada, embadurnada, emborronada o
desenfocada, como se quiera. Me refiero a la escena de mi anti-novela <i>La paraeta</i>,
que saldrá pronto a la luz. Para que se comprenda será necesario releer mi entrada del siete de junio, en la que hablé sobre <b>las experiencias imaginadas:</b></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><b> </b></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span><span style="font-size: large;"><i><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span>"Las
experiencias -aunque las tengamos completas- es preciso mezclarlas con
otras muchas cosas. Las experiencias son tan poco divertidas que
precisan, por ejemplo, de la imaginación para que parezcan otra cosa,
más suculenta y comprensible. Así es como las experiencias se hacen
magras </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span>la imaginación adoba <b>la carne de la novela</b></span>". </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></i><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span> </span><span> </span><span> </span> </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span> </span>Puede parecer inaudito que una novela surja de una sola experiencia, por muy impresionante que esta sea, pero en mi caso así fue, de ella extraje mis personajes, su argumento, el tono y poseriormente todos los recursos literarios. </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span> </span>La falacia de lo global era el tema de esta entrada, y como puede verse, de un simple acontecimiento surge una historia -o una historieta tal vez-, pero ningún lector podrá encontrar en <i>La Paraeta</i> pensamiento global alguno, por mucho que se esfuerce en rebuscar entre los entresijos de mis personajes. Nada, ningún resto de globalidad habrá, ni si lo busca en el paleolítico social, ni tan siquiera allí donde gravitan nuestros pensamientos más sofisticados y profundos, me refiero a nuestra querida Atapuerca.</span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><br /></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><span style="font-size: large;"><br /></span><p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><span style="font-size: small;"><br /></span><p><span style="font-size: small;"><br /></span></p><p><span style="font-size: small;"> <span><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;"><br /></span></span></span></span></span></span></span></p><p><span style="font-size: small;"><br /></span></p><br />Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-73634597776390427382021-08-13T06:57:00.000-07:002021-08-13T06:57:07.569-07:00Dos recuerdos construidos al gusto: ¿Cómo se monta un recuerdo, si solo disponemos de un chispazo primigenio? <p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">En estos días sentimentales muy propensos al recuerdo fácil, cuesta hacerse a la idea -aunque solo sea de manera intuitiva- de que todos los recuerdos son falsos, y, en cambio, hay multitud de estudios que parecen avalar esta toería, pero, entonces ¿cómo se construye un recuerdo? </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Un buen método sería la superposición de varias experiencias o imágenes con las que componer el susodicho recuerdo; todavía mejor, podríamos establecer una yuxtaposición de las distintas visiones con las que cada recuerdo ya cuenta, es decir, con las versiones distintas de todas las ocasiones. Todo esto sin mencionar que el mismo recuerdo es interpretado por más de un implicado. Sería fácil concluir que varias yuxtaposiciones pueden construir por sí solas un recuerdo.</span></p><p style="text-align: justify;"> <span style="font-size: large;"><b>Pero ¿cómo se monta un recuerdo, si solo disponemos de un chispazo primigenio? <br /></b>Tengo al menos dos chispazos en el margen de mis recuerdos: la palangana y la albóndiga. Mi madre de niño me bañaba en un barreño, cubo, piscina olímpica o simple <b>palangana</b> de zinc. ¿Puede una simple palangana trasformarse en piscina olímpica? ¿Y el niño gordito podía vestir pañales de neopreno? Todas esas visiones han sido verdaderas, pero ¿cuál es la primigenia? ¿Cuál es el recuerdo auténtico? Solo puedo garantizar una cosa, que esto ocurrió al amanecer de un día. Desde ese momento tuve que montar el recuerdo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguG7hyphenhyphenuS6Ozk5hMe14IBKQdJT9-uVJ5AxSSglYrSRFMeQfcw99M3EnvyTSMys7akpgNdEzoD4WY1tJOiILmSK6agQY9K0dE8cDrBOh5w1j-vgBSZPB_cgwq__8hlbYHlkJJ27iMT8UvdI/s612/istockphoto-97748511-612x612.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="434" data-original-width="612" height="284" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguG7hyphenhyphenuS6Ozk5hMe14IBKQdJT9-uVJ5AxSSglYrSRFMeQfcw99M3EnvyTSMys7akpgNdEzoD4WY1tJOiILmSK6agQY9K0dE8cDrBOh5w1j-vgBSZPB_cgwq__8hlbYHlkJJ27iMT8UvdI/w400-h284/istockphoto-97748511-612x612.jpg" width="400" /></a></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">Foto: www.istockphoto.com</span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"> <br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">También mi madre que luchaba contra mi hambre feroz me regaló una inmensa bola de carne, una<b> albóndiga</b>, inusual comida para un bebé sin dientes todavía. ¡Qué felicidad debió sentir ese crió! Eso creo. Tuvo que ocurrir en el atardecer de un día. El manjar se convirtió en albóndiga años después, cuando mi madre lo relataba. Fue ella quien se hizo cargo del montaje. Yo me quedé con mi recuerdo, la solitaria imagen de mi madre en bata de guata, bañada en la tenue luz de una vela, como si dicha oscuridad recubriese esa pátina del trozo de mi memoria. ¿Lo recordaré toda mi vida?... Las imágenes las diluye el mismo tiempo que envuelve los recuerdos. Tuve que ayudar a mi madre en el montaje completo del susodicho recuerdo de la albóndiga. </span><br /></div><div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Ambos recuerdos sucedieron en su día, pero luego fueron construídos -montados- al gusto. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Ahora no me dejan dormir por el exceso de sentimiento amoroso maternal, fácil de resumir con una palabra: amor. Podríamos decir que la palangana y la albóndiga las ha producido el sumatorio de dicho amor, las yuxtaposiciones de todos esos sentimientos.</span><br /></p><p><br /></p><br /></div>Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-22667847094988105762021-07-12T07:03:00.008-07:002021-07-12T07:13:27.037-07:00Mi nuevo método: desenfocar las experiencias hasta el absurdo<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Seguiré el hilo de la entrada anterior. En esta comentaba que todo escritor tiene en su juventud sus experiencias bien activadas, y construye de este modo con ellas sus novelas; es lo que llamé la carne de novela, el alimento para toda narración. </span><span style="font-size: medium;"><span>Así lo dije hace casi un mes</span>: "</span><span style="font-size: medium;">La carne de novela está hecha con experiencias manufacturadas, o lo que es lo mismo, </span><span style="font-size: medium;"><span>con experiencias pasadas por el filtro de la imaginación".</span> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">En esta nueva entrada daré alguna pincelada de mi nuevo método para contar historias, método que precisa colocar las experiencias de una determinada manera:<span style="font-family: Cambria;"> </span></span><span style="font-size: medium;"><span><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;">las
experiencias deberán desenfocarse, con permiso, por supuesto, de la imaginación que siempre está activada; ahora bien, el método que seguiré para desenfocarlas será diferente,
según el objetivo que tenga en mente. Si el objetivo es una novela ordinaria, el
método será presentar las experiencias al gusto del escritor; pero, si el objetivo es una antinovela -y esto es lo que es novedoso-, el método será algo más sofisticado. En una anti-novela la distorsión de las experiencias tendrá que ser, como mínimo, a la carta, ya se trate de una anti-novela con narradores algo deficientes, personajes un tanto peculiares, o, simplemente se trate de una anti-novela con su historia un poco rara.</span></span></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Creo que es una buena idea desenfocar las experiencias -hacerlas borrosas- para poder usarlas, y poder así convertirlas en <b>el alimento</b> para la narración. No se debe olvidar que dichas experiencias deberán ser <b>consistentes</b>, para que una vez ya desenfocadas no queden ridículas. Toda experiencia cuando la presentamos desenfocada puede parecer ridícula, pero tras un pequeño análisis saldrá a la luz su consistencia. <br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Cambria;">¿Cómo se puede desenfocar una experiencia?</span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span><span style="font-family: Cambria;"></span></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><span><span style="font-family: Cambria;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjF8PDmUn0xN3vP7rDp4QxE4ZVp_G4RyBezHy2iKr3OvcJK0VJnnSYgcSv7e_epQllvG3C4I0ibR2HCJfYtY-0zgpLt5XYTmQBoqNqZzmoTzpD88wYmkRAAIB7MCvJTUn-5NQu94CHmr28/s667/030b8319-7e7b-45cc-af07-c7179d886c86.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="667" data-original-width="375" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjF8PDmUn0xN3vP7rDp4QxE4ZVp_G4RyBezHy2iKr3OvcJK0VJnnSYgcSv7e_epQllvG3C4I0ibR2HCJfYtY-0zgpLt5XYTmQBoqNqZzmoTzpD88wYmkRAAIB7MCvJTUn-5NQu94CHmr28/w360-h640/030b8319-7e7b-45cc-af07-c7179d886c86.jpg" width="360" /></a></span></span></span></div><span style="font-size: x-large;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span style="font-size: small;"> Paraeta, Kiosco, en Valencia</span></span></span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span style="font-size: small;"> </span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span style="font-size: small;"></span></span></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span style="font-size: small;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6i6kQw9oCv_0t3vNxCjU2Dz57fS4nIsUD3o1IGrqq4mU0GGTDuXazXeouUVqRYr9CnY6ysysaylNp2eMyw5MipBVaTU3pmZJSNg98UN9XeDR5BF_EOvWzpfbdWAXL9DBn-8jD4WieKIA/s667/IMG_0320.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="667" data-original-width="375" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6i6kQw9oCv_0t3vNxCjU2Dz57fS4nIsUD3o1IGrqq4mU0GGTDuXazXeouUVqRYr9CnY6ysysaylNp2eMyw5MipBVaTU3pmZJSNg98UN9XeDR5BF_EOvWzpfbdWAXL9DBn-8jD4WieKIA/w360-h640/IMG_0320.JPG" width="360" /></a></span></span></span></span></div><span style="font-size: x-large;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span style="font-size: small;"><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span>Paraeta desenfocada<br /> </span></span></span></span><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Cambria;">Es bien sabido que todos los recuerdos son falsos. Si esto es cierto, toda experiencia basada en un recuerdo se presentará un poquito desenfocada. Los recuerdos dan la cara <b>embadurnados</b>, por lo que las<b> </b>experiencias que provienen de ellos también las veremos <b>emborronadas</b>, por mucha literatura que se les pegue. Las experiencias presentan su <b>borrón como antifaz, </b>como les ocurre<b> </b>a las caras de los menores cuando son censuradas para proteger su intimidad. Esta manera de tratar la experiencia, </span></span></span><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Cambria;"><span><span><span style="font-family: Cambria;">a muchos </span></span></span>puede parecerles un tanto desmesurada, incluso atrevida. Para que no sea tan difícil<span><span style="font-family: Cambria;"> pondré dos ejemplos:</span></span> </span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span style="font-family: Cambria;">En el primero contaré lo que dio de sí una simple experiencia: tenía en mi cabeza una escena de un tio mío moribundo. Mientras le llegaba la muerte un montón de hijas se arremolinaban ante él y lloraban anticipando lo que se les avecinaba. Antes del último suspiro llegó la nuera en discordia -la nuera indeseable-, la que estaba casada con su único hijo varón, y mi tío extrajo de su ánimo todo el perdón de los acontecimientos que habían tenido lugar. La escena estaba preparada para que el lector sufriera, pero se me ocurrió darle un toque cómico, para que el lector se pudiese reír un poco, por eso, años después de haberla vivido, la puse sobre el papel ya reciclada, embadurnada, emborronada o desenfocada, como se quiera. Me refiero a la escena de mi anti-novela <i>La paraeta</i>, que saldrá pronto a la luz. <br /></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Cambria;">El segundo ejemplo trata de la psicología de los narradores. En este caso me refiero a algo más actual, tiene que ver con la anti-novela que todavía estoy escribiendo. En este momento me propongo algo más difícil: intento que la omniscencia clásica del narrador -esa que a todos tanto apetece, y a la que nadie hace ascos-, esté en entredicho, es decir, que mis narradores dejen de ser unos superdotados repletos de metáforas, y que todo parecen saberlo, pues nada se les escapa; necesito que se comporten tan solo como simples humanos. En este trabajo presento a mis narradores </span></span><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;">-después de desenfocarlos- </span></span>como deficientes cognitivos. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Cambria;">Como se puede comprender sin esforzarse demasiado, en esta anti-novela además de estar desenfocadas las experiencias, también me encargo de trastocar la facultad que el narrador tiene para hablar de ellas. Invento -o creo- una mente distorsionada: <b>mi narrador paleto</b>, sin talento para la narración. Esa, y ninguna otra, es su valía.<b> </b>Necesito dar visos de congruencia a la total incongruencia. Apostarlo todo a un narrador tan paleto que se cree un superdotado ¡Y </span></span><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Cambria;"><span><span style="font-family: Cambria;">anda que no es difícil!</span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span><style>@font-face
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Así es como las experiencias se hacen magras: la imaginación adoba la carne de la novela.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">La carne de novela está hecha con experiencias manufacturadas, o lo que es lo mismo, </span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">con experiencias pasadas por el filtro de la imaginación.</span> En el cuerpo humano la carne nos crece como mejor puede, es imposible </span><span style="font-size: large;">rellenarse el cuerpo, ponerse la carne que a uno le plazca. A diferencia de la carne humana, la carne de novela la podemos manejar y materializar a nuestro gusto con ayuda, por ejemplo, de la fantasía.<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Pero es sabido que la imaginación puede alimentar hasta los defectos, o es que ¿los defectos no se alzan a veces como protagonistas? Y lo que no ha ocurrido ¿no es acaso un buen recurso para una novela?<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Es preciso montar las experiencias sin ponerles límites, darles vida añadiéndoles todo lo que recordamos o vivenciamos como espectacular. Esto es lo que ocurre cuando la imaginación se tropieza con los episodios vividos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">En esta entrada voy a centrarme en la experiencia de un deporte de máxima exigencia, como es el judo. En la juventud y hasta los veinte años estaba obsesionado con la lucha, y sobre todo, con la técnica necesaria para ser un buen luchador competitivo. Era la época del judo acción-reacción, la propuesta, muy conocida, del gigante holandés Anton Guesink, y la increíble técnica del campeón japonés Fumio Sasahara. Tuve que conectar ambas tendencias, aparentemente tan separadas entre sí. De dicha mezcla salí yo, después hice con ella todo lo que pude.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span><span> </span><b>Combates reales imaginarios</b> <br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><i>Tomoko</i> surgió de la combinación de esos combates reales mezclados con toda la fantasía que podía emplear. Toda la novela me vino de las historias que me acecharon en Japón, cuando ingresé en Nichidai -una Universidad de Judo en Tokio-, de las experiencias vividas y maravillosas y de cómo se relacionaron con la imaginación. La fantasía debía encontrarse al mismo nivel que el sudor de los combates. Toda la parte del judo, la memoria del deporte, la tenía intacta a los veinte años; faltaba otro ingrediente para escribir <i>Tomoko</i>: el anhelo por la literatura, que poco parece tener que ver con esa <i>brutalidad</i> del judo de competición. ¡Todavía me cuesta asimilar cómo pude inventar en <i>Tomoko</i> la novela circular! Fue una maravillosa invención que surgió cuando construí el personaje de Charles Sánchezland como contrapunto al esfuerzo y a la "agresividad". Mi cambio en el carácter estaba servido.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3wvpHIQ19fKkFxM2Q43SC8Ev7CFSNA9p50_nicv3G358vbepgSQP4tRE164azVdbK-pvqSugy1Y1oLwh3lqPH6dchtTk9_ToFsATz3YBmoOgq4r3KcXHzS2a3yterRIV8wxSId1wHE4A/s960/IMG_0470.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="960" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3wvpHIQ19fKkFxM2Q43SC8Ev7CFSNA9p50_nicv3G358vbepgSQP4tRE164azVdbK-pvqSugy1Y1oLwh3lqPH6dchtTk9_ToFsATz3YBmoOgq4r3KcXHzS2a3yterRIV8wxSId1wHE4A/w400-h300/IMG_0470.JPG" width="400" /></a></div></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: small;">Foto: Alfredo Hernández en Universidad de Nichidai (Tokio)</span><br /></div><br /><div><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Era una escritura sin límites, o al menos yo no los encontraba, mi fantasía no tenía limites, las flaquezas no existían, todavía. En <i>Tomoko</i> se pueden encontrar todas las herramientas que precisé para su escritura. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">La carne de la novela la tenía toda, solo faltaba que se mezclara con ella la imaginación. <i>Tomoko</i> es la historia de una obsesión que tenía a los veinte años, contada con la madurez de los cincuenta. <i>Tomoko</i> es la historia de los combates reales imaginarios. Las experiencias reales tamizadas por la fantasía. Así es de inmensa.</span><br /></p><p style="text-align: justify;"> </p><p style="text-align: left;"><br /></p></div>Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-59410494465241968882021-04-05T01:08:00.002-07:002021-04-05T01:08:51.991-07:00La posteridad recogidita y las pesadillas que no te dejan dormir<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Necesitaba comentar algo más sobre la "posteridad recogidita", seguir el hilo de la entrada del 28 de
diciembre del pasado año, <i>annus horribilis</i>, en el que fuimos confinados.</span></p><p style="text-align: justify;"><span> </span><span style="font-size: large;">Añoro a mi abuela que siempre me decía: "¡ten todas las cosas de tu vida recogidas!" -<i>recogiditas</i>-, y así de comedida era ella, salvo con la sal, que con mucho se le escapaba, no era quien para frenar su mano. Los guisos le salían salados, lo que llamaba `sentidito´ de sabor. Siempre me aconsejaba: "todo tienes que tenerlo <i>recogidito</i>", las salidas nocturnas, las ropitas y hasta las relaciones sociales </span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><i>recogiditas</i></span>. Sí, ten amigos, pero solo los "que te quepan en una mano". </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span> Ella pensaba que,</span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> si quieres tener tu vida controlada, deberías tener todas tus cosas <i>recogiditas</i>, y no <i>recogiditas </i>de pequeñitas, más bien como ordenaditas. </span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">Así de simple era su concepto. </span></span>Mi abuela tenía razón, </span>y como a mí también me gustaba controlarlo todo, se me ocurrió estirar un poco más el concepto para que abarcase </span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">al término posteridad, pero </span></span></span></span></span></span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">¿podría controlarla?</span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> Me parecía muy difícil pero tenía
que intentarlo.</span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span><span> </span>Como dije en diciembre la posteridad humana no puede ser otra cosa que <i>recogidita</i>,
tenerla a la mano, al gusto propio, y no solo eso, además deberá ser
imaginada, o simplemente, tendrá que vérselas con otras creaciones imaginarias, lo que
nos mete de lleno en un círculo vicioso: la posteridad imaginada construida solamente con creaciones de obras y personajes imaginarios.<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> El desiderátum de una posteridad recogidita imposibilita que en esta quepa lo no escrito todavía. </span>Ni los libros no escritos -<b>las </b></span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><b>obras</b> imaginadas que desean ser escritas-, </span>ni
<b>los personajes</b> imaginados, los posibles personajes que solo habitan en
la cabeza, antes de ser carne de novela, deberían afectar a la posteridad. Tanto
las obras que desean ser escritas, como los personajes fantásticos </span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">gozarán de vida propia, ambos costruidos solo con deseos e imágenes cerebrales. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span><span style="font-size: large;"><b><span> </span></b><span>A pesar de que lo no escrito no tiene cabida en la posteridad, esto no impide que aparezca de manera inoportuna durante mi noche. </span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">Ni la vida interior</span> de las obras, ni la de los personajes imaginarios me dejan dormir, pero ¿cómo puede algo que todavía no ha existido, ni tan siquiera, en la conciencia
del autor, imponer restricciones al sueño? </span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBs5yuuwsLsEDZ3f6IYxMiawmnehybTZ6YkKYXH6xXDLkabNudOjCoul_I7lx51Y-kCRHzm1YU7HDDr6BVvn0iDoTO_xUzNg3xH71jvIdx1iBvZHo9xGck_gqZlR_c-Lj6vA1Qw1QMBQA/s606/Caprichos%252C+La+razo%25CC%2581n+dormida.+Goya.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="606" data-original-width="600" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBs5yuuwsLsEDZ3f6IYxMiawmnehybTZ6YkKYXH6xXDLkabNudOjCoul_I7lx51Y-kCRHzm1YU7HDDr6BVvn0iDoTO_xUzNg3xH71jvIdx1iBvZHo9xGck_gqZlR_c-Lj6vA1Qw1QMBQA/w396-h400/Caprichos%252C+La+razo%25CC%2581n+dormida.+Goya.png" width="396" /></a></div><p></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: x-small;">El sueño de la razón (Caprichos), Goya</span><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Pero hay más, también quieren entrar en mi cama otros indeseables como por ejemplo mis <i>yoes</i> anteriores, mis <i>yoes</i> ya desestimados, que desean seguir vivos, que no se callan; todos tienden a opinar, no paran de hablar, de pensar cosas
estrafalarias. Les mando callar, como hago con los personajes reales, los que ya han revestido de carne las novelas. <br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span> Los personajes no nacidos y las novelas no escritas</span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> me quitan el sueño, le hacen crujir y dan vida a las pesadilla</span>s. </span><span style="font-size: large;"></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Me pregunto, ¿cómo es posible? Parecen tener una vida propia, ¿cómo puede tener vida
propia lo que no ha nacido todavía, lo que no tiene existencia real?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Pondré algunos ejemplos de imaginarias entidades que se apuntan al trastorno de la dormidera.</span> Empezaré con </span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><i>Residencia de Quemados</i>. Los más molestos </span>son algunos
personajes imaginarios, los que no llegaron a ser carne de novela, como otra Clara, con la misma envidiable inteligencia, eso sí, pero que de pronto se contagia de
coronavirus, y tan lista como era, en algún capítulo se vuelve tocha; o Ruta,
propensa como es a derribar imperios, que de pronto se tropieza contra uno no depravado, uno ejemplar políticamente, y no puede hacerle nada. Algo parecido ocurre con <i>El fósil Vivo</i>, una noche que se prometía placentera, a un aburrido Don
Modesto le da por convertirse en corrupto, en indecente. También algo le pasó a Tomoko,
pues ¿no quería hacérseme chabacana? ya sería el colmo, casi contra
natura, ¡Tomoko chabacana! Eso no respetaría ni siquiera la estructura
de mi personaje; por último, </span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">mi querido padre en <i>La Venganza del Objeto</i> se ensarza de nuevo contra
Chiripa, quien incansable, lejos de amedrentarse, le da por atacar. Mientras, Valiente -mi padre disfazado de personaje- con sus
sentidos en carne viva se defiende. Mi catedrático de la melancolía,
gracias a su laico cielo, nuevamente herido vence. <br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Las
obras también quieren apuntarse a mi desvelo nocturno. Por ejemplo, mi ambiciosa propuesta de
la novela circular, de pronto, en sueños se vuelve real, y se hace
hasta con el esfuerzo vital de mi antiguo judo, e imagina otra hipotética
historia que nunca tuvo lugar.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span style="font-size: large;"><span> </span>Puestos a complicar las cosas estos personajes advenedizos
crean <b>lectores</b> también imaginarios (esto ya es la pera), los lectores imaginarios que inventan una
posteridad por su cuenta.</span> </span> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Por lo menos los personajes imaginarios siempre se muestran fieles a sus caracteres, salvo el de Tomoko chabacana, claro.</span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> El conjunto casi infinito -la lista- de todo lo no dicho, todos los participantes de este anecdotario que todavía
no han conocido el esfuerzo de convertirse en carne de novela, constituyen </span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">l<b>a suma de los olvidos</b></span></span>. </span><b>Personajes</b> de humo y<b> obras</b> hechas solo con un aroma, le dan a la posteridad imaginaria una orden de reinventarse, mientras todavía puede.<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><br /><span style="font-size: large;"><b><span style="font-size: large;"><b><span> </span></b></span></b><span style="font-size: large;"><span> </span>¡Buenas
noches! les digo, ¡no les permito entrar en mi noche! Sería una
flaqueza. En general ante cualquier incursión nocturnina hay que actuar
de la misma manera, sin escrúpulos y expulsando a todos esos advenedizos tan insistentes y molestos.</span></span><span style="font-size: large;"> La mejor terapia para
dormir es no dejarles entrar en la noche de los
sueños, ni a esos personajes no natos, ni a las obras que levantan la mano para existir, para hacerse ver. No podemos dejarles seguir s</span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">u nocturnino rastro</span>, dentro de las pesadillas, cuando lo que queremos es dormir. </span></p><p style="text-align: justify;"><span> </span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">Cuanto más nos miramos el ombligo -el de todas nuestras pertenencias imaginarias-, más nos parecemos al paleto de pensamiento que todos llevamos dentro.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>El confinamiento del 2020-21 nos h</span><span style="font-size: large;">izo esto a los humanos.</span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> Lo demás parece haber dejado de existir, está en su ratonera confinado.</span></span><br /><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span></span><span style="font-size: large;"><br /></span></p>Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-89989839164814508632021-03-03T08:47:00.004-08:002021-03-03T08:48:55.989-08:00 ¿Cómo sacar los huevos del bizcocho? Nada más y nada menos<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Por muy mal que esté hecho el bizcocho ¡qué difícil es separar de su mezcla los huevos! Lo mismo ocurre en las novelas, sobre todo en las que los personajes hablan y reflexionan sobre el libro que está dentro de ellas. Ese es mi caso. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqmHEtknApbrrnBahwpUY8stYAyRwekJPZvDDVbdcHIuc0MjCqveyKk6SWJsuYMF7_fKA47WUBgXnjNVAHT8XsmLHrBfNT42YvzJyuLmWsNV16nWUIY8ZDDB8vTDH2UIm0YTpzVWZbfqo/s640/IMG_1922.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="640" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqmHEtknApbrrnBahwpUY8stYAyRwekJPZvDDVbdcHIuc0MjCqveyKk6SWJsuYMF7_fKA47WUBgXnjNVAHT8XsmLHrBfNT42YvzJyuLmWsNV16nWUIY8ZDDB8vTDH2UIm0YTpzVWZbfqo/w400-h300/IMG_1922.JPG" width="400" /></a></span></div><span style="font-size: large;"> <span style="font-size: small;">Foto: El rincón de casa <i>El caminero</i></span><br /> </span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Mi metaliteratura intenta meter una historia dentro de
otra -un libro dentro de otro-. Tal pretensión además de ser difícil puede parecer pretenciosa. En alguna de mis obras es costoso reconocer la historia principal, ¿es esta dificultad un planteamiento novedoso?</span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> Lo realmente novedoso es</span> que los personajes hablen y hablen, reflexionen y reflexionen sin parar sobre el libro inserto en la novela, que en principio era secundario. Los huevos -el libro insertado- también forman parte del bizcocho, quiero decir, de la novela. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">¿Qué es más importante en un cuadro, el paisaje completo que muestra la pintura, o la pequeña cesta con frutas que se encuentra en un rincón, junto a un árbol? </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Pregunto a mis lectores: ¿qué parte del relato consideran más primoridal en mi novela <i>El fósil vivo</i>? ¿La del <i>Sacrotocho</i> o la historia de Ausonio y su cuidadora, María del Océano? Y si hablamos de <i>Residencia de Quemados </i>con su Relato Total ¿quién se lleva el gato al agua, Clara o la princesa Ruta?</span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> En <i>Tomoko</i> es más complicado, ya que la historia de ficción contiene dentro otro relato; es la historia de una repercusión literaria, por supuesto, también inventada: ¿quién será ahora más importante,</span> Tomoko o la singular historia de Charles Sánchezland? </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">En cada caso -en cada novela que he nombrado- existe <b>una relación diferente entre los dos libros</b> que conviven en la misma novela: el reto es averiguar donde acaba el continente y empieza el contenido. La analogía culinaria, casi pastelera, de nuevo ataca, bizcocho y huevos siguen tan unidos que intentar separarlos es una quimera. Qué difícil hacer un bizcocho sin antes conocer el sabor que promete el huevo.</span><span style="font-size: large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Con anterioridad, en otra entrada, hablé de una novedad, </span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;">se me ocurrió la creación de un <b>personaje inusual</b>, un libro antiguo, el <i>Sacrotocho</i> que tenía la cualidad de auto-decirse.</span></span> Me refiero a la entrada del 5 de septiembre del año 2019. Esta entrada se titulaba <i>El Sacrotocho, el libro que se autonarra</i>. </span><span style="font-size: large;">Copio parte de la entrada para ejemplificar la idea de la síntesis estrecha entre el bizcocho y los huevos. Creo que no es preciso conocer la historia de <i>El Fósil vivo</i> para comprender de lo que hablo: <b> <br /></b></span></p><div style="text-align: justify;"><blockquote><p><span style="font-size: large;">(...) un
libro antiguo, el <i>Sacrotocho </i>que tenía la cualidad de auto-decirse;
quiero decir, que él mismo contaba sus avatares, todo lo que le pasaba y
cómo los años se ensañaron con su existencia de papel. Este recurso fue
para mí novedoso, pues nunca antes lo había encontrado en otras
novelas, nada menos que un libro con conciencia, que habla. Todo ello le
hacía ser un narrador diferente, sobre todo cuando al final tomó el
relevo de la narración y asumió sus dotes de protagonista. </span>
</p><div>
<div>
<span style="font-size: large;">Así se comenta a sí mismo el libro que habla, el <i>Sacrotocho</i>, el libro sagrado editado en piel de peregrino:</span></div>
<div>
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmPZwK176mN5atmLGAWpGbq_sN41-i_TtOhpDcABT_We5cE8UOCnH-dfrbABeVyhPmM1KQ6umhMTmlxu6Lce1jfCeI0MlGvnOqEvhi1-IK-AOsRCZjRARJkYZQ6JWHmmpG-PQlol4sQ_k/s1600/IMG_0411.PNG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmPZwK176mN5atmLGAWpGbq_sN41-i_TtOhpDcABT_We5cE8UOCnH-dfrbABeVyhPmM1KQ6umhMTmlxu6Lce1jfCeI0MlGvnOqEvhi1-IK-AOsRCZjRARJkYZQ6JWHmmpG-PQlol4sQ_k/s400/IMG_0411.PNG" width="400" /></a></div>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl9CRn56QBzLYnjbiIM6NaAkukKydCdYTcbYvdDHino-XDAZampa4WGwdm4HvJ4I-E5Y6xmfog2gB9Uevv6RRtzJQgGiOEduqrwATZuUYbc2LKOETG5zdE8g4d5A9nZRwjptxCCC2aOfg/s1600/IMG_0412.PNG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl9CRn56QBzLYnjbiIM6NaAkukKydCdYTcbYvdDHino-XDAZampa4WGwdm4HvJ4I-E5Y6xmfog2gB9Uevv6RRtzJQgGiOEduqrwATZuUYbc2LKOETG5zdE8g4d5A9nZRwjptxCCC2aOfg/s400/IMG_0412.PNG" width="400" /></a></div>
<span style="font-size: large;"><br /></span><br /></div><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: 0px; margin-right: 0px; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><br /></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br /></td></tr></tbody></table></blockquote></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td></tr></tbody></table><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-9504089907605343622020-12-28T01:38:00.001-08:002021-01-16T02:31:12.569-08:00La posteridad "recogidita" o el estruendo del silencio<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Todos somos seres <i>patafísicos</i> -o quisiéramos serlo-, para todos los temas. ¡Cómo nos cuesta conformarnos con la posteridad igualitaria!, la que por ser </span><b><span style="font-size: large;"><i>recogidita</i></span></b><span style="font-size: large;"><i> </i>nos afectará a todos. Odiamos esta posteridad aniquiladora que se quiere llevar a todos por delante. Es el ser recogidita lo que le hace perder su encanto. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Parece necesario premiar el esfuerzo inmenso que nuestro cerebro acoge para crear los personajes, que aunque grandes en sus pretensiones vitales, todos, de tener la suerte de ver la luz, serán igualitariamente olvidados. Dicho esfuerzo mental no tiene explicación lógica, todos deberán esfumarse a la velocidad de los humanos -poco tiempo parece quedarle al humano-; los personajes volarán por encima de nosotros, ingrávidos, en el espacio que marca el slencio de los tiempos. Se elevan sobre nuestras cabezas y se parecen a nosotros, o todavía mejor ¡somos nosotros! ya que cada uno porta una parte de nuestra esforzada mente ¡Qué estruendo oiremos! será sonoro, el cataclismo, la destrucción de los que nunca vivieron en estado cárnico, que tampoco gozaron de huesos, alguién escuchará el ruido de su caída. El silencio se trasforma en estruendo, o mejor, algunos lo llamaremos <b>el estruendo del silencio.</b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><b> </b></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9cQPq4smMSiPivzQbpEwTG7P4VJ10Q1Bphxac4h9cmzpChkhzR3yBIKXCwvrave41UyFB7veo4sRfrHKBlCpmAfZZTvN61SbEPZVTpeRXLSxVmKtTADVexxol22-JQbEt6zk_Pg7dEW4/s304/IMG_2530.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="304" data-original-width="240" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9cQPq4smMSiPivzQbpEwTG7P4VJ10Q1Bphxac4h9cmzpChkhzR3yBIKXCwvrave41UyFB7veo4sRfrHKBlCpmAfZZTvN61SbEPZVTpeRXLSxVmKtTADVexxol22-JQbEt6zk_Pg7dEW4/w316-h400/IMG_2530.jpeg" width="316" /></a><span style="font-size: large;"><span style="font-size: small;"> </span></span></b></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b><span style="font-size: large;"><span style="font-size: small;">Pintura: Rocío Caballero</span><br /></span></b></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><b> </b>De la visión de este cuadro figurativo de una pintora mexicana, hace ya algún tiempo me surgió esta reflexión. El ruido de los humanos flotantes cuando caen para ocupar su triste espacio. Solo pondré un ejemplo, el de Modesto Bauer, el sufridor personaje en la existencia de mi novela <i>El Fósil Vivo,</i> el que sentí como propio, incrustado en mis adultas carnes, que ocupará el espacio del vacío inmenso, que se conformará con la pérdida infinita; don Modesto, el <i>primer decente</i> -como yo le llamo-, no tendrá más remedio que mantener intacta <b>la dignidad del olvidado.</b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Toda posteridad -quiero decir toda y la de todos- tendrá que vérselas con el mismo estruendo, más poderoso que la naturaleza de los seres sintientes, y no te digo nada de los seres que fueron pensados en cualquier cabeza, por muy laureada que se crea. Aún así, y a pesar de esta nostalgia <i>patafísica</i>, nos queda el único consuelo, la única fuerza ineludible: hacer grande lo que creamos para que los gusanos tengan algo que comer en su festín eterno. Esta obsesión no deja intacto al creador que todos llevamos dentro y amenaza con matarnos. Todo ello parece la explicación <b>chabacana</b> de la meta... de la <i>patafísica.</i><br /></span></p><p> </p>Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-16204036174716168252020-11-12T08:41:00.001-08:002020-11-12T08:41:11.542-08:00Literatura cofinada<p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">El Momento</span></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">En pleno confinamiento, mientras <i>disfrutaba </i>de este tan injusto y atroz encierro, necesitaba sumarme a las voces populares sobre la pandemia. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Todos decían algo, aunque yo sentía que ya todo se había medio dicho, argumentado, falseado, medio corregido o exagerado. Me encontraba en pleno proceso creativo gestionando la presunta estupidez de mis personajes, al tiempo que dictaminaba la mediocridad de mi nuevo narrador; estaba casi al final de este proceso de creación, y ya había dictaminado: la mente de mis nuevos personajes sería de miras cortas, su mundo se ubicaría en un mundo no globalizado.</span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> Mi nueva novela cuenta la historia de unos paletos con la mente muy austera. Así acababa con la sofisticada disertación sobre si me iba a dedicar en los próximos meses a temas filosóficos como la transhumanización, o sobre la catadura moral de mis personajes. También abandoné el debate entre la globalización o la <i>turbo-globalización -</i>esa invención o vorágine que devora todo<i>-</i>. Pese a todo, y mira que me cuesta hasta nombrarlo de lo rarito que es-, ese será el tema de mi nueva ficción. </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Fue en ese<b> momento</b> exacto, mientras mis pensamientos me mantenían alejado de la pandemia, cuando concluí que un paleto puede adquirir el título de personaje principal de un relato. En ese momento llegó a mis manos -por recomendación de fuentes ilustradas-, la historia de la que quiero hacer mi comentario.<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">La Novela</span></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>La maravilla de la que hablo es una novela de 1949 escrita por George R. Stewart, <i>La Tierra permanece</i>, es la obra de un visionario, con esa inusual capacidad que tienen algunos para diagnosticar algo que le puede ocurrir al mundo. Esta novela desde un pasado ficticio cuenta, no sólo lo que le ha ocurrido a la humanidad -su merecido presente-, sino también lo que le espera en el futuro.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2j_asQzPFMGMUfQ3OxBumAFRjCny3LuckPm91zSbWIf6OxP8jEQCasXVkCR71dWOp8zY8kpbgQELPBZ1id5vM8uxeg1uIRsgW7VrNBO8YtURx-YUvtMzsAOZpHDJFBKVm-JhJ7Vj_gdg/s1024/IMG_0509.PNG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2j_asQzPFMGMUfQ3OxBumAFRjCny3LuckPm91zSbWIf6OxP8jEQCasXVkCR71dWOp8zY8kpbgQELPBZ1id5vM8uxeg1uIRsgW7VrNBO8YtURx-YUvtMzsAOZpHDJFBKVm-JhJ7Vj_gdg/w300-h400/IMG_0509.PNG" width="300" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span style="font-size: small;">Editor digital: betatron</span></span> <br /><p></p><p style="text-align: justify;"> <b><span style="font-size: large;">El Argumento</span></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>El protagonista, un geógrafo que prepara una tesis doctoral sobre ecología, aislado durante meses en las montañas, sin medios de comunicación, se siente enfermo al ser mordido por una serpiente. Al sentir ese miedo a morir tan humano vuelve a su casa en San Francisco. Pronto se da cuenta de que en la ciudad no hay nadie. La primera impresión es que los humanos han sido casi todos extinguidos a causa de un virus. La epidemia debió propagarse con mucha virulencia por los Estados Unidos. Pronto descubre, al leer los periódicos, que la expansión de la pandemia por todo el planeta fue debido a los viajes en avión. Entonces se pregunta "¿cómo he podido sobrevivir?" La primera hipótesis es que algún antídoto tuvo que infiltrarle la mordedura de la serpiente. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Ish, que así se llama el protagonista, lejos de desesperarse se embarca en un viaje solitario de costa a costa, de oeste a este de EEUU. Al final del viaje decidirá volver a casa de sus padres, en San Francisco. Pronto encontrará más supervivientes, incluso una mujer de la que se enamora, con la que tendrá numerosos hijos. Su nueva familia junto con otros supervivientes se unen para formar una Tribu, de la que nacerán nuevas generaciones; pero todos, por cómo ha quedado el mundo, dejan de creer en los conocimientos cientifico-técnicos, esos que produjeron tantos adelantos. Ish -el personaje principal un tanto melancólico- siempre estará obsesionado con recuperar la civilización perdida. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Al final, Ish en un acto de redención consigo mismo asume que los avances de la civilización, por muy novedosos e importantes que resulten, son todos caducos y efímeros.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><b>El Presente</b> <br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>La analogía con la pandemia por covid parece inevitable. Nosotros, igual que hace el protagonista de <i>La Tierra Permanece</i>, hemos bautizado la pandemia como <b>El Gran Desastre</b>, y para el próximo año, ya tenemos un nombre, <b>el año uno</b>; ojalá a este próximo año podamos llamarlo el <b>año bueno</b>. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Con estas bellas palabras termina la novela: <br /></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span><i>"Miró otra vez las cimas lejanas. Se había esforzado tanto… Había luchado… Había mirado hacia el pasado y el futuro. ¿Qué importaba todo ahora? ¿Qué había hecho realmente?</i></span><br /><span style="font-size: large;"><i><span> </span>Nada quedaba de todos sus esfuerzos. Se dormiría, descansaría en las faldas de aquellas montañas que se parecían a los pechos de una mujer y eran a la vez un símbolo y un consuelo.</i></span><br /><span style="font-size: large;"><i><span> </span>En seguida, aunque apenas veía ahora, se volvió hacia los jóvenes. Me entregarán a la tierra, pensó. Y yo también los entrego a la tierra, madre de los hombres. <b>Los hombres van y vienen, pero la Tierra permanece.”</b></i></span><br /><br /></div>Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-33794890644446925192020-10-28T02:08:00.001-07:002020-10-28T02:08:10.285-07:00La ficción real<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>¿Quién no tiene un recuerdo de su infancia, falso, como son todos los recuerdos? Sí, cualquiera puede ser el portador de un recuerdo vapuleado, modificado, tergiversado por una villana, la memoria, la que vive por su cuenta. Todo recuerdo lo coloca la memoria en el cajón que más le conviene, y a veces lo tira, pero otras lo guarda, a la espera de ser utilizado para cualquier menester.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Pongamos por caso que un autor -o cualquier agente portador de recuerdos-, recurre a uno de esos ya tergiversados, como ingrediente para narrar la escena de una novela. Para ello necesitará que un personaje se apropie de él, el personaje que lo usará como anécdota, que hablará de él como si fuera suyo, el recuerdo estará en relación directa con las manías, creencias y puntos de vista, todos ellos ficcionales, del personaje. Es así como el recuerdo adquiere el status de primordial, de protagonista. Por esta razón debemos tener cuidado a la hora de elegirlo y no cunfundirnos. El recuerdo debe ser exacto y unitario.<span> </span><span><span> </span> </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>¿Cómo se crea una escena desde la experiencia, una vez elegido el recuerdo? La experiencia parece ser la única herramienta que posee el escritor. El autor deberá apropiarse de algo que le ocurrió en su vida, y que ya está modificado por el carácter <i>caprichoso</i> de la memoria. Además, el personaje de ficción deberá apropiarse de esa misma experiencia. De todo este lío el autor construirá un episodio que sea creíble. Parece imposible que de un artefacto tan volátil y borroso -un recuerdo solitario-, que ha sido filtrado por el autor y por el personaje de ficción, pueda salir algo útil para la narración.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>¿Cómo es posible que el recuerdo sea un recurso principal? Podría ser que la razón esté relacionada con la creencia de que nada saldrá de la mente de un escritor que no haya estado antes en su memoria, en la experiencia vivida. Hasta la imaginación, que parecería habitar por su cuenta está condenada: se encuentra enclaustrada en la misma experiencia de la memoria, por muchas vueltas que le demos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Aún hay autores que abominan de la fantasía, y eso que tanto ella como su hermanita pequeña la ficción -la fantasía más concreta-, son reales. La fantasía puede ser más o menos exacta, pero es real.<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>¿Y cómo hacer que de un recuerdo tan leve e inmaterial salga un plato suculento para una buena narración? Pondré el ejemplo de un recuerdo esquematizado: <br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> <span> </span>Dos niños entablan amistad en la clase de Don Fernando. Uno de ellos es Paquito, y aunque su cuerpo es deforme -o precisamente por eso- le cuenta al compañero<i> </i>lo bien que se lo pasa en el gimnasio, el centro al que su padre le inscribió en el año 65, para que se "enderezase" un tanto. ¡Qué bien jugaba en el Gim! ¡Cómo disfrutaba con ese móntón de hombres forzudos!</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>-Tienes que venirte a mi casa a merendar -le invitaba Paquito- y después nos vamos al gimnasio para que veas cómo nos divertimos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> </span>Así fue, aunque ante las palabras del maestro, entumecidos por el miedo, callaron, para oír recitar a Don Fernando los seis ríos principales de España.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsNYZrE11bvUVhdjvhBJvUQBxDNLgNxq7o1Yg3gNsoPk6utal-cTy-1SHXQfZo9mKaycYYDR4saVAYJM48GDZIx7FCgMjy0reV-C3g1hlo_TeqbzeV4IVXmO3nNayHwPTDlgglZi_gfeE/s960/IMG_0499.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="960" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsNYZrE11bvUVhdjvhBJvUQBxDNLgNxq7o1Yg3gNsoPk6utal-cTy-1SHXQfZo9mKaycYYDR4saVAYJM48GDZIx7FCgMjy0reV-C3g1hlo_TeqbzeV4IVXmO3nNayHwPTDlgglZi_gfeE/w400-h300/IMG_0499.JPG" width="400" /></a></span></div><p></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><span> <span style="font-size: small;">Foto: Recuerdo de Alfredo Hernández<br /></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span> <span> </span></span>El recuerdo del que hablo no tuvo mayor trascendencia. Paquito, ¿quién sabrá dónde acabó? El amigo era yo. Con diez años recién cumplidos ingresé en el susodicho gimnasio del que todavía sigo enganchado por esos recuerdos.<br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><br />Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-43934084605624665072020-09-10T08:20:00.002-07:002020-09-10T08:20:51.019-07:00¿Cómo hacer una anti-novela puzzle? <div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pronto publicaré mi próxima novela, <i>La Paraeta </i>-todavía no sé exactamente si se titulará así- se tratará de mi primera anti-novela.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Mientras tanto, como conté anteriormente en mi blog, siento la necesidad de seguir experimentando con el concepto de anti-novela.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Hace muy poco me vino a la cabeza un nuevo concepto para <b>la creación </b>de novelas, y lo voy a llamar <b>anti-novela puzzle</b>. Como ya expliqué en anteriores entradas, la antinovela empleará una narración en prosa con un narrador deficiente, o mejor aún, con un montón de narradores no aptos. </span><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjstWZrx6w7YAIGdOtv91gtHkey_xpb1kKTveCxFEDyYfspDc3dz2wxZ__BQKpjeIAYiy1lSyw7tTXRQkDEGVQSP5HP1oWAJU5lekWjfSvJqfxuixz97WUPWVvD0HSfHhlk5XY34fj_3OA/s1600/IMG_0492.PNG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjstWZrx6w7YAIGdOtv91gtHkey_xpb1kKTveCxFEDyYfspDc3dz2wxZ__BQKpjeIAYiy1lSyw7tTXRQkDEGVQSP5HP1oWAJU5lekWjfSvJqfxuixz97WUPWVvD0HSfHhlk5XY34fj_3OA/s320/IMG_0492.PNG" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: x-small;">Foto: ComputerHoy.com</span></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Ya la empecé a escribir y la denomino <b>anti-novela puzzle</b>, porque al ser narrada por distintos narradores deficientes, requeriré de múltiples piezas para componerla, como por ejemplo, cartas, testimonios directos, dietarios, diarios, diálogos, etc. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Lo más novedoso será que el lector deberá acoplar todas esas piezas del puzzle; de esta manera pretendo hacer responsable al lector de la congruencia del relato. Él juntará las historias de los narradores, y sacará él mismo sus propias conclusiones. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Con ello no quiero decir que el lector tenga un protagonismo activo en la narración, no, pero sí será él quien dictamine el grado más o menos austero de dicha deficiencia. </span></div>
<br />Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-89293196419340712442020-07-07T09:02:00.002-07:002020-07-07T09:02:27.412-07:00De la fórmula de ciencias a la fórmula de letras<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El concepto de <b>Fórmula</b> parece ceñirse a algo estrictamente matemático, pero creo que toda fórmula tiene otros poderes, otros significados, por ejemplo, el de ser la forma esquemática de un pensamiento, que además puede trasformarse en una sentencia ideológica.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Siempre me reía de las fórmulas matemáticas, hasta que me tropecé con la que cambió mi vida.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">"P aún no es Q", ¡Qué maravilla! ¡Qué ocurrencia! ¿Cómo puede algo tan simple producir una historia? ¿Verdad que parece algo enigmático?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">"P aún no es Q" me vino a la cabeza y empecé a darle vueltas y vueltas. Se me presentaba como una idea primigenia, hasta que se convirtió en la obsesión que dio pie a mi novela <i>Residencia de quemados. "</i>P" sería Clara, antes de completarse, y tenía que esforzarse para completar su evolución, hasta convertirse en "Q" -la Clara mejorada. Exacto, Clara -mi personaje principal- tenía que mejorar hasta ser perfecta. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El concepto de fórmula es estrictamente matemático, pero yo lo amplié al pensamiento -la transformé de fórmula de ciencias a fórmula de letras-. El álgebra matemática se estiraría hasta invadir la zona del espíritu donde se encuentra el pensamiento humanístico. Un trozo de pensamiento, esquematizado con el formato de una fórmula, puede construir, por si solo, toda la narración creando el sentido y el tono de la novela, siempre y cuando sea una fórmula configurativa -o primordial- para toda la novela. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Como puede verse todo me surgió por una fórmula matemática -o más exactamente, de la lógica: "P aún no es Q"<b>. </b>¡Qué magnífico principio para una novela! el germen que la produciría: Clara iba a precisar de todo el relato para cambiar en su trabajo, en sus relaciones personales, tendría que mejorar como persona. "P aún no es Q", lo necesité para todo el relato, el personaje debería cambiar, mejorar, trasformarse, hasta dar la talla.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Hasta aquí la <b>fórmula primordial</b> para la novela. Ahora me centraré en las <b>fórmulas subsidiarias</b>; en este terreno las matemáticas se pierden debido al sofisticado contenido del pensamiento que dichas fórmulas tienen que revelar. Solamente nombraré dos, que se corresponden a los dos <b>niveles narrativos</b> principales:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">1) La fórmula sobre la psicología. Esta tenía que expresar mi aversión a esa disciplina, como ciencia menor, por todo el daño que le había hecho a mis queridos amigos -mis quemados-. El sentido y tono de esta fórmula puede verse en este texto: </span></div>
<span style="font-size: large; text-align: justify;"><i>"Pero nosotros los psicólogos no somos mejores; también hacemos eso, anulamos la reflexión de los sufridores al poner nombre a sus dolencias: «es usted un psicótico y no se esfuerce en clasificarse de otra manera», sentenciamos, o «padece usted un complejo de Edipo, como una catedral de grande». Dominamos el medio porque es nuestro, porque nosotros inventamos dicha sed, porque quisimos ser dioses, y estos no dejan que los hombrecillos se emancipen"</i>. </span><br />
<span style="font-size: large; text-align: justify;"><br /></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQD3KaTWojR9aEGI_W1UEF4lpTGpTfVMRLU0D4tyg7HfzO2p5E0Dr6ikIalDn-gLdVSAmuWGOfjNLfFY47XreM3eL5Vx__mZt6infW3CRKpHQ8RtydwoWsLxHtHWlc0IF97SMkkgUII9g/s1600/IMG_0489.PNG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQD3KaTWojR9aEGI_W1UEF4lpTGpTfVMRLU0D4tyg7HfzO2p5E0Dr6ikIalDn-gLdVSAmuWGOfjNLfFY47XreM3eL5Vx__mZt6infW3CRKpHQ8RtydwoWsLxHtHWlc0IF97SMkkgUII9g/s400/IMG_0489.PNG" width="300" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
Diseño: Pandiella y Ocio</div>
<span style="font-size: large; text-align: justify;"><br /></span>
<span style="font-size: large; text-align: justify;">Como puede notarse el carácter del enfermo siempre estaba en entredicho, o sea, nada favorecía a la cura, simplemente carecía de valor. Por eso necesité a Ruta.</span><br />
<span style="font-size: large; text-align: justify;">2) La fórmula de la princesa Ruta. La visión de Ruta es tan igualitaria que culpa tanto al tirano como a su lacayo. Así de crudo lo expresa mi princesita: <i>"pues lacayo y tirano se confunden, como de difícil es saber dónde acaba el desgraciado y empieza su joroba,". </i>Esta fórmula es fácil de comprender en el actual momento en el que se encuentra la política.</span><span style="font-size: large;"></span><br />
<span style="font-size: large; text-align: justify;"><br /></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNCx2wFgZLrPCDBRrI21degnlXMYo9ZR1JAklwSgrz_SOTH1XuXEAg5zE2U7uRIkDnYl6Im7AGty0TQQkDLlrzT9gLMiGpPc-OC7Iar0GPMsIc-DeQMbRGj89wi9OJVrMv2D9TxwQmBUY/s1600/IMG_0490.PNG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNCx2wFgZLrPCDBRrI21degnlXMYo9ZR1JAklwSgrz_SOTH1XuXEAg5zE2U7uRIkDnYl6Im7AGty0TQQkDLlrzT9gLMiGpPc-OC7Iar0GPMsIc-DeQMbRGj89wi9OJVrMv2D9TxwQmBUY/s400/IMG_0490.PNG" width="300" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="text-align: justify;">Diseño: Pandiella y Ocio</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="text-align: justify;"><br /></span></div>
<span style="font-size: large;">
</span>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Ambas -la fórmula psicológica y la de Ruta-, las repetí en múltiples ocasiones y con diferentes formatos. Te puedes tropezar con ellas en múltiples contextos, son la música de mi novela; como puede notarse no soportaba la ambigüedad. Las dos fórmulas se metían en mi cabeza, me la envenenaban hasta apoderarse de todo la narración, como hace cualquier obsesión. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Las dos tienen un nexo común. Las dos acechan contra la responsabilidad del individuo, algo que hoy en día adquiere toda su importancia debido a los nuevos acontecimientos.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Lo mismo ocurría cuando me proponía escribir párrafos de alguna de las dos historias. Necesitaba concentrarme con cualquiera de las dos fórmulas, como hace cualquier autor, cuando elige la música que más le inspira. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Por último, para encontrar el rastro, <b>la vida interior</b> de la fórmula, sería necesario bucear en la vida interior del autor.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<br />Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-22518055821246642742020-06-02T08:12:00.000-07:002020-06-02T08:12:26.563-07:00De los materiales de construcción a los materiales vitales<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Esta entrada es una continuación de la anterior. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Dentro de la carga ideológica -el contra quién, sea este una institución, o simple gremio-, de la que hablé como material de construcción, se encuentran el <b>asunto </b>y el<b> estilo</b>; asunto y estilo están tan interconectados con la carga ideológica que veo muy difícil entresacarlos de ella. </span><br />
<span style="font-size: large;">Incluso los poetas, creídos de ser los propietarios de algo tan "subjetivamente inocuo" como son los sentimientos, siempre escriben contra algo, aunque solo sea contra el sector de cualquier gremio literario, o al menos, esa es su inconfesable intención. Los poetas tampoco son inmunes a la carga ideológica.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El otro gran ingrediente de las novelas lo llamaré </span><span style="font-size: large; font-weight: bold;">material vital</span><b>, </b><span style="font-size: large;">o "gotas de experiencia" como lo llama </span><span style="font-size: large;">Siri Hustvedt. Los denomino </span><b><span style="font-size: large;">materiales vitales </span></b><span style="font-size: large;">por analogía con los materiales de construcción: son las experiencias de la vida, que una vez recopiladas, ordenadas y arregladas al gusto propio, se meten en la narración. Podría decirse -en los términos de Hustvedt- que de esas gotitas intentamos llenar el vaso, para que la descripción o narración adquiera toda su coherencia y belleza.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Si en la entrada anterior puse el ejemplo de <i>La Venganza del objeto </i>para definir algunos materiales de construcción, ahora me centraré en otra novela, en <i>Residencia de quemados </i>para definir los materiales vitales.</span><br />
<span style="font-size: large;">En esta obra precisé de una experiencia personal que diera credibilidad al planteamiento de las doce familias, que se reúnen alrededor de una mesa en la que se cuentan historias, y que después finalizan su noche con el <b>trueque</b> de alimentos, que cada familia producía semanalmente. Los sábados en mi casa nos juntábamos amigos con sus parejas e hijos y poníamos en una mesa los productos de alimentación que deseábamos intercambiar, amén de otros utensilios de labranza. Así conseguí que las experiencias veraces, contadas con el recurso de la fantasía, mantuvieran su veracidad. Con esta pequeña historia comienza la narración, un tanto ancestral, de la princesa Ruta. </span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4rLH6W2ZtW3Q9BK3rI-FeJn0tiTf7MZ0Mu9ORky6DGVuc7j3-uZixpJ8eQXsqnz_M1-ffmGGjQrQuHY11nHCXKpK9neYypm9T0TE6520N0feJIlbOZ9WRQFPIJR5oxWLbx_JOPQEwS_I/s1600/IMG_0486.PNG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4rLH6W2ZtW3Q9BK3rI-FeJn0tiTf7MZ0Mu9ORky6DGVuc7j3-uZixpJ8eQXsqnz_M1-ffmGGjQrQuHY11nHCXKpK9neYypm9T0TE6520N0feJIlbOZ9WRQFPIJR5oxWLbx_JOPQEwS_I/s400/IMG_0486.PNG" width="300" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
Clara y Ruta. Diseño: Helios y Pandiella</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">En cambio, para la historia de Clara con sus psicólogos -historia más actual- necesitaba acudir a mis experiencias más, como diríamos, más académicas, relacionadas con mi contacto con la psicología. Me serví de amigos y conocidos para una vez construida y exagerada su `enfermedad´, sus quemaduras, poder usarlos ya como personajes. Ellos hacían que se mantuviesen unidas mis experiencias académicas con las más cotidianas, personajes queridos siempre tratados con ese `cariño´ que me caracterizaba. Cada `quemado´, a su dolencia psíquica pegado, se me representaba como si fuera una percha vacía, eso sí, una percha en la que cabía toda la ropa necesaria para vestir al personaje. Todos esos ropajes ficticios pertenecen a lo que llamo materiales </span><span style="font-size: large;">vitales. El salero del escritor combinará dichos materiales vitales; es el talento de los momentos, o la inspiración que provoca el actual estado de la mente.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-72127824407468456952020-05-12T07:23:00.001-07:002020-05-13T01:03:32.563-07:00Materiales de construcción de la novela<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">La creación literaria cuando medita tiene que mirarse sus entrañas. Eso es lo que precisa hacer cualquier novelista, o mejor aún, todo escritor debe utilizar los materiales que encuentra para completar su construcción, en mi caso una novela. Solo hablaré de dos de ellos, que además son <i>configurativos</i>, y lo haré con un ejemplo sacado de </span><span style="font-size: large;"><i>La Venganza del objeto. </i>Me interesa mostrar qué ingredientes tiene esta novela, de qué esta hecha, pero sobre todo, cómo mi cerebro se apropió de ellos para que, una vez dentro de él, se engendraran los personajes de mi novela.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El ingrediente -el material- más importante para mí es, sin duda, <b>la carga ideológica,</b> o lo que es lo mismo, aquello contra quién escribí </span><span style="font-size: large;"><i>La Venganza del objeto,</i> la argamasa que lo juntó todo. Eran tiempos de odio extremo contra la ciencia. No toda ella era mi enemiga, no, solo el cientificismo, es decir el mal uso de la ciencia cuando se hipertrofia. Mi odio iba contra todos los hombrecillos acomplejados que se obcecan con un solo mundo verdadero, como si este fuera el único mundo posible. La ciencia cuando se centra en la investigación hace trampas en detrimento de las letras, los patitos feos del conocimiento, los llamados sensibleros, esos injustamente tratados como incapaces de expresar las verdades, los que solo muestran sus sentimientos. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Como no tenía experiencia científica de primera mano hube de buscarla en alguna clase de física como hacen los espías cuando se introducen en el campo del enemigo. Así empezó mi experimento literario, simplemente intenté meter en mi experimento a cualquier `doctor loco´: cualquier hombrecillo que hace añicos a sus ratones, sería ahora mi ratón, algo parecido al cazador cazado. Esa era mi motivación.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Fue fácil encontrar mi personaje principal, Chiripa es su nombre y para ser detestable precisó de toda mi neura-odio, y de la inocencia de Nativel, mi narradora principal, que hizo las veces de personaje regulador, y que tendría que vérselas contra esa frigidez sensitiva de Chiripa.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Mi segundo material fue<b> la belleza.</b> ¿Cuánta hace falta y de qué tipo? Me inspiró una belleza a la carta, sensorial, casi poética. Intenté desvincularla de lo que antes he llamado carga ideológica, aunque, como se verá, también ella se relaciona con la carga ideológica. Esa belleza es dictada por sentimientos, que resultan ser muy ideológicos. </span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMDGH6FwVEteITY-5JSzZNGSs1Eo91sjwfhr0iFq_j6xVbm94isiJKizVi5uo7nJER4xjD-3GSM9m145CwLxGWo4CalLlmgKWeXq2MfwjMKl6bL1x9pnCREcdJmhokASuJpRpJTH4BtTo/s1600/Captura+de+pantalla+2018-12-31+a+las+17.17.14.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1366" height="223" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMDGH6FwVEteITY-5JSzZNGSs1Eo91sjwfhr0iFq_j6xVbm94isiJKizVi5uo7nJER4xjD-3GSM9m145CwLxGWo4CalLlmgKWeXq2MfwjMKl6bL1x9pnCREcdJmhokASuJpRpJTH4BtTo/s400/Captura+de+pantalla+2018-12-31+a+las+17.17.14.jpg" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: x-small;">Diseño: PandiellayOcio</span></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Solo tenía un bello párrafo en la memoria del que debía salir toda la sensibilidad de la novela. Dicho párrafo era una hipotética transcripción de los sentimientos de mi padre, sentimientos que traduje, ordené y adorné. De ese material tan escaso -de ese párrafo-, fantaseé hasta crear un mundo opuesto al de Chiripa, tan necesitado de humanidad y sentimiento: dos mundos contrarios que se miraron de reojo en el mismo pisito, lugar diminuto donde no paraban de darse golpes; por un lado, la frigidez heladora de un triunfador físico, por otro, un soñador, un hombre acabado, "un bulbo casi ochenta años enterrado en zona muerta, sin gota de humedad". Con estas palabras se define Valiente, un anciano repleto de sentires muy vociferantes. Efectivamente, Valiente es su nombre, en homenaje a mi padre, un minero joven que se hizo hombre en la guerra fratricida contra los nacionales. Él es mi contrapunto a Chiripa, al helador de frigidez sensitiva. Ambos, con sus dos mundos a cuestas, conviven como pueden en el mismo hogar.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Solo he comentado dos materiales, los más <i>configurativos</i>. Ahora falta hablar de los materiales vitales. Eso lo dejo para otra entrada.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-52296362451886725792020-04-17T07:20:00.004-07:002020-04-18T01:51:25.594-07:00Entrada segunda sobre la hibridación: la novela de ideas. <div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Sigo con el asunto de la entrada anterior. En mi opinión la novela de ideas tuvo que surgir de alguna mente inquieta, mente que se debatía entre la belleza extrema y el alma de la verdad, entre ambas partes de la mencionada hibridación. Como ya he contado, en mi caso, era un péndulo que oscilaba, unas veces, hacia la literatura, y otras, hacia la filosofía, o lo que es igual, las ideas necesitaban ser bellas.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero, ¿qué ideas tiraron de mi lengua para que escribiera <i>El fósil vivo</i>?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">1. <b>El odio a los peregrinos</b> que significaba rechazo del turismo masificado. Me vino a la cabeza un personaje inusual y algo estrafalario, pero con una humanidad fuera de lo común, se llamaba Patro y tenía por manía patear el <i>Pisable</i> (el mundo todo), siempre a la búsqueda del lector ideal, el cual saldría de una caterva de posibles lectores, de su ya famosa taxonomía de los cien mil lectores.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">2. <b>La decencia,</b> idea sugerida por Modesto Bauer, el Primer Decente, el personaje que engloba toda la bondad, inocencia, la honradez vital e intelectual, un ejemplo para toda la humanidad.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">3. La confusión entre un futuro y un pasado. Será ese pasado imaginario el que Ausonio confundirá con el futuro. Ausonio, mi fósil, cree en <b>el pasado extinguido</b>, gracias a su portentosa imaginación que vislumbra un futuro limpio, sin impurezas: no se dio cuenta de que los rupestres nunca se habían extinguido.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">4. Mi estúpido anhelo por <b>una generación</b> -la generación del 97-, un movimiento de superdotados, el humano deseo que todo escritor tiene para no sentirse tan solo.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimFhqfWy-J-iTzqkCmZTX9-u9drICPRPgNl-r3yGZOkm3a7dpCzh_JXqzU3qZNG_pc5qPs4Ng5JKSI6xAvq_NkJY7XdpFhZJd4jb-sOrCRbMVtTz2n2LyQwbLSPAywP6Z9_rxtAcX1w50/s1600/IMG_0483.PNG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimFhqfWy-J-iTzqkCmZTX9-u9drICPRPgNl-r3yGZOkm3a7dpCzh_JXqzU3qZNG_pc5qPs4Ng5JKSI6xAvq_NkJY7XdpFhZJd4jb-sOrCRbMVtTz2n2LyQwbLSPAywP6Z9_rxtAcX1w50/s400/IMG_0483.PNG" width="300" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: medium;">El Dios Apolo "con camiseta" transformado en Ausonio</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: medium;"><br /></span></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Esas cuatro ideas tan dispares fueron las más configurativas, quiero decir, con ellas fue posible construir el argumento, y eso que, aparentemente, no mostraban conexión; la novela hace eso conecta un odio psicológico a los turistas -los peregrinos sin control- con la decencia de don Modesto y con todos sus seguidores, la generación del 97. Luego precisé una nueva invención -Ausonio- el narrador ideal, el vehículo para contarlo todo. Ausonio, él solito, sacó de su cabeza mi distopía -sin ser más que un fósil-, y lo hizo con la fuerza sobrenatural de su memoria, una facultad sin igual, por la que es nombrado el memorión de Hostia.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Así es como surgió esta idea maquinadora, la idea constructora de mi novela. Alguien ha sentenciado que un pensador, a lo sumo, puede tener una gran idea en la vida, y yo la tuve: un fósil que habla. </span></div>
<br />
<br />
<br />Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-64282606327019298922020-04-03T08:39:00.002-07:002020-04-19T07:56:09.941-07:00La hibridación en la palabra: del alarido intelectual a la belleza exacta<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">¡Qué difícil es amigar dos cosas que se repugnan!</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">En el instituto, en mitad de la educación, se nos obliga a decidir de qué esta hecho nuestro futuro. En mi caso dos disciplinas competían por hacerse un hueco, dándose codazos: <b>la filosofía, </b>ansiosa con su manía por ser exacta iba a darse de bruces con <b>la literatura,</b> siempre en la búsqueda de la belleza. Filosofía y literatura, las dos disciplinas que comparten un mismo alimento, a veces escaso, las palabras.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Con este dilema surgió mi obsesión, a saber, las palabras, una vez <b>crecidas</b>, tras sacar la cabeza del profundo abismo de la verdad, iban a luchar contra sí mismas, contra las palabras <b>creídas</b> por notarse tan bellas.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">En esa obsesión -la Verdad contra la Belleza- encontré un primer aliado, el afán por trivializar las ideas filosóficas, para que adquiriesen un uso más multitudinario, más común: las ideas, ya trivializadas, podrían usarlas los seres ordinarios. Faltaba un ingrediente -el más difícil-, se me hacía necesario un condimento para que la belleza perdiera su insipidez, que supiese a algo; ¿quién se atreve a salpimentar la belleza? Era preciso insuflarle algo de justicia a la belleza, y entonces concluí: las palabras sólo son bellas si son justas. Dicho cometido sólo podría llevarlo a cabo un personaje de novela.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdBcSZpgwVX-l-oang7AEtFiO8CIYW4McTAUX0yhjmJpJ_j_ENxygj1WG_BCaDuHMKvIEBRqVWKEhFgAhxfw6Nv0lH_p5jsAXp0IAC-Elrhd67QGRT0TsQNRHEKGuRX-QLyjm5Ce9yT10/s1600/IMG_0478.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="720" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdBcSZpgwVX-l-oang7AEtFiO8CIYW4McTAUX0yhjmJpJ_j_ENxygj1WG_BCaDuHMKvIEBRqVWKEhFgAhxfw6Nv0lH_p5jsAXp0IAC-Elrhd67QGRT0TsQNRHEKGuRX-QLyjm5Ce9yT10/s400/IMG_0478.JPG" width="300" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
Diseño. Pandiella y Ocio</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Ruta - en <i>Residencia de Quemados</i>- fue mi primer experimento, la primera protagonista, fuerte y lista, llena de arrogancia, capaz de decir verdades-bellas, algunas dolorosas y absolutas, siempre contundentes, incluso desafiantes con la autoridad, verdades que se descalificaban por ser dañinas; Ruta tenía un problema, esa agresividad que sólo podría perdonarse por ser el personaje de una novela. </span><br />
<span style="font-size: large;">Pero entonces nació Don Modesto Bauer -en </span><i><span style="font-size: large;">El Fósil vivo</span></i><span style="font-size: large;">-, el bendito, el primer decente, la bondad hecha humano. Él sí que sabía decir las verdades vestidas de belleza. Bauer fue el primer hombre de papel que realizó dicha hibridación entre las palabras, entre la filosofía y la literatura. Tal hibridación se me hacía complicada, difícil. De nuevo, tuve que incrustármelo en la cabeza: las ideas buenas son bellas y las palabras bellas son justas.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitD5mo6nwiw3T1JIJAZdeiaKi4iE8lcYER2DpW0YUubk6FhZjP6_EOQtnqlvK0wF8MVpRFDLzEaCadLCZA8sOxeV8e1UpXg_D4aXYh8ujnLAVV6ckgyARqG8oqTBEVQG7hZEtWOqpBn6o/s1600/IMG_0479.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="720" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitD5mo6nwiw3T1JIJAZdeiaKi4iE8lcYER2DpW0YUubk6FhZjP6_EOQtnqlvK0wF8MVpRFDLzEaCadLCZA8sOxeV8e1UpXg_D4aXYh8ujnLAVV6ckgyARqG8oqTBEVQG7hZEtWOqpBn6o/s320/IMG_0479.JPG" width="240" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
Bill Mauldin "Weeping Lincoln"</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Buscando, hurgando en el pasado, se puede comprender porqué en mi periodo de <i>educando </i>sólo me interesaban los pensadores que convencían con palabras bellas. ¿Cómo era posible que el<b> mensaje</b> necesitara tanto del <b>estilo</b>, incluso antes de que me surgieran las ganas de escribir?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">De esa manera debió de nacer la literatura de ideas, mejor aún,</span><b> <span style="font-size: large;">la novelas de ideas</span></b><span style="font-size: large;">,</span><span style="font-size: large;"> pero eso será ya otra historia.</span></div>
<br />
<br />Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2271905635283339605.post-52184644576994301032020-01-31T07:26:00.001-08:002020-03-21T03:02:43.286-07:00El contenido de una onda expansiva<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Con sólo dieciocho años estaba en Japón, en la orilla de un bello lago, frente al monte Fuji manchado, o mejor aún, vestido de blanco, con sus nieves perpetuas. Aún tenía intacta mi voluminosa risa, la misma que todos querían romper mientras gritaban: "esa risa me la cargo yo" . </span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdn_Y2RNR6PQUm-2gDRxAC_z2XcXNlo2X_EiMpfHXlUjrn1S-ePHnV7XK-erL6VZKkcrsWuu-91WjDuoneGEGCFgIwVhCFkYVWf_SgGNjqnKCSWG73cfrV4kuxsAcG5kefJYguLBEkypc/s1600/IMG_0473.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="960" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdn_Y2RNR6PQUm-2gDRxAC_z2XcXNlo2X_EiMpfHXlUjrn1S-ePHnV7XK-erL6VZKkcrsWuu-91WjDuoneGEGCFgIwVhCFkYVWf_SgGNjqnKCSWG73cfrV4kuxsAcG5kefJYguLBEkypc/s400/IMG_0473.JPG" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: x-small;">Printed in Tokyo by Fukosha Co., Ltd.</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: x-small;"><br /></span></div>
<span style="font-size: large;">Nada todavía podía hacerme daño. Me sentía tan ufano con todas mis opciones sin estrenar, ufano y aligerado, sin el peso de las verdades aprendidas, sin esos desconchones que produce hasta el respirar, que se caen, que afean nuestra piel recién fabricada. Nadie se atrevió a explicarme que el "punto de vista de la eternidad" no era más que la obsesión con la que se protegen los ilusos. </span><br />
<span style="font-size: large;">¿Pero algo tendría para sentir mis células tan especiales? Efectivamente, a mi favor, mi vida enamorada de la vida, ese optimismo que nadie osaba atacar sin ser descalificado a perpetuidad.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Tenía sólo dieciocho años cuando, sin saber por qué, tiré una insignificante piedra al lago, la tiré lejos, con fuerza, lo que provocó un círculo, una onda que se me acercaba, por un lado, y hacia el Monte Fuji, se movía por el norte. </span><br />
<span style="font-size: large;">Había viajado a Japón para empezar con algo, que al parecer, ya estaba acabando: mi relación con el judo había sido tan intensa que parecía que nada se la iba a cargar; pero quién hubiese imaginado que esa onda expansiva era independiente de mí, que sus diminutas ondas en forma de olas iban a despintar mi pasado, para después dibujarle los límites a mi futuro, o que iban a comerse el tiempo anterior para dibujar el venidero. La piedra estaba cargada de mis secretas intenciones: la filosofía, con todas sus vueltas y revueltas, con sus más de veinte siglos de existencia debería luchar contra la literatura, el pensamiento debería vérselas con las maneras de decirse. La belleza tendría que pedirle permiso a la coherencia, las ideas le iban a pedir permiso a las maneras.</span><br />
<span style="font-size: large;">En definitiva, debía hacerme mayor, darle forma a mi joven intelectualidad, la misma a la que el judo golpeaba. </span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikGjAI8OhQ3Zq5bpQpWTNHHwfnF_HqWFvez600T7ury_zXXTISFfTn42Gw9CgTvYttYC4apeIBviFCNzbfSnxUpMHl-iMflA2biWsSb7oOFS-lm-t9ZWfIliMPrPTuH34DqysgmEIsiIQ/s1600/FullSizeRender.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="960" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikGjAI8OhQ3Zq5bpQpWTNHHwfnF_HqWFvez600T7ury_zXXTISFfTn42Gw9CgTvYttYC4apeIBviFCNzbfSnxUpMHl-iMflA2biWsSb7oOFS-lm-t9ZWfIliMPrPTuH34DqysgmEIsiIQ/s400/FullSizeRender.jpg" width="400" /></a></div>
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pasaron un montón de años hasta que escribí <i>Tomoko</i>, el libro en el que se cruzaron los dos efectos de la onda expansiva, la novela que engloba ambas vidas. En <i>Tomoko</i>, también está disuelto el presente, el recordatorio del pasado y con su visión mágica del futuro, de esa posteridad que contiene un cambio de sociedad, que afecta a los posibles lectores.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Uno desearía de nuevo estar en ese lago y reencontrarse con la onda expansiva, que sin duda, todavía viaja hasta su orilla, y así, al final saber qué contiene su interior (de qué esta hecha), algo que sin duda me dirá cuál es su fuerza, qué ha sucedido, y sobre todo, cuánto le falta a la vida.</span></div>
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<br />Alfredo Hernández Garcíahttp://www.blogger.com/profile/10504495323375556552noreply@blogger.com3