domingo, 10 de febrero de 2013

El odio dirigido hacia la Fantasía

Reflexión sobre las motivaciones del escritor

Al principio no encontraba otra motivación para escribir que no fuera el Odio,  el cual, en un primer momento era dirigido hacia los gremios. Por ejemplo, mi primera novela fue pensada contra la psicología clínica, luego la emprendí contra el cientismo como si los partidarios de la radicalidad de la ciencia fuesen un a modo de doctor loco. Después escribí contra la Vulgaridad y la Indecencia... En general mi actitud se debía a mi obsesión que rezaba así: sólo se puede escribir contra alguien. Lo malo es que esos "alguien" me habían hecho algo, lo cual parecía una venganza, aunque en principio me vino muy bien. Luego mi odio se generalizó, o digamos, que veía tanto que repudiar en el mundo, que me vi forzado a utilizar otro tipo de narración.
Al principio utilicé la fantasía a la carta, es decir, al servicio de mi narración. Pero ya en mi tercera novela necesité un concepto más amplio, La Fantasía Exacta: una manera de forzar a la imaginación hasta que ella misma lo cubra todo. Esta fantasía no es otra cosa que el cúlmen de la imaginación.
Aunque no ha desaparecido la imaginación ni su resultado, la fantasía, en mis maneras de ver el mundo, he notado que era necesario más bien un a modo de Fantasía Real para escribir mi última novela; pues ya había empleado en otra novela la fantasía de la experiencia, una maravillosa sensación a la hora de narrar, nada fácil, pero muy gratificante.
Ahora, de momento, no he abandonado la fantasía, y hace pocos días que comencé mi nueva novela utilizando para escribirla la Fantasía Real, con su ingrediente máximo: El Realismo Atroz.
Dicha novela la concebí enteramente en mi último viaje a Berlín, encerrado en nuestro pequeño apartamento y con una textura emocional muy buena, y con muchas ganas renovadas.







3 comentarios:

  1. Dicen, se dice, y es verdad afirmo yo, que nunca el odio conduce a nada bueno. Perseguimos, anhelamos a diario el amor y a diario también rechazamos su contrario. Ese sentimiento tan nefasto está ahí, todos los días, escribamos o no movidos por él, y es imposible (no humano, diría) no caer en él. Escribir inspirado en ese odio que comentas te ha llevado a grandes logros narrativos. ¡Que todo el odio se reconduzca de esa manera! Paradójicamente tendríamos su contrario.

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    1. ¡Qué buenecito/a eres!
      El odio nos hace ser más hirientes, y eso es lo que yo pretendía escribiendo. Mi odio era posible debido a la valoración positiva que hace la sociedad de algunos grupos. Digamos que parecen intocables o al menos sus actitudes son buenas para todos, porque nadie se atreve con ellos. Yo con mi narrativa la emprendí a sabiendas contra esos grupos (al menos contra las partes de grupos que consideraba deficientes). Era el odio por venganza y para tener razón. De ello se deduce que no era sólo una motivación, sino más bien la forma, las fórmulas de las novelas que yo colocaba en las actitudes de mis personajes narrativos. Como ves mi odio no se puede reconducir como hasta ahora lo he intentando. Espero poder elaborar mis sentimientos de otra manera. En esto consiste mi nueva etapa. Eso es lo que ahora intento y tanto esfuerzo me provoca. Espero conseguirlo.

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    2. Bien, creo que a pesar de todo has entendido lo que quería transmitirte: el valor de tus anteriores obras. Tengo la completa certeza de que conseguirás tu objetivo desde otra concepción diferente. El esfuerzo que mencionas puede venir por la novedad que supone el cambio que te planteas.

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