A las ocho de la mañana sonaron las campanas de la catedral de Viena. Plañían, para mi, de forma laica, y marcaban el día perfecto que se me avecinaba, horas antes de encontrarme con Lohengrin.
Wagner, en alguna de sus óperas, utiliza un recurso hábil para los oídos desafortunados, poco doctos en valorar melodías imposibles. El autor anticipa unas notas musicales, repetidas cada cierto tiempo, asiduamente, para preparar al oyente, hasta que llega el estallido final y a todos nos parece ya conocida la melodía.
Se culpa a Wagner de exaltar con su música al pueblo alemán, y a su milicia, como si su música fuese una arenga colectiva. No hay que olvidar que dicho pueblo ya era alemán antes de que Lohengrin se crease en una cabeza, aunque esta no fuese insignificante.
En mi caso, me recuerda al método literario de soltar la palabra en la obra, antes de que aparezca el concepto, o la idea, antes de que se fragüe el párrafo perfecto... es como dar unas pinceladas anticipativas, para que se evoque la magnitud del párrafo, y así hacer que no sea infinita la espera.
Totalmente de acuerdo con la teoría de la anticipación en la música. También lo veo claro en el cine. Algunas primeras escenas o diálogos, en determinadas películas, anticipan acontecimientos o problematizaciones que entenderás al final. En una película coreana que acabo de ver, "Oda al padre", al comienzo el protagonista confiesa a su mujer que hubiera deseado ser capitán de barco. Algo que parece insignificante y arbitrario cobra un sentido central y peculiar a lo largo del film. Me gustaría que me pusieras un ejemplo de "párrafo anticipativo" en algunas de tus novelas. Me cuesta más ejemplificarlo.
ResponderEliminarGracias Elena por tu avispada reflexión. Te pondré un ejemplo. En la página 29 de "El fósil vivo", Ausonio le explica a su cuidadora cosas del Sacrotocho:
Eliminar-"¿Sabías que la primera página del Sacrotocho cambia según el escrutador que lee? (...)
Escueto Prólogo: Yo, el Sacrotocho, encuadernado en piel de mísero peregrino, en mi museo, semiduermo, y con vestigios variopintos y demás fósiles vitrina comparto: hachas, dientes, jarrones, una mano de hueso cerrada (...) y un cráneo, vestigios todos que de la historia correrías susurran (...) mentalmente cubicado por un bauerita y una extraña".
Este párrafo, sin ser paradigma, si es configurativo de toda la historia, y da las claves para comprender el tono de toda la obra.
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ResponderEliminarSi todas tus entradas son muy interesantes, esta es una de ellas en la que sobra belleza: por las palabras, por la música y por las imágenes. Más completa, casi imposible. Películas sí que llegan a mi memoria con un buen discurso, una envolvente banda sonora y unas imágenes bellas; en literatura,¿puedes ponerme algún ejemplo de obra literaria capaz de aportar ideas y que su lectura nos sugiera hermosas escenas al tiempo que escuchamos un clásico, tal vez, de fondo?
ResponderEliminarGracias Lago de Como por tus amables palabras.
ResponderEliminarEn muchas grandes novelas existe una fórmula que anticipa toda la narración. Por ejemplo, se me ocurre el párrafo-fórmula de "El Gatopardo": "Es necesario que algo cambie para que todo siga igual". Dicha sentencia esperas que se materialice en toda la novela. Su melodía, la que el lector siente, será subjetiva y dependerá del momento de la lectura. En mi caso, como lector, la encuentro en el baile de Doña Fugatta. Eso ocurre cuando una película como la de Visconti es tan inmensa como la novela que quiere representar.