Una vez construidos los ladrillos narrativos, como por ejemplo el narratario o lector ideal, necesitamos una argamasa ideológica con la que construir la narración. Para ello, utilizaremos un recurso al que yo llamaría "fórmula". Pondré un ejemplo concreto y sencillo para su comprensión: en el Gatopardo de Lampedusa existe una fórmula muy gráfica y bien elegida. Es una fórmula muy repetida en el libro, y reza algo así: es necesario que todo cambie si queremos que todo siga igual. Dicha sentencia responde al escepticismo político de la obra y la va recorriendo página a página adquiriendo su mayor sentido al final de la novela.
Pongo este ejemplo por ser una obra clásica que adoro y que he releído en varias ocasiones. Evidentemente se pueden encontrar en este libro otras fórmulas no menos importantes. En dicha obra, magistralmente escrita, el autor demuestra la opción de utilizar dos tipos de descripciones:
1) Las selectivas en las que Lampedusa demuestra su amplia capacidad para hacer el obligado entresacado entre lo que es digno de reseñar y lo accesorio.
2) Las descripciones combinadas: son las analogías entre cosas materiales adjetivadas como artefactos psicológicos y morales.
En ambos casos se puede valorar la maestría del autor.
Tras leer tus entradas, pues las leo todas aunque a veces no las comente, empiezo a entender que el escritor y el arquitecto son dos personas que trabajan con un proyecto, con una base sólida y con los mismos materiales. De ellos depende, según su valía como tales, de que su obra no se derrumbe ante la primera brisa que les azote. Has hablado de ladrillos, de fórmulas, ¿ serían estas la base que forja la solidez o por el contrario deja al raso la inconsistencia de una narración?
ResponderEliminarPor supuesto, el escritor es como un arquitecto pero con una capacidad impropia de este profesional: la deconstruccion. Conozco a un escritor que deconstruye, es decir, escribe una antinovela: una novela capaz de no tener cimientos, ladrillos ni por tanto fórmulas. Respondiendo a tu pregunta puedes ver que las novelas no necesitan tan sofisticado entramado. Se puede escribir una novela con la imagen invertida de una buena construcción.
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