Para darle cuerpo a una novela se precisa de un tema, para lo cual es necesario desenmascarar un fantasma (un enemigo que ya tenías), es decir, cualquier forajido que portes en tu interior. Después deberás sospechar de él, para que puedas realizar una novela de la sospecha.
En cuanto tuve mi párrafo -el párrafo del homenaje de La venganza del objeto- y establecí mi enemigo -la ciencia glotona de hechos- me concentré en edificar todo un entramado de bellezas atroces, las cuales no eran más que un simple rodeo para que, al final, pudiera mi párrafo plasmarse en el papel con toda la fuerza que yo quería.
Aparentemente nada tenía que ver mi susodicho texto con el realismo de la ciencia, no existía un hilo conductor: ahí está la gracia.
Leyendo tu última novela se puede ver claramente qué odio, casi visceral, manifiestas ante el cientismo. La palabra vientre se repite en la obra convirtiéndose en un término descriptivo. Y aunque todos tenemos fantasmas a los que despellejaríamos como tú haces página tras página, casi nadie es capaz de plasmar todo ese odio con la destreza y fluidez que demuestras. La fantasía en esta obra también es desbordante, también exacta.
ResponderEliminarMuchas gracias Lago de Como. Me parece excelente tu apreciación sobre el odio que se destila en la novela hacia el cientismo. También me alegra que te hayas percatado del concepto de vientre. Yo quería que se mostrase como un a modo de objeto que se desplazase por toda la novela. Ahora bien, la motivación para escribir la novela no era el odio al cientismo, sino el amor a su contrario, a la emotividad de un hombre que anhela que su hijo sea un hombre de bien.
EliminarAcabo de leer el comentario de Lago de Como y estoy totalmente de acuerdo. Me gustaría saber una cosa más. Es evidente que en La venganza del objeto desenmascaras a un enemigo, el cientismo, pero quisiera saber si a veces cuando empiezas una novela y estás desenmascarando al fantasma ese fantasma no es tu enemigo sino un aliado. ¿Te ha pasado eso alguna vez? O a lo mejor una novela es la hibridación de nuestros odios y nuestros amores. No sé como lo ves.
ResponderEliminarQuerida Elena. Como acabo de comentar antes, el amor mueve la novela y sólo precisa del objeto odiado -todo el cientismo hipertrofiado- para resaltar más todavía al amor. De alguna manera es preciso exagerar un defecto para que se exhale su contrario.
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