sábado, 30 de enero de 2016

Inmensa es mi trinchera


Todos tenemos una trinchera, o lo que es igual, un acantilado, una plataforma-podium desde la que mirar y pontificar. Desde este lugar privilegiado construimos nuestros "monosaurios" y "bestiamundis". De esta manera se inventa cada cual su propio taller de escritura, desde el que cada escritor anhela el progreso del espíritu. Justamente desde dicho taller me vienen a la cabeza mis "sobresalidos" personajes, y desde ahí pretendo resolver la insoluble discordia entre las palabras y las cosas.


Dicha utopía o anhelo de narración, o trinchera, está construida de recuerdos, más o menos melancólicos, de viajes configurativos (aquellos desde los que inventar personajes de casaca europea  o de kimono japonés); incluso desde experiencias muy dañinas, como puede ser un coma austero difícil de abandonar, trinchera esta bien profunda y húmeda, muy hondo lugar  desde donde reinventar la pasión.
¿Qué decir de otras trincheras? Todos tuvimos múltiples antes de la definitiva, en otras vidas con otras ambiciones y con distintos sudores.

4 comentarios:

  1. Si todos tus comentarios me parecen auténticos, esta entrada tiene un redoble de autenticidad y por supuesto, en mi caso, de emotividad. Y ahora, me pregunto, de todas tus "trincheras" , ¿ cuál es la más decisiva, desde la que hayas creado personajes más significativos en tu vida literaria?

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    1. Querido-a Lago de Como, ¡Cómo agradezco que entiendas mi emotividad!
      ¿Trincheras?... No sabría con cual quedarme, ya que a todas las quiero por igual, aunque parezca un tópico.
      ¿Con cuál me siento más a gusto? Tampoco te sabría decir. Podría comentarte que en todas he sido muy feliz. Por ejemplo, en la utopía del científico loco, con un padre sentimental rodeado de todos los artilugios del laboratorio, al lado de los artilugios sensitivos y emocionantes de la foto de un minero... o la utopía de las desventuras del Primer Decente, con todo su séquito de sobresalidos, todo ello contado por Ausonio, mi fósil parlanchín, pues no te digo nada... o de mi "Penelopez" inventada, desde la pasión coagulada narrada por Tomoco... o incluso, desde la enfermedad mortal, superando un coma muy austero, dejando libre a sentimientos rurales...
      Todos esos personajes, algunos los conoces, son para mí significativos, porque quieren ser uno solo y el mismo, tras la superación del espíritu.
      Por supuesto tu pregunta es tan interesante que me parece imposible de contestar, al menos completamente.

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  2. Tu entrada me parece tan emotiva como verdadera. Razón y sentimiento conviven apiñados en tus diferentes trincheras; esto es lo que yo deduzco. Me voy a centrar en una trinchera racional. En tu perfil comentas que eres licenciado en filosofía. Supongo que tendrás una trinchera cargada de filosofemas. Me gustaría saber cómo te influye esta trinchera a la hora de estructurar tus novelas. Gracias y un saludo.

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  3. Muchas gracias querida Elena.
    Sí, efectivamente estudié filosofía. Así construí mi nuevo traje. La filosofía tuvo que vérselas con mi anhelo literario. Puede parecer un montaje en el que la razón formó mis primeros personajes, con toda la contundencia de las ideas, en la que cada una de ellas parecería tener la cara de su personaje. En dicha trinchera las ideas las tenía el narrador y la imaginación estaba a cargo del lector.
    Más tarde se me coló otra trinchera: la ambigüedad, la "Penelopez"; entonces la ambigüedad del narrador daría la posibilidad al lector para que montase sus ideas.
    Por ultimo me sobrevino inesperadamente otra trinchera: la de la enfermedad, esa que nos enseña la cara de la muerte, ella me presentó a "los emisarios de la muerte" (las enfermedades); de esta trinchera tan actual nada te puedo comentar, salvo apuntarte que es bien prolífica.

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