Conozco un pueblo en el que se suelen hacer `cenas de sobaquillo´. En el Levante todo lo resuelven con esas cenas informales; se suele llamar `cena de sobaquillo´ a reunirse los comensales con su entrepan o bocata bajo el sobaco ¡qué pobres! y así solucionan el espíritu de su pueblo. Una costumbre con la que solucionar sus pequeños problemas. Ellos pueden llegar a creerse muy `cosmopolitas´ en sus conductas pero no, sólo atienden a sus rústicos tópicos, o atípicos, aunque no son más que asiduos tópicos, y nada flexibles. Apoyarse en las costumbre para despreciar lo ajeno ha sido mofa por parte de algunos de mis personajes novelados, como por ejemplo Ausonio.
A las cinco de la tarde, otros toman el té con una nube de leche ¡Sí, por favor! En esa misma hora tonta a la que otros tomamos un descafeinado. Todos tenemos nuestras manías.
El campo más bello que yo haya visto jamás, el más maravilloso, limpio y bien cuidado, ahora se encuentra en la encrucijada, ya que de ese lugar tan precioso y apreciado ha surgido la gran idea `cosmopolita´ del Brexit.
¿Quién no se atreve a meter el entrepan en su sobaco? ¿Eh? Aunque sea con una nube de leche.
Recuerdo muy bien la mofa de Ausonio, el personaje de "El fósil vivo", contra las costumbres de los rupestres o de los bichanclos. El cosmopolitismo parece que escasea en la actual Europa. Me gustaría saber si en alguna de tus próximas novelas te planteas el tema del cosmopolitismo.
ResponderEliminarGracias Elena por tu comentario. Veo que me sigues, y sí, en mi próxima novela mi personaje principal, se las dará de cosmopolita, aunque no sea más que un paleto, un ser de este mundo que se nota muy especial, cuando no es más que un tonto, obsesionado con el esperanto. Es un cosmopolita, sí, pero de embudo. No puedo contarte más.
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