martes, 12 de mayo de 2020

Materiales de construcción de la novela

La creación literaria cuando medita tiene que mirarse sus entrañas. Eso es lo que precisa hacer cualquier novelista, o mejor aún, todo escritor debe utilizar los materiales que encuentra para completar su construcción, en mi caso una novela. Solo hablaré de dos de ellos, que además son configurativos, y lo haré con un ejemplo sacado de La Venganza del objeto. Me interesa mostrar qué ingredientes tiene esta novela, de qué esta hecha, pero sobre todo, cómo mi cerebro se apropió de ellos para que, una vez dentro de él, se engendraran los personajes de mi novela.
El ingrediente -el material- más importante para mí es, sin duda, la carga ideológica, o lo que es lo mismo, aquello contra quién escribí La Venganza del objeto, la argamasa que lo juntó todo. Eran tiempos de odio extremo contra la ciencia. No toda ella era mi enemiga, no, solo el cientificismo, es decir el mal uso de la ciencia cuando se hipertrofia. Mi odio iba contra todos los hombrecillos acomplejados que se obcecan con un solo mundo verdadero, como si este fuera el único mundo posible. La ciencia cuando se centra en la investigación hace trampas en detrimento de las letras, los patitos feos del conocimiento, los llamados sensibleros, esos injustamente tratados como incapaces de expresar las verdades, los que solo muestran sus sentimientos. 
Como no tenía experiencia científica de primera mano hube de buscarla en alguna clase de física como hacen los espías cuando se  introducen en el campo del enemigo. Así empezó mi experimento literario, simplemente intenté meter en mi experimento a cualquier `doctor loco´: cualquier hombrecillo que hace añicos a sus ratones, sería  ahora mi ratón, algo parecido al cazador cazado. Esa era mi motivación.
Fue fácil encontrar mi personaje principal, Chiripa es su nombre y  para ser detestable precisó de toda mi neura-odio, y de la inocencia de Nativel, mi narradora principal, que hizo las veces de personaje regulador, y que tendría que vérselas contra esa frigidez sensitiva de Chiripa.
Mi segundo material fue la belleza. ¿Cuánta hace falta y de qué tipo? Me inspiró una belleza a la carta, sensorial, casi poética. Intenté desvincularla de lo que antes he llamado carga ideológica, aunque, como se verá, también ella se relaciona con la carga ideológica. Esa belleza es dictada por sentimientos, que resultan ser muy ideológicos. 


Diseño: PandiellayOcio

Solo tenía un bello párrafo en la memoria del que debía salir toda la sensibilidad de la novela. Dicho párrafo era una hipotética transcripción de los sentimientos de mi padre, sentimientos que traduje, ordené y adorné. De ese material tan escaso -de ese párrafo-, fantaseé hasta crear un mundo opuesto al de Chiripa, tan necesitado de humanidad y sentimiento: dos mundos contrarios que se miraron de reojo en el mismo pisito, lugar diminuto donde no paraban de darse golpes; por un lado, la frigidez heladora de un triunfador físico, por otro, un soñador, un hombre acabado, "un bulbo casi ochenta años enterrado en zona muerta, sin gota de humedad". Con estas palabras se define Valiente, un anciano repleto de sentires muy vociferantes. Efectivamente, Valiente es su nombre, en homenaje a mi padre, un minero joven que se hizo hombre en la guerra fratricida contra los nacionales. Él es mi contrapunto a Chiripa, al helador de frigidez sensitiva. Ambos, con sus dos mundos a cuestas, conviven como pueden en el mismo hogar.
Solo he comentado dos materiales, los más configurativos. Ahora falta hablar de los materiales vitales. Eso lo dejo para otra entrada.


5 comentarios:

  1. Es el debate de siempre entre ciencias o letras, ¡cómo si en realidad ese debate existiera y además fuera lógico! Pero es que cuando te golpean desde pequeño con un mismo mensaje, aquel que no sabe discernir ni tiene espíritu crítico acaba por creerlo.¡Qué bella reflexión y homenaje a tu padre! Espero tu reflexión próxima sobre los que llamas materiales vitales.

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  3. Al igual que a "Lago de Como" me parece literariamente y personalmente una excelente muestra de sensiblidad el homenaje a tu padre. Cualquier persona que haya leído tu novela ha de percartarse de ello. Por otro lado, hablas de dos materiales de construcción, la carga ideológica y la belleza, se entiende muy bien porqué son configurativos para tu obra; pero me gustaría saber si alguno de ellos es el que marca el camino, o si uno tiene más fuerza que otro, o si piensas antes uno que otro, es decir, si hay algún tipo de jerarquía entre ellos. Un saludo

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    1. Gracias Elena por tu comentario.
      Sí, existe entre mis materiales una jerarquía: la carga ideológica siempre es para mi más importante, aunque en algunas novelas no esté tan explícita. La carga ideológica marcó el camino de "La Venganza del objeto", pero es verdad que en este caso la parte del devocionario solo pudo escribirlo la belleza.
      Ambos materiales son configurativos y es difícil separarlos, por mucho que me esfuerce.

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  4. Muchas gracias Lago de Como por tus palabras.
    El debate ciencias-letras nos estigmatizó desde jovencitos. Esa fue una de las razones que hicieron que escribiese esta novela en la que fingía tener una aversión muy austera al cientificismo.
    En contraposición puse todo el sentimiento en el homenaje a mi difunto padre, que vivió una existencia tan plena como dura e ingrata.
    Sí, pronto escribiré una entrada sobre los materiales vitales, las experiencias de la vida, esos `objetos´ narrativos siempre listos para que el novelista los use.

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