viernes, 17 de abril de 2020

Entrada segunda sobre la hibridación: la novela de ideas.

Sigo con el asunto de la entrada anterior. En mi opinión la novela de ideas tuvo que surgir de alguna mente inquieta, mente que se debatía entre la belleza extrema y el alma de la verdad, entre ambas partes de la mencionada hibridación. Como ya he contado, en mi caso, era un péndulo que oscilaba, unas veces, hacia la literatura, y otras, hacia la filosofía, o lo que es igual, las ideas necesitaban ser bellas.
Pero, ¿qué ideas tiraron de mi lengua para que escribiera El fósil vivo?
1. El odio a los peregrinos que significaba rechazo del turismo masificado. Me vino a la cabeza un personaje inusual y algo estrafalario, pero con una humanidad fuera de lo común, se llamaba  Patro y tenía por manía patear el Pisable (el mundo todo), siempre a la  búsqueda del lector ideal, el cual saldría de una caterva de posibles lectores, de su ya famosa taxonomía de los cien mil lectores.
2. La decencia, idea sugerida por Modesto Bauer, el Primer Decente, el personaje que engloba toda la bondad, inocencia, la honradez vital e intelectual, un ejemplo para toda la humanidad.
3. La confusión entre un futuro y un pasado. Será ese pasado imaginario el que  Ausonio confundirá con el futuro. Ausonio, mi fósil, cree en el pasado extinguido, gracias a su portentosa imaginación que vislumbra un futuro limpio, sin impurezas: no se dio cuenta de que los rupestres nunca se habían extinguido.
4. Mi estúpido anhelo por una generación -la generación del 97-, un movimiento de superdotados, el humano deseo que todo escritor tiene para no sentirse tan solo.


El Dios Apolo "con camiseta" transformado en Ausonio

Esas cuatro ideas tan dispares fueron las más configurativas, quiero decir, con ellas fue posible construir el argumento, y eso que, aparentemente, no mostraban conexión; la novela hace eso conecta un odio psicológico a los turistas -los peregrinos sin control- con la decencia de don Modesto y con todos sus seguidores, la generación del 97. Luego precisé una nueva invención -Ausonio- el narrador ideal, el vehículo para contarlo todo. Ausonio, él solito, sacó de su cabeza mi distopía -sin ser más que un fósil-, y lo hizo con la fuerza sobrenatural de su memoria, una facultad sin igual, por la que es nombrado el memorión de Hostia.
Así es como surgió esta idea maquinadora, la idea constructora de mi novela. Alguien ha sentenciado que un pensador, a lo sumo, puede tener una gran idea en la vida, y yo la tuve: un fósil que habla. 



2 comentarios:

  1. Se ve claramente cuáles fueron tus ideas para configurar tu novela "El fósil vivo". Digamos que explicas una parte de la hibridación; más concretamente, te centras en tus inquietudes filosóficas. Pero, ¿de dónde te surgió que esas ideas deberían estar adornadas de belleza?

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  2. Muchas gracias Elena por tu acertado comentario.
    Para mí no solo era necesaria la verdad de los argumentos, al sentir las palabras que componen los argumentos con su magnífico potencial semántico, que solo si eran bellas proponían una verdad más contundente.
    Nada tiene que ver mi respuesta con la floritura, ni el adorno: el argumento -la idea, la más elemental representación de ese argumento-, si se muestra bello se recuerda mucho mejor, es capaz de convertirse en un "mejor argumento". Nada tengo en contra del ensayo que me parece la mejor plataforma para expresar las verdades filosóficas, pero existen otras verdades, las que denominamos verdades filosófico-literarias. Creo que estoy hablando de un concepto de verdad más amplio.

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