jueves, 27 de junio de 2013

El inconmensurable valor de la Metaliteratura

Es el intento de hablar de algo desde dentro de ese algo. Lo concreté en El fósil vivo, desde mi fingido autor Elena Hierro Guerrero, con un libro inventado en el que conté una vida también fingida, la increíble historia del Sacrotocho con las desventuras de Modesto Bauer o Primer Decente. Además mi libro habla de los avatares del Sacrotocho como si este fuese un ser vivo que habla de sí: "Yo, el Sacrotocho, o libro que se autodice, que inventé todas las palabras y que amo al lector, me encuentro ahora en casa de mi autora, y me dispongo a finalizarme" Así habla en la página 287. Se cuenta de él que fue encuadernado con piel de peregrino. 
¿Cómo lo hice? Primero pensé en el personaje-autor, para después colgarle la audacia con lo que contiene toda la capacidad para pensar y decir. En segundo lugar le otorgué un carácter inusual lleno de odio. Así conseguí mi metaliteratura de dos vías: la de autor y libro.

2 comentarios:

  1. No creas que no me asomo a tu blog, todo lo contrario, pero la cotidianidad a menudo lo llena todo. Me ha parecido muy interesante en esta última entrada tuya la idea que destacas de un personaje-autor con un "carácter inusual lleno de odio", pero ¿es imprescindible ese odio para llegar a la metaliteratua?

    ResponderEliminar
  2. Querida Laguna de Como:
    Por supuesto que no es imprescindible usar el odio para la metaliteratura. Yo creo, al igual que Hegel, que cuando se piensa algo es contra alguien, al igual que cuando se escribe. Mi odio era empírico, y en mis tres primeras novelas dirigido hacia tres grupos de "agremiados". En el caso del Fosil vivo estaba dirigido hacia los turistas estéticos en su formato del peregrino bichanclo. Lo que puedo asegurarte es que no fue el miedo a decir cosas desagradables lo que me instó a disfrazarme detrás de un fingido autor, sino más bien poder ejercer el recurso literario de la exageración, incluso el esperpento, algo sin lo que no era posible trazar la contundencia de mis palabras. ¿Puede el odio ser fingido? Te agradezco el comentario, como siempre.

    ResponderEliminar