Así es el lector que quiere convertirse en espectador. No se conforma con que el autor le trate de tú, ni que haga referencias a su vida, ni que se involucre recibiendo órdenes del autor, ni que le defina como en el prólogo del Quijote, que reza: "Desocupado lector".
No, el lector quiere ser más, desea estar en el centro de la escena, en vivo y de manera presencial.
Parece decepcionado cuando el autor impone su límite, por ejemplo cuando le obliga a leer algo así como "en una habitación decentemente decorada..."
El autor tiene la capacidad y la obligación narrativa de ejercer su personal poda: el es el dueño y señor de toda narración. El autor con su podar inteligente describe los paisajes que quiere, y otros los obvia, elimina calles que le repugnan a la narración, y sobre todo, gestiona al gusto suyo las emociones. El autor lo es no sólo por lo que narra, sino por lo que oculta.
Me gusta mucho la metáfora de la poda que utilizas para explicar las elecciones que realiza el autor. El autor elimina de la narración todo lo que le parece superfluo o lo que le estorba, como bien dices. Si el escritor no realizara esta poda, el texto se convertiría en un soporífero relato minucioso, excesivamente naturalista. Más aún, creo que el autor puede no incluir en el texto gran cantidad de información que ha sido necesaria a la hora de inventar o construir la estructura del relato.
ResponderEliminarAhora bien, si esto es así, me pregunto o, mejor dicho te pregunto a ti, si no es inevitable que el lector aunque quiere ser más se tenga que someter a la "tiranía" del autor.
Hace tiempo que no comento nada...la rutina absorbe demasiado, pero esta entrada última me hace pensar en un lector también inteligente, que vive con júbilo la poda que hace el autor: solo basta recordar las excesivamente prolijas páginas de la literatura realista. Ahí el lector agradecería no conocer tan a fondo la decoración de esa habitación.
ResponderEliminarQuerido/a Lago de Como, me encanta tenerte otra vez activo en el blog. Sí, el lector, aunque sólo goza de materialidad en el imaginario, puede creerse todo lo que quiera, incluso lo de ser un superdotado.
ResponderEliminarPero, si bien el autor poda la narración, el lector planta incluso lo que el autor ni tan siquiera ha concebido como posible.
Querida Elena:
ResponderEliminarAl respecto de lo primero que dices, por supuesto que ciertos autores naturalistas aburren al aburrimiento mismo. Es como si quisieran fotografiar todo lo que los personajes ven, les falta a dichos autores la Escogencia, es decir, la capacidad de escoger que es lo imprescindible para expresar el ambiente que desearía un lector más "universal".
En lo que me preguntas, te respondo rotundamente , ¡no!, el lector, por su naturaleza virtual siempre quiere ser más: ¡Cuántas películas soluciona un espectador inteligente! ¡Cuántos libros despreciables son rescatados por las opiniones de un magnífico lector!