lunes, 27 de enero de 2014

Pequeñas bellezas amontonadas

Existen diferentes métodos para provocar belleza.
El más antiguo siempre ha sido  colocarle a la belleza un postizo,  es decir,  para darle la profundidad que precisa, mezclar distintas experiencias estéticas. Así podemos encontrar "artistas" que se suben a dicho postizo. Qué fácil es aupar a una belleza sobre otra: vemos muchos ejemplos en la vida con melodías que cabalgan sobre paisajes muy hermosos, lo que le da a dichas melodías el carácter tan evocador, aunque este sea prestado.
Ayer me sucedió a mi: una metáfora, con su paisaje adosado, me pareció maravillosa cabalgando a lomos de una melodia de Puccini. ¡Cuidado con amontonar bellezas!

4 comentarios:

  1. Hablas de amontonar bellezas, ¿puede pasar que en esa amalgama la historia, el paisaje o la melodía más bella queden ocultas? Y los postizos, ¿no son siempre sinónimos de falsedad? Y por último, ¿cómo es posible que no destruyamos la belleza colocándole algo artificial? Gracias, tus entradas son siempre bellas.

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    1. Es verdad.. Aunque creo que más que ocultarse la belleza se desvirtua, se modifica... quiero decir que deja de ser aquello por lo que se concibió. Los postizos no siempre son sinónimos de fealdad, pero sí la artificialidad de la copia y suponen enmascarar la actitud primigenia. En general, colocarle un sombrero a la belleza es una intrusión el el acto estético.

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  2. Leyendo tu comentario me han venido a la cabeza cantidad de ejemplos cinematográficos. En numerosas películas una escena, que se pretende bella, se refuerza con una música orgánica que pueda tocar la fibra más sensible. Y siguiendo tu reflexión, creo que se corre el riesgo de nublar la belleza y caer en un simulacro sensiblero. Lo que me gustaría es que me pusieras un ejemplo en la literatura. En las novelas se puede dar este mismo fenómeno, necesitaría verlo con un ejemplo. Gracias. Por cierto, estoy de acuerdo con Lago de Como, tus entradas están cargadas de belleza.

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  3. Agradezco tanto a ti como a Lago de Como vuestros cariñosos comentarios. Prestado es en literatura el amontonamiento de una belleza sobre la metáfora bella: sólo se me ocurre en literatura apelar a la imaginación del lector. Es así cuando un autor desea dar un golpecito a su párrafo con la belleza imaginada del lector. Ejemplos concretos hay muchísimos: cada vez que se refiere el escritor al museo del Louvre, por ejemplo, le otorga un aspecto orgánico a su descripción. Siempre que esto ocurre es presuponiendo, e incluso pidiendo ayuda a la imaginación del lector.

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