La impertinencia o el odio suelen ser condimentos del metabolismo ideológico. Dicho odio es necesario reclutarlo desde alguna parte, o te puede simplemente venir encima como un baño de impertinencia. En mi caso nació en Cartagena mientras recitaba un poema de Miguel Hernández.
El funcionamiento del metabolismo ideológico es la impertinencia, no con la que se denuncian hechos, no, eso sería sólo cosa de historiadores, sino, actitudes, formas de pensar de grupos o mejor aún, de gremios. Con todo este "macabro" plan acabado es como conseguiremos el mundo falsificado que precisa la fantasía de la literatura y con recursos literarios tal como los seudónimos.
Relaciono esta entrada con alguna otra en la que también utilizabas el concepto "metabolismo ideológico". Leyendo tus novelas entiendo lo que significa, pero me gustaría saber si ese tipo de metabolismo acepta para crear fantasía no solo el odio sino también la admiración. ¿Has utilizado o estas utilizando seudónimos en tus novelas? ¿Con que fin los emplearías?
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario tan inteligente, El metabolismo ideológico no es otra cosa que la manera de funcionar de todo escritor. Y sí, por supuesto que la admiración es "otro" motor con el que construir novelas; no sólo es otro motor, pues es el mismo odio el que le da acceso. Por ejemplo, en "El fósil vivo" el odio que incita a la novela es la indecencia, pero hay párrafos enteros en los que brilla la decencia. También en "La venganza del objeto", la frialdad y la sistematicidad que denuncio lo hago desde su contrario: el famoso párrafo de la emotividad que dio al libro la posibilidad de ser.
ResponderEliminarRespecto a los seudónimos. Tengo que utilizarlos como personajes capaces de escribir libros dentro de libros, como es el caso de Elena Hierro Guerrero.
Espero haberte contestado. Un saludo.