Después de tener los personajes y su ¨mundo de la vida¨, es decir, un etiquetado en la disposición de sus vidas bien vulgares, creencias incluidas, necesité el acontecimiento que recorrerá toda la narración y que está relacionado con su título: La paraeta.
El hijo de Severo, Julito, toma el relevo de la novela, y es a él al que sucede el acontecimiento. Le ocurre justo al principio, pero tendrá sus consecuencias después. Como todas las buenas historias esta surge de un obsesión. Severo, como casi todos los padres, espera que su hijo (quien aparentemente tiene pocas luces) cumpla con todas las expectativas, y que llegue a ser más grande que él, lo cual no es poco pedir, ya que él no es sólo un camarero, sino un superdotado de las letras, o al menos eso cree.
Todo lo que comentas despierta mi interés. Al mismo tiempo me hace pensar sobre la forma de concebir una novela. Supongo que todo lo que comentas en las diferentes entradas será tu forma personal de pensar y estructurar tus obras o, por el contrario, en tu caso, ¿cada novela exige una forma de concepción?
ResponderEliminarPor cierto, ¿qué es una paraeta?
Lúcido e interesante el comentario.
EliminarQuerida Elena, aunque no existe una forma única de estructurar las novelas, en mi caso todas ellas se conciben de la misma manera. Después, todo lo demás depende de las expectativas que cada novela genera, y sobre todo, del ánimo con el que se escriben.
Respecto a tu segunda cuestión, la Paraeta, es la forma en la que los valencianos llaman a esos kioscos pequeños en los que los niños berrean, sobre todo cuando piden un tebeo o una chuche prohibida, nadie consiguió nunca averiguar por qué no se podían pedir. Son kioscos que se encuentran en todas las esquinas de los barrios valencianos. Una Paraeta es para mi un lugar de culto del Este, uno de esos sitios donde nació la civilización de los hombres y mujeres del este de España, algunos un tanto chabacanos.