miércoles, 7 de agosto de 2019

[...] Unos personajes encubiertos y un pseudónimo. La ingeniería literaria son mis círculos concéntricos.

He explicado las tres figuras principales de "El fósil vivo" en la anterior entrada. Ahora, para completar cómo funciona mi imaginación quisiera apuntar algo sobre los "personajes encubiertos", que no son otra cosa que las ideas, que de tan obsesivas como se me presentan adquieren la categoría de personajes.
Voy a poner algún ejemplo de estas ideas  que pretenden ser personajes. Sólo apuntaré tres de esos personajes encubiertos que ¡parecen estar tan vivos...!
¿Quién no conoce la decencia? Para mí siempre fue un a priori, una virtud necesaria para que el mundo cambie. Esa es la razón por la que tanto hablo de ella, incluso, a veces, dejo que Bauer se la adjudique, por algo se llama el Primer Decente. Conseguí introducir la decencia como algo sustancial para Don Modesto, e intenté que ningún lector le imaginara sin dicha vestimenta, nunca desnudo sin su capa de decencia.


Otro ejemplo sería "el retroceso sustentable", idea que estuvo presente en toda la novela desde el principio. El retroceso sustentable es mi manera de relacionar el pasado con el futuro. No veía la capacidad para que cambiase el mundo sin hacer antes un retroceso. La metáfora no es otra que la necesidad de coger carrerilla, o dar un paso atrás antes de tirar hacia adelante. Ausonio es la figura del pasado capaz de revitalizar nuestro futuro, siempre con una única herramienta, la memoria, cualidad que a mi fósil le sobra.
De manera más mundana, precisé darle cuerpo a otra idea, el activismo vital de la Patro, quien arengada por su enfermedad mortal, se embarca en un viaje sin retorno en busca del lector ideal. Al final la Patro, como no cesa en su empeño, define al lector ideal como el que todo lo entiende y todo lo quiere saber.  Patro cierra su círculo vital cuando se tropieza con las huellas del Primer Decente.



Algo necesitaba para completar esos círculos concéntricos, y así mi `ingeniería literaria´ cumpliría su objetivo, la de completar una fantasía exacta. Recurrí al recurso literario de la pseudonimia, o lo que es lo mismo, mi imaginación, afanada en cerrar sus círculos, inventó un pseudónimo, una escritora, una cabeza inteligente y singular, para que ella concibiese toda la novela: Elena Hierro Guerrero cierra el último círculo concéntrico de mi relato.


4 comentarios:

  1. Me parece muy buena la propuesta de llamar a ciertas ideas "personajes encubiertos". Me gustaría saber si todas las ideas adquieren esa caracterización, me imagino que no, por lo tanto te pregunto qué requisito ha de cumplir una idea para que alcance la categría de personaje. También me gustaría saber si este recurso lo tienes presente en todas tus novelas. Gracias y un saludo.

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  2. Al leer tu entrada pienso en la gran mayoría de los personajes de ficción que más que ideas, representan o son en sí un estereotipo del que solo su descripción física interesa al autor. En tu opinión, ¿crees necesario acompañar a un personaje de estos elementos descriptivos para ayudar al lector? o por el contrario, ¿ crees que es un recurso "fácil" para ambos, autor y lector? Gracias, Alfredo

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    1. Gracias Lago de Como por ser un magnifico lector/a.
      Efectivamente, en la mayoría de novelas los personajes se describen con todo detalle, vestimenta, color de ojos, comisuras de labios, gestos, aspecto físico... no lo veo mal ni bien, sólo creo que la literatura se ha servido de esos detalles en todas las tradiciones, y si ayudan al lector es porque también él se encuentra en la misma tradición. Dicha `meticulosidad´ -la de vestir a los personajes con descripciones físicas-, aunque es manida no me parece fácil, cuando es buena. Depende de cada novela es más o menos necesario, aunque en mi caso no lo utilizo asiduamente.

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  3. Gracias Elena por tu comprensión de las novelas.
    Cualquier idea puede adquirir la caracterización de "personaje encubierto", sólo necesita ser lo suficientemente magra la idea como para tirar del hilo de la historia; la filosofía ayuda bastante a ello. Cualquier idea capaz de llamar la atención de lectores ávidos e inquietos, por si sola adquiere esa categoría, siempre que mi imaginación pueda meterla en la historia.
    Y sí, en todas mis novelas se pueden encontrar ideas-personajes, al menos hasta ahora.

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