martes, 2 de junio de 2020

De los materiales de construcción a los materiales vitales

Esta entrada es una continuación de la anterior. 
Dentro de la carga ideológica -el contra quién, sea este una institución, o simple gremio-, de la que hablé como material de construcción, se encuentran el asunto y el estilo; asunto y estilo están tan interconectados con la carga ideológica que veo muy difícil entresacarlos de ella. 
Incluso los poetas, creídos de ser los propietarios de algo tan "subjetivamente inocuo" como son los sentimientos, siempre  escriben contra algo, aunque solo sea contra el sector de cualquier gremio literario, o al menos, esa es su inconfesable intención. Los poetas tampoco son inmunes a la carga ideológica.
El otro gran ingrediente de las novelas  lo llamaré material vital, o "gotas de experiencia" como lo llama Siri Hustvedt. Los denomino materiales vitales por analogía con los materiales de construcción: son las experiencias de la vida,  que una vez recopiladas, ordenadas y arregladas al gusto propio, se meten en la narración. Podría decirse -en los términos de Hustvedt- que de esas gotitas intentamos llenar el vaso, para que la descripción o narración adquiera toda su coherencia y belleza.
Si en la entrada anterior puse el ejemplo de La Venganza del objeto para definir algunos materiales de construcción, ahora me centraré en otra novela, en Residencia de quemados para definir los materiales vitales.
En esta obra precisé de una experiencia personal que diera credibilidad al planteamiento de las doce familias, que se reúnen alrededor de una mesa en la que se cuentan historias, y que después  finalizan su noche con el trueque de alimentos, que cada familia producía semanalmente. Los sábados en mi casa nos juntábamos amigos con sus parejas e hijos y poníamos en una mesa los productos de alimentación que deseábamos intercambiar, amén de otros utensilios de labranza. Así conseguí que las experiencias veraces, contadas con el recurso de la fantasía, mantuvieran su veracidad. Con esta pequeña historia comienza la narración, un tanto ancestral, de la princesa Ruta. 


Clara y Ruta. Diseño: Helios y Pandiella

En cambio, para la historia de Clara con sus psicólogos -historia más actual- necesitaba acudir a mis experiencias más, como diríamos, más académicas, relacionadas con mi contacto con la psicología. Me serví de amigos y conocidos para una vez construida y exagerada su `enfermedad´, sus quemaduras, poder usarlos ya como personajes. Ellos hacían que se mantuviesen unidas mis experiencias académicas con las más cotidianas, personajes queridos siempre tratados con ese `cariño´ que me caracterizaba. Cada `quemado´, a su dolencia psíquica pegado, se me representaba como si fuera una percha vacía, eso sí, una percha en la que cabía toda la ropa necesaria para vestir al personaje. Todos esos ropajes ficticios pertenecen a lo que llamo materiales vitales. El salero del escritor combinará dichos materiales vitales;   es el talento de los momentos, o la inspiración que provoca el actual estado de la mente.


5 comentarios:

  1. Me interesa mucho el tema de los materiales vitales, creo que son imprescindibles para que una novela parezca veraz al lector. Habiendo leído "Residencia de quemados" me gustaría que ahondases en cuáles podrían ser esos materiales vitales presentes en la parte fantástica de tu novela, es decir, en la historia de la princesa Ruta.

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    1. Gracias Elena por la comprensión y por tu acertado comentario.
      Te contestaré con un ejemplo, el de los bestiarios, la sima en la que los coloqué, tras odiarlos, por todo el mal que a mi vida le habían hecho, al ser unos monológicos incurables; hubo un tiempo que odiaba el silencio, que identificaba con la mentira. Mi fantasía los imaginó en esa sima, aislados, y me parecían clóchinas, cual mejillones bibalbos. Mi imaginación los metió ahí entre una humedad constitutiva. Cada momento en el que narraba algo de ellos tenía que poner voz e imagen tirando de lo que recordaba de mis amigos clóchinas, de los monológicos recalcitrantes.
      Puede parecer un tanto sofisticado imaginar mis personajes bajo una sima húmeda: los bestiarios eran seres repelentes, imaginados a la usanza de mis `amigos´ los mentirosos monológicos.
      Los demás personajes, como sazonado corazón o el hombre de oro, son todavía más fáciles de relacionar con mi experiencia personal, con esos materiales vitales. También imaginé un mundo fantástico en el que meterlos.

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  2. Me gusta mucho esta última reflexión tuya sobre el asunto y el estilo y los materiales vitales necesarios para la "construcción" de una obra. Pero no llego a entender muy bien cómo te refieres a los sentimientos como algo "subjetivamente inocuo" pero al tiempo dices que en todo poeta subyace una carga ideológica. ¿Crees que el lenguaje literario puede alguna vez ser inocuo? Gracias

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  3. Muchas gracias Lago de Como por tu comentario.
    Cuando critico a los que presumen de su neutralidad, a los poetas por ejemplo, que expresan la pureza de sus sentimientos, y que intentan refugiarse en el parapeto de lo "subjetivamente inocuo", lo que quiero decir es que ellos mismos se encuentran envenenados por el mismo odio que intentan denunciar, es decir, por el odio a los que portan una ideología.
    En mi opinión todo lo que pretenda ser "subjetivamente inocuo" puede ser todo lo contrario. Por ejemplo, quien desea ser crítico de las ideologías es ya un gran crítico; esto debe dolerle a muchos. Un abrazo.

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  4. Gracias a ti, Alfredo, por la aclaración. Un abrazo

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