jueves, 17 de junio de 2021

Carne de novela: las experiencias imaginarias

El escritor en su juventud tiene ya todas sus experiencias activadas, las tiene completas, expuestas, las puede mover y remover hasta que adquieran la consistencia adecuada, para convertirse en carne de anécdota, carne de personaje o carne de novela.  Carne jugosa y siempre  magra.

Las experiencias -aunque las tengamos completas- es preciso mezclarlas con  otras muchas cosas. Las experiencias son tan poco divertidas que precisan, por ejemplo, de la imaginación para que parezcan otra cosa, más suculenta y comprensible. Así es como las experiencias se hacen magras: la imaginación adoba la carne de la novela.

La carne de novela está hecha con experiencias manufacturadas, o lo que es lo mismo, con experiencias pasadas por el filtro de la imaginación. En el cuerpo humano la carne nos crece como mejor puede, es imposible rellenarse el cuerpo, ponerse la carne que a uno le plazca. A diferencia de la carne humana, la carne de novela la podemos manejar y materializar a nuestro gusto con ayuda, por ejemplo, de la fantasía.

Pero es sabido que la imaginación puede alimentar hasta los defectos, o es que ¿los defectos no se alzan a veces como protagonistas? Y lo que no ha ocurrido ¿no es acaso un buen recurso para una novela?

Es preciso montar las experiencias sin ponerles límites, darles vida añadiéndoles todo lo que recordamos o vivenciamos como espectacular. Esto es lo que ocurre cuando la imaginación se tropieza con los episodios vividos.

En esta entrada voy a centrarme en la experiencia de un deporte de máxima exigencia, como es el judo. En la juventud y hasta los veinte años estaba obsesionado con la lucha, y sobre todo, con la técnica necesaria para ser un buen luchador competitivo. Era la época del judo acción-reacción, la propuesta, muy conocida, del gigante holandés Anton Guesink, y la increíble técnica del campeón japonés Fumio Sasahara. Tuve que conectar ambas tendencias, aparentemente tan separadas entre sí. De dicha mezcla salí yo, después hice con ella todo lo que pude.

        Combates reales imaginarios

Tomoko surgió de la combinación de esos combates reales mezclados con toda la fantasía que podía emplear. Toda la novela me vino de las historias que me acecharon en Japón, cuando ingresé en Nichidai -una Universidad de Judo en Tokio-, de las experiencias vividas y maravillosas y de cómo se relacionaron con la imaginación. La fantasía debía encontrarse al mismo nivel que el sudor de los combates. Toda la parte del judo, la memoria del deporte, la tenía intacta a los veinte años; faltaba otro ingrediente para escribir Tomoko: el anhelo por la literatura, que poco parece tener que ver con esa brutalidad del judo de competición. ¡Todavía me cuesta asimilar cómo pude inventar en Tomoko la novela circular! Fue una maravillosa invención que surgió cuando construí el personaje de Charles Sánchezland como contrapunto al esfuerzo y a la "agresividad".  Mi cambio en el carácter estaba servido.

 

Foto: Alfredo Hernández en Universidad de Nichidai (Tokio)


Era una escritura sin límites, o al menos yo no los encontraba, mi fantasía no tenía limites, las flaquezas no existían, todavía. En Tomoko se pueden encontrar todas las herramientas que precisé para su escritura. 

La carne de la novela la tenía toda, solo faltaba que se mezclara con ella la imaginación. Tomoko es la historia de una obsesión que tenía a los veinte años, contada con la madurez de los cincuenta. Tomoko es la historia de los combates reales imaginarios. Las experiencias reales tamizadas por la fantasía. Así es de inmensa.

 


2 comentarios:

  1. Bonita y expresiva entrada. Me surgen unas dudas ante lo que planteas. Como no soy una buena conocedora del Judo, me gustaría saber algo más sobre la técnica "acción-reacción", parece que la técnica es importante junto a la "brutalidad". Por otro lado, ¿qué estudian los alumnos en una Universidad de Judo? ¿Solamente Judo? Y, por último, aunque el personaje de Charles es fruto de tu imaginación ¿te inspiraste en alguna experiencia vivida para construirlo?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Elena por tu acertado comentario y por tus preguntas.
      Lo de acción-reacción era un principio básico e intuitivo: para cada movimiento o proyección es necesario provocar antes una reacción en el oponente. Esta técnica me permitía hacer los uchikomis con esta pequeña distorsión. Aquí no puedo explicarte más.
      Respecto a los estudiantes de Judo en la Universidad, efectivamente, solo estudiaban -si ello es posible- judo, y de manera intensa, lo cual aún me cuesta mucho comprender después de un montón de años.
      Y respecto al sabio Sánchezland, fue mi imaginación quien lo extrajo de mis experiencias en Chicago en un seminario de filosofía con Habermas.

      Eliminar