martes, 22 de febrero de 2022

¿Cómo quitarle la exactitud a un recuerdo?

¡Hola! de nuevo aquí estamos. Desde octubre han pasado algunas cosillas en el mundo, y yo sin actualizar mi blog. Seguiré con el mismo hilo, el de la anlogía entre la literatura y la vida.

Estamos en febrero, y hoy es el día veintidos del dos del dos mil veintidos.  En este día tan... tan capicúa  haré una reflexión, un a modo de prólogo de dos entradas que tengo en mente y que en breve publicaré.

¿Cómo retocar la exactitud de un recuerdo? ¿Cómo corregirlo? Mira que el recuerdo siempre se muestra tozudo ¿Eh? Será preciso meterle impurezas, o algo, para que ellas lo trastoquen ¡Échale impurezas! me digo siempre -sí, eso... ¿y qué más?- ¡Métele trocitos de imaginación! o algún cachito de belleza, hasta que adquiera la textura de la experiencia.

De todo lo anterior se deduce que un  recuerdo no es otra cosa que una experiencia, eso sí, una experiencia arregladita. Entonces sería fácil inferir que los rcuerdos -las experiencias- son el material principal que tenemos para hacer las novelas ¿Son los recuerdos el único material para construirlas

 

                        Recuerdo de "El Cañón del Colorado" en color

Esta reflexión precisará de dos entradas posteriores: la primera llevará por título "La otra vida de los recuerdos.  Recuerdos de El Fósil Vivo y de Tomoko", y la segunda, titulada "La otra vida de los recuerdos. Recuerdos de La Venganza del objeto y de Residencia de Quemados", que tendrá la misma estructura que la primera. Las fotos me parecen una buena manera de esquematizar los recuerdos, son una magnífica opción; las fotos son un recurso, todavía mejor para el propietario del recuerdo que para el receptor de esa información. 


                                    Recuerdo de "El Cañón del Colorado" en balnco y negro



3 comentarios:

  1. Me gusta mucho la idea que expresas, Alfredo. Nada menos que quitarle exactitud a los recuerdos!! ¿No crees que el mismo paso del tiempo les quita esa exactitud?

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    1. Gracias Elena.
      Tienes mucha razón, el tiempo se encarga de colocar los recuerdos en su sitio, pero eso no tiene que ver con los recursos de la narración. Yo siento que una forma de narrar supone corregir esa exactitud para que los recuerdos adquieran su valor y poder ser utilizados.

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